Chihuahua., Chih
A principios de noviembre, el continente reportó el 59 por ciento de nuevos casos de coronavirus en el mundo: casi la mitad de los fallecimientos mundiales por covid sucedieron allá, según reportó la Organización Mundial de la Salud.
Muchos gobiernos de la región han decretado nuevas medidas para detener el avance del virus, sobre todo ahora que han empezado las temperaturas más frías. Austria encabeza las políticas restriccionistas y ha limitado la movilidad de las personas mayores de 12 años que no están vacunadas.
En Francia, las personas de la tercera edad deben recibir una dosis de refuerzo para no perder su pase de salud. Italia está requiriendo que todos los trabajadores que no estén vacunados se hagan pruebas frecuentes o demuestren haberse recuperado hace poco del virus.
El gobierno alemán ha determinado que las personas no vacunadas deberán presentar una prueba negativa antes de viajar en bus o tren.
En particular, Alemania se ha convertido en el centro de una guerra cultural. Como reporta nuestra corresponsal Katrin Bennhold en un reportaje que vale la pena leer.
Los sociólogos afirman que además de una importante cultura que se inclina por la medicina alternativa, el rechazo a la vacuna es incentivado por una fuerte tradición de los gobiernos descentralizados que tiende a exacerbar la desconfianza en las normas impuestas desde la capital, y por un ecosistema de la extrema derecha que sabe cómo explotar ambas cosas.
Pia Lamberty de CeMAS, una organización de investigación con sede en Berlín que se enfoca en la desinformación y las teorías conspirativas, señaló que el rechazo a la vacuna es, de ciertas maneras, la ganancia de los movimientos populistas nacionalistas que estremecieron a Europa durante una década.
Luego de 20 meses de pandemia, los expertos están de acuerdo en que las vacunas siguen siendo la forma más segura de adquirir inmunidad contra el virus y de detener su avance.
Al otro lado del mundo, en China, también hay restricciones para intentar frenar el avance del virus. Allá, el gobierno se ha empeñado en una política de “cero covid”, empleando medidas muy estrictas para ganarle la batalla al virus.
En Ruili, que sea tal vez la ciudad más afectada por esta política, en el último año sus habitantes han sido confinados cuatro veces y muchos deben someterse a pruebas casi diarias.