Chihuahua, Chih.
Vivimos en un mundo donde el surrealismo arrebata espacio a la realidad que nos parece incomprensible, por eso hoy no discutiré sobre lo que se atribuye al ex presidente polaco Lech Walesa quien en el marco de su participación en el Foro “Voces para expresar la libertad”, organizado por la Red de Comunicadores, el Premio Nobel de la Paz, reconoció, sin dar detalles, que lo que ha escuchado sobre el Presidente, Andrés Manuel López Obrador, no le ha agradado del todo.
Sin embargo, explicó que se limitaría en sus comentarios sobre el mandatario mexicano, porque alguna vez dijo algo contra Hugo Chávez y ya no se le permite entrar a Venezuela, y él no quiere que pase lo mismo con México, país al que quiere regresar en el futuro.
“Una vez quería hacer algo con Presidente Chávez y no le gustó tanto lo que hice, entonces no me permitió entrar a Venezuela, sin embargo yo quiero poder volver a México que me gusta tanto, entonces no voy a decir nada”.
De ser cierto eso que se le atribuye, dijo mucho, sobre todo que las fuentes de la ultraderecha a la que él sirvió desde el sindicato Solidaridad en Gdansk al norte de su natal Polonia y que le hicieron el complemento de la pinza desmanteladora de la otrora Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) donde cerraba esa pinza justamente con el Obispo de Cracovia, al sur de Polonia, Karol Józef Wojtyła, quien fue el Papa 264 de la Iglesia católica, Juan Pablo II justo a la muerte siempre marcada por la sospecha del asesinato del Papa Albino Luciani, Juan Pablo I, no de verdad que no vale la pena aquí hablar de ese surrealismo que rebasa el realismo cuando lo vemos y lo hemos testificado visitando esos lugares que guardan testimonios de duras realidades como las que se pueden ver en los cimientos derruidos de Varsovia al centro de estos dos polos que operaron para hacer posible el desmantelamiento más sorprendente del siglo XX, el de la URSS, que si se analiza teniendo como epicentro físico Chernobyl pueden de verdad hacer comprensible como opera el gran poder cuando de lograr sus objetivos se trata.
UN NOBEL AUSENTE SIEMPRE PRESENTE UN TRIBUTO A JOSÈ SARAMAGO
Quiero rendir aquí un tributo a un hombre que llegó a ser un Premio Nobel como Walesa pero en el campo de la literatura en 1998, me refiero al Maestro José Saramago y cuya huella para mi es imborrable, recién he visitado su Fundación en Lisboa y quiero compartir con ustedes amigos aquí algunos momentos de la relación que la vida y la generosidad del Comandante Fidel Castro me permitió establecer con ellos, ambos se han ido pero su legado aquí está, hablaré hoy rindiendo un tributo al maestro José Saramago, sabedor que otros pueden también decir de él acciones valiosas, hago uso de algunos fragmentos de la lectura publicado el domingo 27 de junio de 2010 en La Jornada, titulada José Saramago: "Un desasosegador incansable", de Luis Hernández Navarro, complementándola con algunas fotos en vida y muerte de él.
Desde la Fundación José Saramago
“Irónicamente, Saramago fue, además de un extraordinario narrador, un hombre bueno y generoso. Una persona pacífica, sin demagogia sin dobleces. Un intelectual que siempre dijo lo que pensaba, de manera sencilla y sin retórica. Un pensador que habló con honestidad y consideró la bondad un valor revolucionario. Un personaje comprometido hasta el final de sus días con la vida, esforzado por transformar las cosas, decidido a hacer lo que hizo y a decir lo que era. Un escritor que nunca sintió la necesidad de un triunfo, de una carrera, de ser reconocido, de ser aplaudido. Que nunca quiso ser un hombre famoso, que no fue una persona ambiciosa que se pusiera metas. Que vivió su vida haciendo lo que quería. Fue un ser humano feliz a pesar de no buscar la felicidad, pero que estuvo en el momento y en el lugar donde algo podría ocurrir. Un artista que tuvo todo porque nunca buscó nada.
Su generosidad y calidez fueron reconocidas por miles de personas que se acercaban a él en actos públicos para tocarlo, para verlo, para saludarlo, para estar a su lado”.
EL ESCRITOR Y EL COMPROMISO SOCIAL
Saramago se propuso explícitamente combatir la quietud, la serenidad, la tranquilidad. “Yo no escribo para agradar ni para desagradar –decía–. Yo escribo para desasosegar. Algo que me gustaría haber inventado, pero que ya lo inventó Fernando Pessoa, El libro del desasosiego. Pues a mí me gustaría que todos mis libros fuesen considerados libros para el desasosiego”.
El arte no tiene que dar lecciones de moral. Son los ciudadanos quienes tienen que salvarse. Ello –afirmó– sólo es posible con una postura ciudadana ética, aunque pueda sonar antiguo y anacrónico. Lo que sí hace la literatura, inevitablemente, es hacer pensar. Es la palabra escrita, la que está en el libro, la que hace pensar”
COROLARIO
Pensar es como respirar digo siempre, uno comienza morir cuando deja de hacerlo, no me cansaré de reiterarlo y de cierto que el Premio Nobel es tan cuestionable como el Premio Nobel, uno no puede entender como lo puede tener Nelson Mandela y Henry Kissinger y este contraste que hago aquí hoy cada quien lo ha de valorar.
Para mí Saramago en otro campo como el de la literatura deja una huella enorme en el pensamiento humano, tuve la fortuna de convivir de manera cercana por un breve espacio una semana con él en La Habana y Santiago de Cuba pero fue altamente significativo, me consta porque a mi pregunta expresa que le hice de ¿Cuándo pensó que ganaría el Nobel” solo respondió “nunca, yo sólo escribía ”
Ese dar todo sin esperar nada, es la gran lección para mí.
Por ello le fui a visitar en su Fundación y me sentí caminar junto a él como lo hice alguna vez en la Casa de Oswaldo Guayasamín en La Habana o en la tumba de José Martí en Santiago.
Coincidí en vida y ahora a su muerte, reconozco a José Saramago como un Maestro no solo en el Arte de Escribir sino en el Arte de Vivir, por su legado y con este trabajo comparto y dejo un testimonio de ello.