Chihuahua, Chih.
“No te apropies de nada ni de nadie”
Jodorowsky
Me referiré al ejercicio gubernamental al servicio de los ciudadanos, hecho de una manera amplia e incluyente. Lo que está ocurriendo ahora, desde el primero de diciembre del 2018 y que no siempre sucedió, pero sí lo hubo. Ahí están en la memoria histórica del país los libros de texto gratuitos para la educación básica, las campañas nacionales de vacunación, el acceso a energía eléctrica y otros energéticos a precios moderados.
Había maneras de incluir y de excluir. Durante el México posrevolucionario, sobre todo desde la era civilista, fueron los engranajes gremiales los que modulaban e intermediaban el ejercicio del gobierno hacia la ciudadanía.
Los tiempos de la Confederación de Trabajadores de México, de la Confederación Nacional Campesina, entre las organizaciones conspicuas. Había asociaciones adherentes de profesionales, las de abogados y economistas. Todos rigurosamente encuadrados dentro del PRI.
En los años ochenta comenzó el debilitamiento del pacto corporativo, fundamento del PRI, dio inicio la edificación del ejercicio oligárquico. Un ejercicio engañoso el de los oligarcas, pues se llenaban la boca de una fraseología invocatoria de la ciudadanía y la democracia, a la ciencia y a la objetividad.
El ejercicio oligárquico se recreó alrededor de grandes empresas, de consorcios de comunicación, de órganos autónomos (de los ciudadanos) y, claro, de intelectuales (como diría Juan Rulfo, “no oyes ladrar los perros”).
Fuera de la cuadratura de este círculo, a los ciudadanos les tocaba padecer el deterioro del sistema de salud, el encarecimiento de los energéticos, la explosión violenta del crimen organizado. La mayoría de los ciudadanos quedaba arrinconada en los cuadritos de la “numeralia” de los damnificados por eventos naturales, de la desigualdad social y la pobreza, de las víctimas de la inseguridad y de enjuiciamientos injustos en los juzgados.
No podría asegurar de existencia firme de un ejercicio gubernamental ciudadano. Llevará tiempo, hay signos alentadores. El programa nacional de vacunación para enfrentar la pandemia es uno de esos signos. La reorientación de las Fuerzas Armadas en apoyo a los ciudadanos y a la construcción de infraestructura es otro.
El cobro de impuestos conforme al espíritu de la ley, un ejemplo más.
Por eso hay que perseverar en la transformación. Esto apenas es el principio.
Salud y larga vida
Profesor por Opción de la Facultad de Derecho de la UACH.
@profesor_F