Entre claroscuros y la encrucijada del PRI

Proyecto de reforma energética de López Obrador:

Entre claroscuros y la encrucijada del PRI 6 de octubre de 2021

Hernán Ochoa Tovar

Chihuahua, Chih.

“Todos vivimos bajo el mismo cielo, pero ninguno tiene el mismo horizonte” Konrad Adenauer. 

Decir que el proyecto de Reforma Energética presentado por el Presidente Andrés Manuel López Obrador ha dividido opiniones, resulta una obviedad. Por un lado, la oposición, a coro (PAN, PRD, MC), deploró el plan reformista esgrimido por el obradorismo; mientras, ideólogos y legisladores afectos al régimen, han defendido la enmienda a capa y espada. 

Empero, ha llamado la atención que la posición que tome el PRI se tornará como bisagra, pues bastarán sus votos para consolidar la reforma, o de plano descartarla. 

De ahí que se hayan dividido las opiniones fuertemente: Jorge Romero, a la sazón coordinador de los diputados del PAN en el Congreso de la Unión, ha dicho que si el PRI apoya la reforma en cuestión, la coalición electoral que han conformado (Va por México) se terminará, pues, dejó entrever, el ideario común acordado estaría siendo negado con un aval tricolor a una reforma de ese calado. 

Por otro lado, tanto el Presidente López Obrador, como Ignacio Mier (coordinador de MORENA en el Congreso de la Unión) han tratado de persuadir al tricolor de su acompañamiento. Suspicaz, AMLO recordó, en una de sus alocuciones matinales, que fue el ex Presidente Adolfo López Mateos (1958-1964) quien llevó a cabo la nacionalización eléctrica durante su sexenio; mientras el Gral. Lázaro Cárdenas (1934-1940) había puesto los cimientos de ese proceso, que culminaría exitosamente dos décadas después. 

Bajo estas cápsulas históricas, López Obrador le recordó al tricolor su rol histórico, deslizando que tenían la oportunidad de refrendarlo; o de abrazar las tesis neoliberales que habían contribuido a horadar hondamente su liderazgo y aceptación popular. 

Pero, antes de analizar el rol que jugará el tricolor en dicha enmienda, procederé a brindar mi opinión al respecto de la misma, pues, cual paráfrasis del poeta Campoamor, la misma ha sido juzgada según el lente de la ideología sostenida. 

Como lo sostengo en el título de la presente colaboración, sostengo que la reforma cuenta con claroscuros. Deslizando los argumentos presentados, me parece acertado que el gobierno federal desee mantener el predominio de la generación eléctrica sin llegar al monopolio, pues les concede a los privados la generación del 46% restante, cifra que, aunque es cuestionada por Sergio Sarmiento, me parece relevante, pues casi alcanza puntos iguales, tanto del mercado público como del privado. 

Además, en tiempos en los cuales el costo de la electricidad se hace privativo para grandes sectores; resulta cardinal que el estado conserve el predominio de sectores estratégicos, siendo la energía uno de ellos (concuerdo con lo que esgrimía el economista de la UNAM, Arturo Huerta, en ese sentido). 

Por otro lado, me parece acertado que el gobierno desee monopolizar la producción y explotación del Litio, estratégico mineral que, por su relevancia en las telecomunicaciones y en la informática, ha llegado a ser denominado como el “oro blanco del siglo XXI”. 

Creo esto porque, como se ha visto, la explotación minera por parte de privados, desde el inicio del siglo XX, ha mostrado importantes luces y sombras; y legar al estado su única explotación, viene a otorgar certidumbre, de manera semejante a como se produjo en los tiempos dorados del Uranio (URAMEX, dixit). 

Pero, por otro lado, hay aspectos de la reforma que sí me parecen cuestionables: volverá la CFE una empresa con “orden jurídico y patrimonio propio”, cuando la reforma energética del Pacto por México la transformó en una “empresa productiva del estado”, me parece querer regresar el reloj de manera innecesaria, pues ¡una empresa productiva del estado podría funcionar muy bien en un gobierno de izquierda! a mi juicio. 

