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Impostergable coordinación

Impostergable coordinación 13 de octubre de 2016

Luis Javier Valero Flores

En medio de la peor oleada homicida, luego de la presentada entre 2008 y 2011 (y hasta mediados de 2012), la transmisión del poder en los dos niveles de gobierno en Chihuahua, y especialmente en Juárez, se desarrolló de la manera más preocupante posible.

Al primer alcalde independiente (esto es, no postulado por partido político alguno) se le ocurrió proponer al ex fiscal general del estado, Jorge González Nicolás, como Secretario de Seguridad Pública del municipio. Con ello generó la primera minicrisis política del quinquenio, por supuesto de mayor importancia que las declaraciones del gobernador Corral en otros temas, y puso en la mesa de las discusiones una buena cantidad de asuntos.

En primer lugar, la búsqueda de la mayor y la mejor de las coordinaciones entre esos niveles de gobierno; no puede haber, ya no grietas, sino la menor de las rendijas en ese tema. La realidad ubicará a ambos gobernantes, pues la cifra de ejecuciones supera al medio centenar en el estado en tan sólo unos cuantos días, quizá menos de una semana.

Ese es el recibimiento del crimen organizado a los nuevos responsables de la seguridad pública en Chihuahua. No será tarea fácil y deberán afrontarla en mejores términos que hasta ahora.

Imposible, hasta ahora, determinar quien corre con las mayores responsabilidades en el diferendo acerca de la designación de González Nicolás, lo que sí sabemos es que la coordinación entre el recién nombrado Fiscal General, César Augusto Peniche, y el responsable de la seguridad pública en Juárez se inicia con problemas.

Sin embargo, una cosa sí puede apuntarse. La elección del 5 de junio fue una especie de elección referendista, más en el caso de la municipal juarense. Se trató de resolver si podían continuar los gobiernos priistas de la manera que lo pretendían, incluso llevando a que su candidato aspirara por tercer vez a la alcaldía.

La respuesta de la ciudadanía fue contundente: No.

Y no solamente a esa candidatura, pues la de Serrano implicaba la continuidad, no solamente en el plano estatal, sino en el municipal. No, fue también la respuesta, ahí en donde el priismo duartista apostaba a tener su mayor reserva de votos, perdieron en el antiguo Paso del Norte.

Pero Armando Cabada lo hizo con un mundo de ventaja sobre Héctor Murguía; ahí debió entender que no podía extender puente alguno con los integrantes del grupo gobernante hasta esos momentos, y mucho menos en el caso de la seguridad pública.

Lo que hoy estamos viviendo no se debe a otra cosa que a la fallida política de seguridad pública aplicada en el sexenio de César Duarte, por lo menos en los parámetros y conceptos que pretendieron endilgarle a la sociedad chihuahuense: En el sexenio recién terminado se presentaron más homicidios que en el de Reyes Baeza.

Nadie que haya dirigido la seguridad pública en un ámbito determinado, con tales resultados, puede ser tomado en cuenta para continuar en otro semejante, menos si formó parte de un grupo gobernante tan duramente cuestionado por la sociedad.

Y este nombramiento ni siquiera debería consensuarse con la autoridad estatal (como lo establece la ley), pero sí discutirla con ella y llegar a algún acuerdo, como de hecho sucedió en el caso del fiscal general, supuestamente consensuado con la Presidencia de la República y la Secretaría de la Defensa Nacional.

No tomar en cuenta aspectos como los relatados, no le daba argumentos válidos al Gobernador Corral para no presentarse al acto en el que Cabada se dirigiría a los juarenses por primera ocasión. Corral es un debatiente nato ¿Por qué no aprovechar la ocasión, y en los mejores términos, plantear en privado y en público su postura, después de agotar la discusión y, además, porque está obligado a ir a Juárez constantemente?

Y aquí aparece otro tema. El de los traslados del gobernador, cualquiera que sea quien ejerza el cargo, más allá de posturas demagógicas: El gobernante chihuahuense no puede desperdiciar 4 horas de su tiempo cada que necesite trasladarse a alguno de los puntos más lejanos de la geografía local.

El problema no es el helicóptero, sino el uso que le dió el gobierno anterior, de ahí que el usarlo en los traslados de la toma de posesión de los alcaldes el día 10 era hasta natural.

Luis Javier Valero Flores

Director General de Aserto. Columnista de El Diario