Chihuahua, Chih.
El debate de los candidatos a la alcaldía del antiguo Paso del Norte develó, entre otras cosas, el increíble desconocimiento, por lo menos públicamente, de los aspirantes sobre un tema, crucial para los juarenses: La seguridad pública.
El problema es que los tres aspirantes más fuertes -así haya diferencias mayores en las preferencias electorales- es que ya fueron alcaldes y uno de ellos, Armando Cabada, lo es con licencia.
Todos cayeron en el lugar común, en el debate celebrado la noche del domingo, de acusar al resto de las fuerzas políticas de ser las responsables, únicas, del fracaso en materia de seguridad pública, sin entender que ese tema, por lo menos en Juárez, y quizá en la mayor parte del resto del país, obedece, mayormente, al tráfico internacional de drogas y al lugar que ocupa México, en lo general, y Chihuahua en lo particular, además del lugar específico de la frontera juarense en tal actividad, en la que se cruzan fortísimos intereses, que van más allá de las bandas delincuenciales, con su secuela de violencia y muerte.
¿Cuál es el principal problema con relación al incremento de los homicidios y en lo general con todos los índices delictivos? La impunidad.
No hay relación en el número de homicidios con el de detenidos y sentenciados de manera definitiva por este delito. Lo que ocurre más frecuentemente, cuando sucede un hecho de este tipo y los policías sospechan del involucramiento de la víctima en actividades criminales, simplemente no investigan y aplican la máxima que hiciera famosa en Chihuahua aquel general que fuera Jefe de la Operación Coordinada Chihuahua, el general Juárez Loera: “Que se maten entre ellos ¿Porqué se quejan de que haya un muerto más? ¡Es un (delincuente) menos!”.
Nuestra frontera, por desgracia, es uno de los pasos más importantes en el paso de drogas y dinero, una en un sentido, el otro en sentido contrario, además de otras mercancías, legales o no.
Estamos frente a un problema que sólo se podrá enfrentar abordándolo en conjunto con la federación y el estado, que pasa, por supuesto, por todas las mejoras imaginables a los cuerpos policíacos, además de las verdaderas medidas de control sobre ellos, y no la palabrería que cotidianamente escuchamos sobre este aspecto de la seguridad pública.
¿Cómo sabemos lo anterior?
Solo basta con recordar que en un momento dado, allá por 2009-2010, en Juárez estuvieron acantonados cerca de veinte mil efectivos, entre soldados, policías federales, estatales y municipales. A pesar de tan descomunal fuerza la incidencia delictiva y mortal, no solamente no disminuyó, sino que creció.
Si a eso le sumamos hechos como el de las increíbles corruptelas e involucramiento de no pocos mandos policiacos con el crimen organizado, promesas como el de quitar los retenes, o ponerlos, como prometió González Mocken, o el de usar drones y, como si fuera la gran novedad, dividir la ciudad en sectores, que auguró Galindo, suenan hasta pueriles, ridículas.
O peor, atribuirle a los adversarios políticos tal capacidad de orquestación que pueden aumentar el número de asesinatos a voluntad, -como lo afirmó Cabada- con el objeto de que arrecien las críticas contra el equipo gobernante y entonces ¡Oh, llave mágica de la política, los ciudadanos volteen los ojos a la fuerza política que lo fue todo en el sexenio anterior!
Así lo dijo: “No resulta increíble pensar que el incremento de homicidios tenga que ver con perversos intereses electorales, disculpen pero piensa mal y acertarás”.
Saber que los tres fueron alcaldes, aterra que en público exhiban tal desconocimiento de un tema crucial para la ciudad y que no haya posibilidades que encabecen la vasta operación social, gubernamental, necesaria para enfrentar problema tan agudo, persistente y tan profundo, porque no es solamente la violencia criminal, sino la existente en una sociedad que denota, a pasos agigantados, una vertiginosa degradación social y un extremado rompimiento del entramado social.
Y evitar ese colapso sí está manos de quienes dirigen la comuna municipal, pero esa parece no ser materia de quienes aspiran a dirigirla ahora.
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