Chihuahua, Chih.
La Cuarta Transformación avanza.
Los cambios propuestos por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador son importantes y profundos y cuentan con el apoyo de la mayoría de la sociedad.
Sin embargo, la situación no es estable. Los gobiernos progresistas de América Latina están bajo constante asedio. Prueba de ello son el golpe de Estado en Bolivia y la ofensiva de la derecha neoliberal mexicana contra la Cuarta Transformación.
En esta situación, tan delicada y contrastante, llama la atención que Morena, el partido que llevó a López Obrador a la presidencia no participe en los grandes debates nacionales ni organice la defensa de la 4T.
Morena, que debería vivir un momento de auge histórico, no se moviliza para defender a su gobierno. De hecho, está paralizado. Sus principales órganos de decisión no funcionan y una absurda guerra judicial interna carcome la vida democrática y hace que cualquier iniciativa de la base sea un calvario. Los conflictos internos están lejos del debate teórico, estratégico y programático y giran alrededor de estrategias electoreras y personalistas que nada tienen que ver con el interés de la nación.
Mientras que el Presidente tiene una aprobación del 72 %, su partido sólo alcanza una aprobación del 36 %. Es más que lo que tienen otros institutos políticos, pero no es, ni de lejos, lo que debería tener.
López Obrador llegó a la presidencia impulsado por el partido-movimiento. Necesita que el partido funcione y que la movilización no se detenga. Para defender nuestro proyecto de nación, es menester reconstruir el tejido social, elevar el debate político y organizar al pueblo. Para que nuestro gobierno y nuestro proyecto tengan futuro tenemos la obligación de formar cuadros y construir un relevo generacional.
Por todo lo anterior, le pedimos a la base militante y a los diversos actores políticos del partido, que pongan de lado sus ambiciones personales y eleven el nivel del debate. Morena debe ser un referente ético, no una olla de grillos.
Para salir del marasmo, tenemos que hacer un Congreso Nacional Extraordinario (que diversos actores han convocado para el 26 de enero) que nos permita renovar al partido y activar sus órganos de dirección. En especial, necesitamos activar al Instituto Nacional de Formación Política.
Tenemos la obligación histórica de defender la democracia, profundizar la lucha contra la corrupción, impulsar las políticas sociales que benefician directamente al pueblo, fortalecer una economía alejada de las lógicas neoliberales y las acciones de recuperación de la soberanía energética, así como contribuir al éxito de la estrategia de seguridad basada en la construcción de la paz y en la superación de las causas profundas del fenómeno delictivo.
Lo único que nos ha permitido salir de la desgracia neoliberal es la movilización y estamos desmovilizados.
El tiempo apremia.
México, 10 de enero de 2020.
Pedro Miguel, Enrique Dussel, Pedro Salmerón, Felipe Ávila, John Ackerman, Paco Ignacio Taibo II, Blanca Montoya, Elvira Concheiro, Armando Bartra, Héctor Díaz Polanco, Consuelo Sánchez, Juan Manuel Contreras, Rafael Barajas Durán.