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Ex presidentes y ex gobernadores ¿Jarrones chinos o jugadores relevantes en el ajedrez político?

Ex presidentes y ex gobernadores ¿Jarrones chinos o jugadores relevantes en el ajedrez político? 28 de agosto de 2020

Hernán Ochoa Tovar

Chihuahua, Chih.

“Todo ex Presidente es un jarrón chino grande en un departamento pequeño”: Felipe González, ex Presidente del Gobierno Español (1982-1996).


En las últimas fechas, se ha desatado una controversia acerca de si los ex Presidentes de la República deben ser enjuiciados por los delitos que, presumiblemente, cometieron en el pasado. 

De manera semejante, en los últimos tiempos (sobre todo, al calor de la pandemia que actualmente se ha enseñoreado en el mundo, por tiempo indefinido), varios ex gobernadores del estado (Fernando Baeza Meléndez; Francisco Barrio; Patricio Martínez y José Reyes Baeza, con la obvia excepción del condenado César D.) han cerrado filas con el actual ocupante del Palacio de Gobierno estatal, Javier Corral, pasando, incluso, más allá de las consabidas diferencias políticas. 

Esto me lleva a reflexionar sobre del rol de estos controvertidos personajes en la vida de Chihuahua y México, y a meditar acerca de si la controversial frase de Felipe González, es aplicable para nuestro país.

Hasta los albores del viejo Presidencialismo (1929-2000), los ex Presidentes eran sujetos cuya trayectoria política había concluido, y una de las reglas no escritas del sistema, era que se retiraran a sus aposentos, y no opinaran acerca del destino o de las acciones realizadas por sus sucesores, con quienes, por lo regular, compartían, la singular característica de ser miembros del mismo partido político: el otrora poderoso tricolor.  

A pesar del singular precepto descrito en el párrafo en cuestión, hubo singulares excepciones a esta poderosa regla sistémica: con su aureola de prestigio y fama bien ganada, el Gral. Lázaro Cárdenas siguió brillando más allá de su sexenio, siendo una figura polémica que, en ocasiones, tuvo leves diferencias con las administraciones en turno (como cuando, por ejemplo, encabezó -de acuerdo al escritor José Agustín- una manifestación de apoyo a la Revolución Cubana en la Ciudad de México, y el gobierno de Adolfo López Mateos no pudo hacer nada para contenerla ¡debido a que uno de los conducentes, era el mismísimo Gral. Cárdenas). 

En el mismo tenor, cuando se produjo la crisis del ’94, los ex Presidentes José López Portillo y Luis Echeverría salieron del ostracismo político -así fuera de manera leve- y culpabilizaron al gobierno salinista de la crisis que, en ese momento, se batía por el país. 

Sin embargo, estos casos fueron más la excepción a la regla, pues, en la mayoría de los casos, los antiguos mandatarios se caracterizaron por llevar una vida discreta, tratando de alejarse de polémicas y escándalos contemporáneos.

No obstante, la primera transición a la democracia (la llegada de Vicente Fox a la Presidencia, en el año 2000) vino a cambiar aquellos rituales. Siendo ya ex Presidente, era habitual ver a Fox haciendo sus polémicos comentarios, ya fuese en televisión o en redes sociales, concitando la atención que, en ocasiones, no lograban granjearse sus sucesores. 

En el caso de Felipe Calderón, ha ocurrido algo semejante. 

Si bien, en los albores de la administración peñanietista siguió ofreciendo su derecho de réplica en Twitter y en algunos noticiarios, ha sido en la presente gestión donde ha mostrado, más, una espada desenvainada, tornándose en un duro crítico del gobierno obradorista, siendo de los pocos políticos que desgranan y responden los manotazos de AMLO frente a frente, en un tono rudo y equivalente. 

Esto contrasta con la actitud de Enrique Peña Nieto, quien, desde que dejó la Presidencia, en diciembre del 2018, ha optado por el exilio y el silencio, siguiendo las viejas formas escritas que caracterizaron al tricolor por años.

En Chihuahua, con los ex gobernadores ha ocurrido algo semejante. Si bien, muchos de ellos han pasado a retiro luego de entregar la estafeta de su administración, algunos de ellos han sabido reinventarse como senadores, secretarios de estado o embajadores. 

Ha sido el caso de la mayoría de los ex gobernadores vivos, quienes han tenido vida política allende su administración.

