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George Floyd, el compás abierto

George Floyd, el compás abierto 13 de junio de 2020

Gerardo Arturo Limón Domínguez

Chihuahua, Chih.

Dedicado a los agricultores de Chihuahua que saben del valor del agua pero que han de tener en claro también que su salud y su vida no son moneda de cambio en rivalidades electorales y proyecciones políticas,  que nada tienen que ver con la sustentabilidad, reitero que lo único más valioso que el agua es la salud, la vida y la sangre de los chihuahuenses, por favor, también cuidémosla. G.A.L.D. 


¿QUÈ ES EL COMPÁS? 

El término compás puede referirse, en esta colaboración, de la siguiente manera:

•             al compás, un instrumento que sirve para trazar circunferencias;

Es decir,  la muerte de George Floyd se inició con un acto de violencia y pudiera terminar así, en un trazo circular y perfecto que cierre justo en el punto de inicio, la pregunta es ¿quien será ahora la víctima? Acaso será posible sea el sistema policial represivo, o podríamos aspirar al abandono de un modelo esclavista, racista  y supremacista que ha caracterizado por los desmanes realizados por la población blanca desde hace ya más de 400 años cuando en el África esclavizaron a los hombres de color negro a quienes han  tenido y aun suponen tener a su merced.

Es tiempo de que esa perfecta circunferencia haga uso del compás para ser e inicie un nuevo circulo donde la solidaridad y fraternidad sean la tónica, ya no el abuso.   

•             en música, a un compás, una división rítmica de fragmentos de igual duración que se lleva a cabo en una obra musical. Aquí el primer movimiento fue un alarido en la selva ante la ruptura de familias que se tornaban esclavas por la única potestad del sonido del oro y la avaricia de quienes sin mediar misericordia, hicieron a sus humanos mercancía a la venta, que también sonaba en su piel quemándose al ser marcada al compás del fierro candente . 

•             en náutica, a un compás (del inglés compass), un instrumento utilizado para determinar direcciones y rumbo a bordo de un barco o un avión; parecieran remotas las dos opciones los barcos negreros del ayer que trajeron millones de seres humanos y dejaron tirados  millones de  seres vivos y cadáveres de los que no llegaron a tierra de la mar, todos  arrancados de sus tierras y que decir de  los actuales migrantes que son traficados aun como eso como desarraigados forzados, de sus propias tierras, traídos por la necesidad de la sobrevivencia y cuyo  sonido de su dolor se advierte y duele cuando al ver en ocasiones su  llanto que hace advertir a través de las gotas de su dolor y lágrimas  la lamentable expresión  de su tragedia.

•             al compás, uno de los símbolos de la francmasonería. Adámas, puede hacer referencia  la sana intención de la toma de decisiones correctas y al trazo que se hace necesario para llegar a un mejor destino, aunque esto como intención es deseable, es por demás difícil si advertimos la manera en que en el actual mundo prima la avaricia y el egoísmo.

En contraste la visión del cálculo francmasónico “expresa fundamentalmente valores y virtudes tales como los buenos sentimientos, el altruismo, la generosidad, el desinterés, la filantropía, la magnanimidad, la nobleza, la felicidad, la caridad, el idealismo, la elevación de miras, la superación personal, la hidalguía, la caballerosidad, las emociones sanas, el afecto sincero, la filosofía, la dignidad humana, la honorabilidad, la conciencia esclarecida, la sabiduría, el honor, la amistad, el buen comportamiento ciudadano, la inteligencia activa, el amor al prójimo, el saber, una vida comprometida, la libertad como objetivo, la igualdad como meta, la fraternidad como distinto”

Esto que suena como una aspiración, es la caja de Pandora que pudo abrir la muerte de George Floyd y solo el tiempo dirá si este compás será el que trace la ruta social del destino humano ya que el racismo aunque excesivamente evidente junto con el supremacismo y la discriminación, no es privativo de los Estados Unidos, subyace, aceptémoslo o no, en muchos países del mundo.

Si no fuera así díganme cómo entender el  Apartheid de Sudáfrica sin ello, como entender la visión de nacos y pirrurris en un México también confrontado ente el profundo y el imaginario, como hacer atendibles  los escuadrones de la muerte en las favelas brasileñas, cómo valorar las durísimas revueltas de Paris en los suburbios hace apenas dos décadas y qué decir de la xenofobia a los migrantes en Europa.

Ante esta realidad vale referir  lo necesario que es por ultimo; el llegar a tener  un compás magnético (o brújula), un instrumento de orientación. Este elemento es no solo necesario, es hoy día vital, saber hacia dónde queremos llevar nuestra civilización humana y que conste que digo humana sin distingos, porque solo juntos estaremos en condiciones de ir a un destino que nos enaltezca como especie. Descuidarnos nos llevará a la catástrofe social.

 
SI ALGUIEN LO DUDA, ANALICE COMO EL COMPÁS ESTA ABIERTO

Dado que el asesinato de George Floyd y la rebelión popular en Estados Unidos, ocasionaron protestas solidarias en todo el mundo. Cientos de miles de trabajadores y jóvenes protestaron en Australia, Reino Unido, Alemania, Francia, Bélgica, Holanda, España, Hungría, Finlandia, Suecia, Brasil, Corea del Sur, India, Ghana, Kenia, Liberia, Nigeria y Sudáfrica, y en decenas de otros países. En Canadá hubo miles de manifestantes en Vancouver, Toronto y Ottawa.

