Chihuahua, Chih.
I.- Todos los que convivimos con Enrique Servín lo reconocemos por su enorme capacidad para conversar. Las pláticas con él podían extenderse durante horas. Tenía una memoria prodigiosa y una habilidad lingüística que le permitieron convertirse en gran conversador y en políglota. Entre los pasajes que Servín recordaba de alguna novela o algún cuento, los versos que citaba de memoria o que parafraseaba, y las anécdotas que contaba de su vida personal, las pláticas eran un constante goteo que destilaba sabiduría y belleza.
Servín era un conversador profesional. De hecho, es común concebir a la literatura como una conversación en movimiento que se extiende a lo largo de siglos, con historias y personajes que se repiten y se expanden, con metáforas y conceptos que se desdoblan a través de las palabras.
En una conversación, las historias, los personajes, las metáforas y los conceptos, son piezas que son movidas con mayor o menor habilidad por quienes conversan, en un ejercicio de cognición (los conocimientos y experiencia), memoria (los recuerdos), estética (belleza en el decir) y relación interpersonal (simpatía y empatía).
De forma similar a la literatura, quienes conversan en una plática común y corriente, juegan una especie de ajedrez con las historias, los personajes, las metáforas y los conceptos que son movilizados mediante la cognición, la memoria, la estética y las habilidades de relación interpersonal.
Una conversación es el arte de sumergirse en el lenguaje para sumergirse en uno mismo y en los demás con mayor o menor profundidad, para traer a la superficie del pensamiento y del habla las palabras precisas expresadas de la mejor forma posible.
Servín fue un maestro en el ajedrez de la conversación. Podía relatar el pasaje de alguna novela o algún cuento, o contar una anécdota personal, con belleza y sabrosura a la vez.
Podía poner en juego un personaje o un autor al que interpretaba de forma seria o jocosa. Podía citar algunos versos textualmente o parafraseándolos, apropiándose de ellos en una operación claramente intertextual propia de la literatura. Podía tomar algún concepto (religioso, político, etc.) y sumergirse en él para profundizarlo y ampliarlo.
Una parte de la literatura creada por Enrique Servín quedó en las conversaciones que no fueron registradas por escrito. La muerte trágica e injusta del maestro en días pasados, nos echa en cara esta pérdida. Con su muerte, Servín se lleva la literatura que produjo a través de sus múltiples conversaciones.
II.- La mejor parte de la obra de Enrique Servín está en la traducción literaria. Su mejor libro de traducción es “Anirúame. Historias de los tarahumaras de los tiempos antiguos” (2015).
En un artículo publicado en “El Diario de Delicias”, el escritor Juan Cristóbal Pérez Paredes refiere la traducción que Servín realizó del libro “Mirada adentro” de Li-Young Lee en la editorial Vaso Roto (“Enrique Servín. In memoriam”, 13 de octubre del 2019). En el fondo, la traducción literaria es una apropiación y una reescritura de la obra que se traduce. El poema, la narrativa o el ensayo traducido terminan convertidos en una escritura otra.
El libro “Anirúame”, tiene como fundamento cuatro operaciones que forman parte de los procesos de traducción literaria:
A) Es un libro que traduce los mitos del idioma y la cultura tarahumara al español.
B) Es una traslación lingüística de un idioma ágrafo, como el tarahumara, al lenguaje escrito del español. El tarahumara es un idioma originalmente oral que no tenía un sistema de escritura como lo tienen otros idiomas, con una semántica y una sintaxis que clarifican los significados, las reglas y las formas escriturales.
Este libro, junto con otros textos publicados a través del programa PIALLI (Programa Institucional de Atención a Lenguas Indígenas) forma parte de una serie de publicaciones que fueron impulsadas por Enrique Servín en su labor como promotor de la lengua y la literatura indígenas. La obra y la labor de promotoría de Servín, es fundamental en la traslación del lenguaje tarahumara de lo ágrafo hacia lo escrito. En esta parte resulta clave el libro “Ralamuli Ra'Ichábo¡ ¡Hablemos el tarahumar!” de Enrique Servín, publicado el año 2002 en la Colección Solar del ICHICULT.
C) El trabajo realizado por Enrique Servín para escribir “Anirúame” toma como base los métodos de investigación usados por la antropología. Servín estudio una maestría en la Escuela Nacional de Antropología e Historia y se desempeñó como maestro en esta institución. Sin embargo, la investigación realizada sobre los mitos tarahumaras no desembocó en la producción de un texto académico, sino en la creación de una obra literaria de gran valor histórico, cultural y sobre todo estético. Servín procuró meticulosamente, que al momento de trasladar la mitología tarahumara del lenguaje ágrafo a la escritura, y del idioma tarahumara al español, este fuera un procedimiento des-academizante (por afuera de las estructuras y camisas de fuerza de la academia) que diera lugar a la creación de una obra estética y mitológica, que desde el territorio propio de la literatura se aproximara lo más posible a la lingüisticidad y la belleza que habita el idioma tarahumara.
D) En la escritura del libro “Anirúame” Servín procuró una serie de mecanismos de traslación lingüística para des-occidentalizar la mitología tarahumara, para dejar a un lado los contenidos judeocristianos y registrar los contenidos genuinamente tarahumaras de raíces prehispánicas. Esto fue afirmado por el mismo autor en diversas entrevistas que le realizaron sobre el libro.
Es muy notorio que hay una contradicción entre los puntos B y D tratados en esta parte.
