Chihuahua., Chih
La víspera del día de hoy, cuando el Presidente López Obrador hizo una especie de visita relámpago al estado de Jalisco, el gobernador Enrique Alfaro -de manera sorpresiva, por su talante opositor- compró el discurso presidencial conciliador, el cual, dejó entrever, estaba dispuesto a aceptar (por lo menos en retórica). Sin embargo, lo que me puso a pensar, y que da tema al presente artículo, es que, además, Alfaro le propuso al primer mandatario, una idea que ha resonado en los últimos tiempos, pero que no ha tenido el eco suficiente: la recompostura del polémico Pacto Fiscal de la Federación.
Algún tiempo atrás, al ser interrogado en una de las mañaneras acerca del áspero asunto, AMLO dijo que se le daba a cada estado lo que por ley le correspondía. Ello -dejó interpretar- en oposición al pasado reciente, cuando el presupuesto se utilizaba como guadaña o como caja chica, para así premiar gobiernos cercanos o inconformes. A esto habría que agregar lo planteado por algunos analistas (Denise Dresser, Héctor Aguilar Camín) quienes esgrimen que, en aras de hacer funcional el viejo federalismo en los tiempos de la transición a la democracia, a partir del sexenio de Vicente Fox se utilizó el presupuesto para comprar voluntades, dando a los gobernadores, sumas mayores de dinero que las recibidas en el viejo presidencialismo, con el fin de mantener un relativo orden en la estructura gubernamental.
Sin embargo, la recomposición del pacto fiscal ha sido una añeja asignatura pendiente, que ni la transición a la democracia vino a dar arreglo. Ejemplo de ello, es que estados norteños, como Nuevo León o Chihuahua, históricamente han percibido que se les regresa menos dinero del que recaudan, y esto ha sido un cuento de nunca acabar, el cual ha persistido hasta la actualidad.
Tan sólo en tiempos recientes, el diputado local neoleonés, Luis Donaldo Colosio Riojas, planteaba que su entidad presuntamente habría recibido menos aportes por parte de la federación, debido a que el gobierno nacional lo percibía como un “estado fifí”.
En la misma tesitura se encuentra nuestro terruño querido (Chihuahua). Alguna vez, en un artículo de opinión publicado en el Diario de Chihuahua, el periodista local, Luis Froylán Castañeda, había señalado la histórica dificultad de nuestro estado para allegarse de recursos; la única excepción a la regla -relataba el comunicador- se gestó a mediados de la década de 1980, durante el gobierno de Fernando Baeza Meléndez (1986-1988), debiéndose esto, a la presunta cercanía existente entre el entonces ejecutivo estatal, y Gustavo Petriccioli, a la sazón Secretario de Hacienda, durante el último lapso del gobierno de Miguel de la Madrid (1982-1988). Empero, como lo señalo, dicha narrativa no ha desaparecido, sino, por el contrario, ha persistido. Tanto que, en tiempos recientes ¡el propio gobernador Javier Corral, se quejó del trato desigual recibido por el gobierno de la 4T¡ (discurso que ha mostrado múltiples oscilaciones, huelga aclarar).
En suma, concuerdo con lo esgrimido el día de hoy por el gobernador jalisciense: creo que es urgente, cuando pase la pandemia, entablar una discusión seria acerca del federalismo fiscal. No es posible que, con tantos cambios y camino recorrido, se siga teniendo una estructura hacienda que, no obstante reformas y mejoras, continúe contando con algunas funciones que siguen emulando al viejo ogro filantrópico al cual hacía alusión Octavio Paz.
Por ende, considero menester modernizar el marco normativo de la recaudación, y adecuarlo a la realidad del siglo XXI. Considero es imperativo recaudar más; pero también, repartir mejor. No es posible que, con tanto camino recorrido, y con tantos cambios sociales y políticos, sigamos reavivando un pacto fiscal ¡del gobierno de José López Portillo!
La 4T tiene, sin duda, diversas asignaturas pendientes. La cuestión fiscal es una de ellas. Sin duda es una ardua tarea, que entraña mucho diálogo interregional, la cual no tendrá una solución fácil. Todo un desafío.
El gobierno obradorista deberá decidir si toma el toro por los cuernos, o si, cual Fox, sigue administrando una realidad (parafraseando a Ronald Reagan) a partir del anacronismo.
Ya veremos.