Son inefables los encargados de las finanzas nacionales. Ernesto Cordero, en tiempos de Felipe Calderón nos espetó que con 6 mil pesos al mes se podía vivir, pagar las colegiaturas de los hijos y hasta adquirir “un vochito”; un poco antes, Agustín Carstens, en plena crisis económica del 2008, nos llamó a no preocuparnos, “no pasa nada”, es un simple resfriado, dijo, a propósito de la pulmonía “cuata” sufrida por la economía norteamericana.
Ahora, frente al peor gasolinazo que hayamos sufrido de “sopetón”, el Secretario de Hacienda, José Antonio Meade, dijo que los mexicanos “No deben asustarse”, porque con el nuevo esquema “se divorciará el precio del petróleo de razones tributarias o políticas y que se vaya ajustando lisa y llanamente conforme se vayan dando las condiciones de precio. Y veremos, en consecuencia, momentos y días donde suba, y momentos y días donde vuelva a bajar…”.
De ninguna manera le asiste la razón a Meade, los precios de la gasolina se incrementarán hasta un 15 por ciento durante los primeros diez días del 2017, de acuerdo con el informe de la Comisión Reguladora de Energía (CRE).
De ese modo, la gasolina en México, resultará más cara que en EU, Rusia, Venezuela e Irak, naciones que, al igual a la nuestra, son productoras de petróleo, y nos ubicará, por los precios, en el grupo de las naciones no productoras.
Con esa medida, la SHCP les quitará $75 mil millones más a los consumidores, de golpe y porrazo, y se afianzará la percepción, no combatida hasta ahora de ninguna forma, que la reforma energética aprobada por priistas y panistas, de la misma manera que lo referente al presente aumento tarifario, vigente a partir del 1 de enero y contenido en la Ley de Ingresos de la Federación para el año que tan mal inicia para la mayoría de los mexicanos.
Y como el carterista que recién ha efectuado una fechoría más, el PAN se une a quienes gritan -¡Detengan al ladrón!-; ahora los diputados de ese partido político se quejan del “desproporcionado incremento a la gasolina”, y aducen, en voz del Coordinador Parlamentario, Marko Cortés, que el ”gobierno federal se aprovecha de las circunstancias para seguir con su política recaudatoria a costa de los bolsillos de los mexicanos”. (Nota de Enrique Méndez y Roberto Garduño, La Jornada, 28/XII/16).
Todo, porque el gobierno federal, independientemente de los altibajos de los precios de los energéticos, cobrará 5.60 pesos de IEPS, por cada litro de gasolina.
Además, la “liberación” energética, promovida por Peña Nieto, obligará a los expendedores de gasolina a pagar el costo del traslado de manera diferenciada, de acuerdo a la región en donde estén asentados
“A partir de este momento, en 2015, ya no habrá gasolinazos. Gracias a la reforma hacendaria, por primera vez en cinco años ya no habrá incrementos mensuales a los precios de la gasolina, el diesel y el gas LP”, dijo Peña Nieto en diciembre del 2105.
Y las primeras consecuencias serán las del incremento del 12% en el costo de obras, así como en el costo del flete, pues las empresas de autotransporte de carga tendrán que pagar entre 16.5 y 20% más por combustible, según la versión del vicepresidente de la Cámara Nacional de Autotransporte de Carga (Canacar), José Refugio Muñoz; además del notorio descenso de las estimaciones del crecimiento económico que algunas empresas consultoras lo ubican ¡entre el 1 y el 0%!
Esas son sólo algunas, 2017 será el año que demostrará palmariamente el fracaso de la política energética de Peña Nieto: Le entregó la riqueza petrolera a los mayores consorcios económicos mundiales, se quedó sin el ingreso de la renta petrolera y, encima, bajaron drásticamente los precios del petróleo.
Sin iniciativa, sin imaginación, entregado a los más grandes capitales del mundo, solo atinó a gravar aún más los ingresos de los mexicanos y su partido y sus legisladores, como siempre, lo aplauden rabiosamente.
¿Pues que no aprendieron la lección del pasado 5 de junio?
No importa, lo lamentarán en la noche del primer domingo de junio de 2018.
¿O acaso antes? ¿Habrá capacidad de respuesta de los mexicanos para detener tan arbitraria medida? ¿Podrá crecer un movimiento de resistencia, de la magnitud que mereciera tan insensible grupo gobernante?
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