Por un lado, la traslación lingüística de un idioma ágrafo, como es el tarahumara, al lenguaje escrito, implica una apropiación y dominación cultural, castellanizante y occidentalizante. Por otro lado, el proceso de depuración para des-occidentalizar la mitología tarahumara que procuró Enrique Servín, tiene como base una tesis radical del postcolonialismo latinoamericano. De cualquier forma, bajo cualquier lógica, es imposible escapar de esta contradicción, Servín fue muy consciente de ello en la labor que hizo con las lenguas y la literatura indígena.
III.- En la poesía de Enrique Servín, pueden identificarse varias líneas de escritura, entre las cuales destaca la presencia de una disidencia. La obra poética de Servín se concentra en el libro “El agua y la sombra”, que ganó el Premio de poesía José Fuentes Mares en el año 2003. No es mucha la poesía publicada de este autor. Es muy posible que existan textos inéditos. Pero también es muy notorio que el escritor chihuahuense decidió publicar únicamente los textos que consideraba con el valor literario para ser publicados. Esto puede identificarse en el primer párrafo del prólogo del libro referido:
“… recojo casi la totalidad de los poemas que consideré terminados a partir de 1990 –o quizá un par de años antes- dejando fuera tan solo algunas piezas demasiado pretenciosas, intimistas o endebles. No ignoro que estos defectos han logrado, de todas maneras, infiltrarse en la presente selección.”
Esta declaración del poeta deja en claro una franqueza que resulta poco común. Si hay obra de poesía inédita de Servín, se tendrá que tener sumo cuidado respecto a la valoración realizada por el mismo autor. ¿De la obra poética, cuáles textos fueron considerados publicables por parte del autor, y cuáles textos fueron considerados no publicables? Este es un dilema que tendrá que ser enfrentado en caso de publicarse obra poética inédita de Enrique Servín.
En el mismo prólogo de este libro se identifica la poética del autor, concebida como una disidencia:
“Considero a la poesía, eso sí, como la más noble y generosa de las artes. La única que prescinde en lo esencial, de una elaboración física; la única también, y por la misma razón que escapa a los carnavales de los mercados y al lucro mercantilista, siempre degradantes. En una época como la nuestra, obsesionada por la acumulación de la materia y su peligrosa manipulación, amar a la poesía o intentar practicarla resulta un evidente ejercicio de la libertad y la disidencia.”
En esta declaración, que es clave para identificar la poética de Enrique Servín, hay una postura de corte marxista que es referida por el escritor Jesús Chávez Marín en una de las crónicas del libro “Te amo Alejandra” (2010): “Los comunistas regresamos cada minuto. Somos los indios de Chiapas o de la sierra Tarahumara, regresamos. En la inteligencia clara de Jaime García Chávez los comunistas regresamos. En la solidaridad cotidiana y gestora de Antonio Becerra; en los poemas de Enrique Servín, Rubén Mejía, Rogelio Treviño, Alfredo Espinoza, Micaela Solís…”
La referencia de Chávez Marín nos lleva a seguir los hilos de una poesía cuyas raíces son de izquierda en Chihuahua. Tal vez no una poesía comunista o una poesía marxista, pero sí, una poesía disidente construida desde una izquierda que sigue activa en la intelectualidad chihuahuense.
En el presente artículo, se aborda uno solo de los filos disidentes de la poesía de Enrique Servín, el que tiene que ver con los contenidos políticos y que se aproxima a las concepciones del marxismo.
Bajo la lógica de la disidencia política, próxima al marxismo, pueden leerse los poemas “Apuntes para cualquier himno nacional”, “Apuntes para una cartilla moral” e “Inauguración de la Cloaca Máxima” que son parte del libro “El agua y la sombra”. Este último poema es descomunal en su crítica a la política mexicana:
“Bravo por los retretes, el canal, las arcadas subterráneas:
de ahora en adelante nuestra escoria será menos visible.
El rey tiene una razón de ser, a qué dudarlo
hay cosas que deben conducirse
por debajo del agua, quién mejor que un político
para saberlo; una nación entera, en ocasiones
es su propio drenaje…”
Bajo este mismo tono de disidencia política está escrito el primer poema que Enrique Servín seleccionó para ser publicado en la antología “Fragmentos del insomnio” (2015). En este libro se incluyen poemas de los alumnos del taller literario “Alí Chumacero”, que Servín condujo por varios años. En el prólogo de este libro, Servín ensalza a la poeta Claudia Yvette Royval, una de sus alumnas, ya fallecida. El primer poema que Servín seleccionó para ser incluido en esta antología fue escrito por Royval:
“Seis años y el eterno y empecinado retorno de los monstruos
de la avaricia.
Seis años y los parásitos sin conciencia ni moral ocupando
los curules de la indolencia.
Seis años y el volver de la oligarquía pestilente.
En el país de los milagros y las mentiras
reinarán por siempre la corrupción y la estupidez.
Y yo observaré impotente, el desmoronamiento de una nación
que vendió su voluntad.”
La proximidad disidente entre los poemas de Enrique Enrique Servín y Claudia Yvette Royval es evidente. Por esta razón, Servín seleccionó el poema de Royval para que fuese el primer texto publicado en la antología del taller “Alí Chumacero.” La disidencia política que se identifica en la poesía de Servín, es uno de los filos de una disidencia mucho más amplia, que va más allá de lo político. Falta por investigar los demás filos disidentes en la poesía de este autor chihuahuense.