Chihuahua, Chih.
El 8 de marzo, durante la entrega de los premios Chihuahuense Destacada 2023, la gobernadora Maru Campos mencionó dos casos de atroz incompetencia institucional y falta de justicia: el de la niña Alondra Nolasco Corpus y el de la adolescente Mya Naomi. La mandataria realizó compromisos y promesas.
No se pueden cuestionar las buenas intenciones y los compromisos de la máxima autoridad estatal, claro, sin embargo, llegan tarde. Llegan cuando en el primero de los casos se consumó la impunidad y en el segundo, se evidencia la falta de capacidad, criterio y voluntad del Tribunal Superior de Justicia, así como la falta de oficio y seriedad de la Fiscalía General del Estado como parte investigadora.
El caso de la niña Alondra, de apenas nueve añitos, estremeció a la sociedad chihuahuense en septiembre de 2017.
Nadie sabía de su paradero y hasta hay quienes afirman que se realizaron burdos intentos por sembrar restos humanos para cerrar la carpeta de investigación, como el cateo que se realizó en julio de 2018 al interior de la casa del principal sospechoso, Ramiro “N”, en la colonia Diego Lucero de Chihuahua capital.
Ramiro era la pareja sentimental de la abuela de la niña, se contradijo en sus declaraciones con la Fiscalía, pero aun así lo dejaron en libertad. Cuando reaccionaron para llamarlo a la segunda audiencia, no fue localizado y hasta el momento permanece en calidad de desaparecido y prófugo de la justicia. Luego las autoridades informaron que encontraron sangre de la niña en su carro. Hasta el momento se ignora su paradero al igual que el de Alondra.
La niña nunca fue encontrada y, su madre, Jessica Corpus, murió el 14 de octubre del 2021. Hasta el día de su muerte participó en los movimientos de víctimas y acciones de búsqueda. El hospital Morelos absorbió su último suspiro, que seguro fue triste por no saber a ciencia cierta qué pasó con su niña. Previo al deceso sus familiares solicitaron en redes sociales una colecta para comprar un medicamento de nombre Asparaginasa de 1000 UI, con un valor de 6 mil pesos. Falleció en condición de vulnerabilidad económica tras cuatro años de revictimización.
Mya Naomi, el último caso emblemático a nivel estado tiene origen en la ciudad de Camargo, donde en octubre de 2022 la entonces pareja juvenil de la víctima la atacó 47 veces con una navaja, una clara muestra de patológica crueldad y premeditado sadismo que da muestra también de una persona que necesita ser reformada para vivir en paz dentro de la sociedad, pero como se mencionó en párrafos anteriores, un juez del Tribunal Superior de Justicia de nombre Érik Estrada lo dejó libre.
El argumento del juezazazo que no se quiso complicar la vida, fue que dejó libre al inocente querubín, también de nombre Érick, porque el Código Penal de Chihuahua no sanciona la tentativa de feminicidio, es decir, que como no se murió Mya Naomi, podría seguir su proceso en libertad. El juez actuó como una vil máquina que procesa el texto a rajatabla, programada, el juzgador al que se le paga como si trabajara y se preparara para aplicar un criterio jurídico – legal.
Aunque a un ritmo aceptable, el Congreso del Estado apenas comienza a presentar las reformas necesarias, que deben pasar todavía a la legislación federal, la Cámara de Diputados, para evitar que jueces autómatas e irresponsables entreguen amparos basados en una ley general (superior), donde no se establezcan castigos para la tentativa de feminicidio. A nivel local también se dictaron agravantes para cuando los ataques sean con ácidos o sustancias corrosivas, entre otras.
El 95% de los feminicidios quedan impunes en México, según la cartografía del feminicidio María Salguero.
El caso de Mya Naomi no cobró importancia hasta inicio de 2023, de veras, créame, porque la burocracia y las organizaciones sociales de respaldo ya andaban pensando en posadas y vacaciones, y si no fuera suficiente, el agresor huyó y regresó a su segunda audiencia con un amparo federal, sí, del Poder Judicial Federal.
El Estado Mexicano y Chihuahuense protegen más a los violentadores, violadores, asesinos, abusadores… tienen más garantías los malos no de este cuento, sino de la realidad que lesiona vidas, familias y que deja heridas profundas, difíciles de sanar.
Las promesas de Maru pueden ser genuinas, pero llegan tarde a nuestra realidad de mujeres y hombres a quienes nos urge un mejor entorno para vivir en paz; llegan tarde a la rabia de las víctimas que al no encontrar un Estado protector, lo consideran cómplice y propiciador de la violencia sistemática en contra de las mujeres. ¿Cuántas Alondras y Naomis; cuántas víctimas anónimas no habrá?
Es cierto que el movimiento feminista se encuentra contaminado de política, de intereses y falsedades ¿En qué proporción? Cómo saberlo. Pero esperemos se vaya depurando, legitimando, pero sobre todo materializando en políticas públicas aplicadas, que reflejen en nuestra realidad un entorno más seguro para todas y todos.
Cada vez se radicalizan más las marchas y no tarda en ocurrir una desgracia. Hace falta que los gobiernos y los poderes se pongan las pilas, ya.
¡Justicia Para Nuestras Hijas!, diría la siempre digna Norma Ledezma.
*Periodista chihuahuense, reportero de El Diario de Chihuahua.