Contrariamente, querer desaparecer los organismos autónomos relacionados con el ámbito energético (Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH); Comisión Reguladora de Energía (CRE); Centro Nacional de Energía (CENACE), me parece un despropósito. 

Esto porque, creo que la manipulación, la explotación y la regulación de la energía requiere de organismos y de reguladores imparciales y, al extinguirlos, se estaría dejando a la Comisión Federal de Electricidad como árbitro único, lo cual sí sería un retroceso que nos llevaría a los tiempos anteriores a la Transición a la Democracia. Si bien, estos organismos aguardan un bajo perfil desde la llegada del presente gobierno -pues han pasado a avalar las propuestas de la 4T, casi sin chistar-, proponer su desaparición sí me parece exagerado; creo que, como lo he sostenido en el pasado, deberían de reformarse para que funcionaran mejor, pero no desaparecerlos, aduciendo inoperatividad, o, peor aún, neoliberalismo. 

Como colofón, no veo que sea una “contrarreforma”, pues no busca estatizar, sino darle predominio al estado sobre el sector privado. Creo que se ha hecho bastante alharaca de un asunto que no lo amerita. 

En el mismo tenor, preocupa que la enmienda en cuestión enfoque sus baterías preponderantemente en cuestiones de organización y quehacer ideológico; pero soslaye, casi de manera olímpica, la cuestión de las energías limpias. 

Aunque algunos analistas han deslizado que, con la reforma energética en cuestión, el gobierno de la 4T pretende complicar la producción de la misma a privados; lo cierto es que las referencias en ese tenor resultan vagas y no abonan a lo concreto, como sí sucede en el ámbito programático. 

En adición, por tratarse de una reforma tan compleja, creo que debe ser discutida ampliamente y no ser aprobada “fast track”. Acertadamente, el tricolor ha propuesto que se delibere en un parlamento abierto, y que, por lo mismo “no hay apuro para aprobarla”, motivo por el cual, se ha comentado, podría ser avalada la víspera del mes de diciembre. Y, a pesar de las hondas discrepancias, tanto el PAN como MORENA parecen haber suscrito la propuesta tricolor. 

Finalmente, y como esgrimí en el título del presente artículo, habría que ver la propuesta que toma el tricolor ante tan importante dilema. 

Hasta ahora, los propios jerarcas del tricolor se han dividido, pues, tanto Alejandro “Alito” Moreno (líder del PRI a nivel nacional) como Rubén Moreira (coordinador de la bancada del PRI en el Congreso) no han expuesto una opinión precisa al respecto; mientras el gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat (cercano a la 4T, por cierto) ya dio su espaldarazo retórico a la reforma energética del gobierno de López Obrador. Habría que ver hacia dónde conduce esta complicada hoja de ruta: el gobierno de López Mateos nacionalizó la electricidad; pero los gobiernos neoliberales comenzaron su paulatina desincorporación. 

Y, aunque el gobierno de Peña Nieto, promulgó una ley energética bastante neoliberal; un sexenio antes, el PRI, por voz de Beatriz Paredes (a la sazón, lideresa del tricolor), atajó grandemente, la propuesta planteada por el gobierno de Felipe Calderón. 

En ese entonces, el nacionalismo fue el valladar que impidió la consolidación de la apertura. Habría que ver cómo actúan ahora: si el PRI se deja llevar por el pragmatismo; o por sus cimientos históricos. 

La moneda está en el aire, aunque, como cereza en el pastel, haré un temprano diagnóstico: dudo que Augusto Gómez Villanueva (decano diputado y ex Secretario de la Reforma Agraria del echeverrismo) vote en contra de la Reforma Energética de la 4T ¡Es cuanto! 

Hernán Ochoa Tovar

Maestro en Historia, analista político.