 En Austria se reunieron 50.000 manifestantes. En Bristol una enorme multitud derribó y arrojó a las aguas del río Avon la estatua de Edward Colston, supuesto “benefactor” inglés, traficante de esclavos africanos del siglo XVII. En Londres, marcharon a la residencia del primer ministro conservador Boris Johnson (aliado de Trump) a insultarlo. En Francia, 25.000 desafiaron una prohibición de protestas en París.

Los trabajadores y sectores populares brasileños se están manifestando contra Bolsonaro y la ola de asesinados a manos de la policía en las favelas de Río de Janeiro.

Esta enorme repercusión mundial indica que millones de trabajadores y jóvenes en todo el mundo se identifican con la lucha en Estados Unidos, porque ven problemas similares, en muchos países también el racismo y represión, y en casi todas las tremendas consecuencias de salud y económicas del Covid 19 y la crisis capitalista, con centenares de millones de despedidos.

 
Y PARA CERRAR EN EL PRINCIPIO, COMO BUEN COMPÁS

Hay que recordar que, “Cuatro semanas antes de ser asesinado por un policía, George Floyd había contraído la enfermedad del Covid-19. Se había recuperado con grandes dificultades y sin poder ver a su novia o a sus amigos más cercanos. Cuando el 25 de mayo Minneapolis observó el video en el que era asesinado lentamente por un cop que le incrustaba la rodilla en la nuca mientras yacía esposado e inmovilizado sobre el suelo, un relámpago recorrió el barrio donde vivía. Hay algo que la policía estadounidense conoce y teme: la velocidad con la que los barrios bajos de Minneapolis se organizan para responder cuando se sienten agraviados.

Es una tradición –o, mejor dicho, una fuerza– que data, al menos, desde el lejano 1968 después del asesinato de Martin Luther King. Ahí todos se organizaron en una noche: las iglesias, los funcionarios de prevención social, las organizaciones civiles, los activistas e incluso los gangs que controlan el territorio. 

Minneapolis profundo. Primero fue una manifestación pacífica. La policía respondió violentamente. ¿Por qué? Porque los manifestantes representaban el peligro de hacer cundir todavía más la pandemia.

Súbitamente, toda la paranoia social confeccionada por el orden y el sistema científico –¿o seudocientífico?– epidemológico –ese nuevo poder virológico en hacinamiento­ adquiría el rostro de miles y miles de manifestantes que lo contrariaban desde las calles –¡con sus propias armas!­– Walter Benjamin escribe que frente al estado de excepción lo único que lo exime (SIC) es otro estado de excepción. Tal vez sea una profecía sociológica.

 El segundo día de protestas ya fue distinto. Se quemaron oficinas de la policía, ardieron patrullas en las calles, se asaltaron grandes comercios, se bloquearon los barrios negros. 

No sólo en Minneapolis, sino en las principales urbes de Estados Unidos. Incluida Nueva York, la más afectada por el Covid-19. Para la prensa conservadora, Fox News por ejemplo, una alianza de contagiados había invadido las calles. 

Por su lado, los manifestantes sabían –y lo siguen sabiendo– que tendrían ese miedo de su lado. Incluso cuando se leen las primeras planas del New York Times, se tiene la impresión de que el mainstream se siente cercado por una invasión de zombies. ¿Y no es el zombie acaso el personaje conceptual de una revancha en la que un ser humano ha sido expropiado de la vida para seguir viviendo? Una vez más la ficción coincide con el principio de realidad. (N.A. El compás cierra donde inicia)

No es la primera vez que sucede. En Cádiz, en 1804, la rebelión liberal coincidió con una epidemia de fiebre amarilla. En París, en 1832, en plena epidemia de cólera, aconteció la insurrección de junio de 1832, un laboratorio de lo que habría de suceder en 1848. La rebelión de los leprosos en 1946 en contra de la administración franquista en Guinea Española. Y muchas otras. Los historiadores no han prestado atención a la respuesta contra-viral de una sociedad en una situación pandémica.

No eran zombies. Literalmente cientos de miles de manifestantes de todas las minorías étnicas, de todos los géneros hoy en día existentes, de las más disímbolas identidades, a lo largo y ancho de Estados Unidos, fincaban el comienzo de una movilización que hace tres días llegó al puerto más insólito y, sin duda, paradigmático… 

La primera semana, las demostraciones perseguían el único rumbo plausible que podían perseguir: exigir un juicio justo contra todos los policías involucrados en el asesinato de George Floyd. (Cosa que nunca había sucedido en situaciones similares anteriores como en Baltimore o en Ferguson). Pero desde el inicio, el contenido de la revuelta parecía claro a toda la opinión pública: una protesta radical contra el desmantelamiento desde el año 2000 –incluida la administración de Obama– de las condiciones sociales que habían permitido mantener a flote a las franjas más abandonadas del mundo del trabajo en Estados Unidos”. ( La rebelión desde los sótanos de la pandemia, Ian Semo,   La Jornada 13 /06/20) )

Como corolario solo señalemos que: la muerte de George Floyd nos ha dejado el compás abierto, la expectativa que se abre es dual y deriva en dos GRANDES interrogantes,  ¿QUIEN Y CÓMO LO HABRÁ DE CERRAR?