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¿Esperanza, renovación o inanición?

PRD:

¿Esperanza, renovación o inanición? 22 de octubre de 2021

Hernán Ochoa Tovar

Chihuahua., Chih

“Al gobernar aprendí a pasar de la ética de los principios, a la ética de las responsabilidades”: Felipe González. Ex Presidente del Gobierno Español (1982-1996).

Recientemente, el Partido de la Revolución Democrática celebró una especie de reunión, en el ex Convento de San Hipólito, en el que buscaban definir su futuro. Aunque Jesús Zambrano, a la sazón líder del PRD, dio algunos discursos triunfalistas de cara al futuro del partido, lo cierto es que, de cara al 2024, quedan más preguntas por respuestas. 

Para empezar, en la actualidad, algunos se preguntan si el otrora partido emblemático de la izquierda mexicana, podría sobrevivir la aduana de la siguiente elección, pues, con el paso del tiempo, sus votos han ido menguando y podría estar siguiendo la ruta de la temida extinción.

Quizás ese apartado lo comprendieron, a carta cabal, Jesús Ortega, Zambrano y compañía; pues, salvo un puñado de personajes que integran dicho partido, tienen pocas caras relevantes o con un discurso que pudiera entrar en la disputa electoral. 

Tal vez Fernando Belaunzarán y Frida Esparza pudiesen ocupar dichos lugares, pues tienen la juventud, así como nóveles discursos que van en sintonía con los de las izquierdas contemporáneas. Empero, ambos tienen un bemol de consideración, de lo cual los propios “Chuchos” adolecen: jamás han ganado una elección; de hecho, el propio Belaunzarán se ha llevado varias derrotas -una de ella frente a Gerardo Fernández Noroña- no obstante su relevante capital político. 

Quizás Esparza podría intentarlo, pues, aunque llegó como plurinominal a la pasada legislatura, tuvo una relevante participación en un espacio donde muchos diputados pasan sin pena ni gloria, o de plano, en la más gris irrelevancia.

En otros aspectos, podemos decir que la historia del PRD es trágica: a finales de la década de 1980, juntó las piezas de la variopinta izquierda mexicana (aquella que alguna vez Octavio Paz insinuó que nunca ganaba una elección por su consabida atomización) e hicieron un partido fuerte, capaz de competir con el otrora poderoso tricolor; todo ello, bajo la batuta de uno de sus primeros caudillos -y líderes morales-: el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas. 

Sin embargo, en el pecado llevó su penitencia, pues, la variedad de primeros perredistas (ex guerrilleros; izquierdistas de viejo cuño; ex priistas del ala izquierda tricolor; ex líderes del 68, entre otros) impidió que se formara un proyecto de izquierda consistente. Mientras algunos pujaban porque se abrazara la causa socialdemócrata -tan en boga en la Europa noventera-; otros sentían nostalgia por el viejo nacionalismo revolucionario que paulatinamente era desechado del tricolor. 

De tal suerte que, mientras el PRI se abrazaba de las fauces del neoliberalismo; parte de la izquierda nacional quería acoger su viejo metarrelato, y así capturar algunos sectores que se encontraban descontentos con el nuevo modelo, pues se sentían excluidos del mismo.

La puja nunca tuvo fin. Podemos decir, incluso, que la balanza históricamente se inclinó hacia los nacionalistas, pues, tanto el Ing. Cárdenas como Andrés Manuel López Obrador (los dos grandes líderes del perredismo; hoy distantes del viejo partido) suscribieron estas tesis. 

Empero, el grupo de Nueva Izquierda (Los Chuchos) y posteriormente “Los Galileos” buscaron adherirse a la lógica de la izquierda moderna; pero casi siempre fueron bateados. El liderazgo de Cárdenas y AMLO solía concitar muchas más adhesiones que discrepancias. Sus respuestas y debates, parecían tener poco eco en el seno del partido amarillo.