 


Resalta el caso de Fernando Baeza (1986-1992) quien, luego de entregar la gubernatura a la oposición por primera vez en la historia (a Francisco Barrio), mantuvo un rato el bajo perfil, hasta que contendió por una senaduría, a la cual llegó, bajo la figura de la primera minoría, manteniéndose en ella hasta su conclusión, en el año 2012. 

Posteriormente, durante el gobierno de Enrique Peña Nieto fungió como embajador en Costa Rica, nación con la cual, según diversos estudiosos de la política local, el ex mandatario estatal ya había tenido un acercamiento previo durante la década de 1990.

El caso de Barrio resulta equivalente. A pesar de ser uno de los primeros gobernadores del blanquiazul a nivel nacional (luego de Ernesto Ruffo Appel en Baja California) su estela de novel gobernante neopanista declinó de a poco, al no lograr ratificar la gubernatura en 1998. 

Empero, al producirse la victoria de Vicente Fox, en el año 2000, fue nominado a ocupar la Secretaría de la Contraloría de la Federación, en la cual despachó hasta mediados de sexenio, cuando, a la postre, sería ungido como diputado federal plurinominal y se convertiría en Coordinador del Grupo Parlamentario del PAN. 

Algún tiempo sonó como precandidato a la Presidencia de la República por el PAN, pero aquel intento no llegaría a producirse; terminando su carrera política como embajador de México en el Canadá, durante la gestión de Felipe Calderón.

Patricio Martínez, por su parte, ha destacado por las sorpresas que ha imprimido en su veloz carrera política. Tras concluir su administración, en 2004, comentó, en una entrevista periodística, que se iría a ocupar la mecedora, dejando entrever, llegaba el momento de retirarse. Así se mantuvo un tiempo hasta que, en 2012, resurgió como candidato a senador y ganó el proceso electoral, manteniéndose en la curul durante todo el sexenio. 

A principios del 2018, sonó como un fuerte precandidato a la Presidencia Municipal de Chihuahua; sin embargo, a la mera hora, decidió desistir de su intento por razones inexplicables. 

Reyes Baeza, en tanto, se mantuvo vigente en tanto se mantuvo el poderío del tricolor. Tras concluir su ejercicio gubernamental, encontró empleo en el gobierno de Enrique Peña Nieto, el cual lo hizo vocal de FOVISSSTE y, posteriormente, director del ISSSTE. Intentó ser senador, pero, el efecto MORENA, que cundió por todo el país en 2018, impidió que, siquiera, llegara a un escaño por la vía de la primera minoría, tal y como lo había conseguido Fernando Baeza en 2006, cuando Gustavo Madero y Ramón Galindo vencieron en los espacios de primera minoría.

Pero, más allá de la vigencia que han mostrado la mayoría de los ex gobernadores vivos, una acción destaca con quienes fueron sus homólogos a nivel federal: en términos generales ha existido poca crítica u opiniones con respecto al discurrir de la trayectoria de sus sucesores, pesando, tal vez, la tradición con más fuerza, que las lides de los procesos democráticos.

Personalmente, me parece que debemos romper moldes y viejos esquemas. Si, quizás, el ostracismo de los ex Presidentes funcionó en otra época, creo que esa actitud debemos dejársela al pasado, pues, en las naciones más modernas y avanzadas, muchos de los antiguos funcionarios siguen teniendo una trayectoria política vigente ¡el propio Felipe González sigue siendo una figura de peso en España¡ ¡eso de las proscripciones y los destierros debe ser cosa del pasado¡

A este respecto, celebro que los ex gobernadores de Chihuahua hayan decidido poner en suspenso esta regla no escrita, y respaldar a Javier Corral en tiempos tan duros, de crisis sanitaria y de agua, contextos en los cuales los intereses de nuestro querido estado deben estar más allá de intereses políticos; coincidiendo con ellos en que politizar tales asuntos resulta un error mayúsculo.

En cuanto a los ex Presidentes, celebro que su opinión se siga escuchando. Si cometieron delitos y hay pruebas fehacientes de ello, que se recurra a derecho como corresponde; pues, el derecho no debe estar bajo consulta ciudadana. Pero eso ya es otra historia más compleja, la cual dejo a la reflexión de los lectores y lectoras.

Hernán Ochoa Tovar

Maestro en Historia, analista político.