Otra cosa que debe apuntalársele al PRD, es que, durante su época de gloria, tuvieron una especie de funcionamiento en facciones, el cual distaba mucho de la izquierda moderna que hoy dicen querer enarbolar. La onda grupera fue el combustible que hizo girar la maquinaria, y el interés electoral fue superior al del debate interno. Esto ocasionó que el desgaste fuera cada vez mayor, y las pugnas en el interior del mismo fuesen tornándose irreconciliables.

 


Al día de hoy, el PRD subsiste de paradojas y viejas glorias: uno de sus últimos líderes, Andrés Manuel López Obrador, abandonó al sol azteca hace nueve años (en las postrimerías de 2012) y con él, casi todo el grupo que lo acompañaba, mismo que pasó a fundar MORENA en 2014. 

El triunfo de AMLO, en 2018, se debió a su liderazgo; con un PRD en la antítesis. Y hoy, la confrontación de ambos parece ser brutal, no obstante de tratarse de viejos compañeros de viaje. 

De manera similar, casi todos los ex Jefes de Gobierno de la Ciudad de México (otrora Distrito Federal) se han desmarcado del partido que los llevó al viejo Palacio del Ayuntamiento: el Ing. Cárdenas; Rosario Robles; López Obrador; Alejandro Encinas y Marcelo Ebrard. El único que continúa en las filas del sol azteca es el cuestionado Miguel Ángel Mancera (ex procurador capitalino), quien, a contrapelo de sus antecesores ¡jamás fue miembro del PRD! ¡Vaya paradoja!

Similarmente, algunas entidades que eran graneros de votos para el sol azteca, como Michoacán, Guerrero y Tabasco cambiaron su sentido de voto a MORENA cuando AMLO fundó el nuevo instituto. 

El único estado que les queda en sus manos es Quintana Roo -entregaron Michoacán a principios de mes- y, de alguna manera, forman parte del gobierno en Chihuahua; mientras en el Congreso de la Unión cuentan con exiguas bancadas, disminuidas ante el liderazgo creciente de MORENA ¡Juegan a la oposición contra un viejo aliado! ¡Difícil de creer!

Ante un panorama así, resulta difícil inferir hacia dónde se dirigirá el PRD. El grueso de sus bases y su discurso han sido copados por MORENA, el cual, desde 2018, ha detentado el cuasi monopolio de la izquierda nacional (del lado del PT, pues el Verde no es izquierda, sino veleta). 

No obstante, a pesar del sombrío paisaje, creo que el PRD tiene un área de oportunidad, pues, a pesar del monopolio discursivo y político del partido guinda; cierto espectro de la socialdemocracia ha quedado desatendido. 

Aunque MORENA concita en su interior diversas corrientes (moderados y radicales), el discurso presidencial parece tener un asidero firme en el viejo nacionalismo revolucionario. El otro flanco de la izquierda ha sido soslayado; y quizás ahí, el PRD pudiese tomar nota y resurgir, tal y como lo está intentando, no sin dificultades.

Hay experiencias previas que sugieren esta hoja de ruta. Hace unos años, el PSOE español era dado por muerto, mientras con Pedro Sánchez resurgió de las cenizas; como la vieja socialdemocracia alemana, que había venido en declive desde los tiempos posteriores a Gerhard Schröeder (canciller alemán de 1998 al 2005) parece estar teniendo una nueva oportunidad de gobernar, en la figura de Olaf Scholtz.

Quizás si el PRD apele a la modernidad, a la democracia y a la trascendencia del binarismo liberales/conservadores, le alcance para aumentar su bono electoral. 

No obstante, uno de sus problemas es que no cuentan con un personaje de la talla de Scholtz o Sánchez; menos de alguien que le pueda hacer contrapeso al liderazgo de López Obrador. Tendrán que empezar a trazar esa ruta de cara al 2024. 

Si quieren formar parte de una coalición multicolor -como la propuesta por Gustavo de Hoyos- les haría bien poner sus ideas sobre la mesa y no querer camuflajearse con la derecha. 

Es mi humilde opinión. Nada está escrito.

Hernán Ochoa Tovar

Maestro en Historia, analista político.