Chihuahua, Chih.
¿Está la moneda en el aire? ¿Quienes serán más? ¿Los que rechazan a López Obrador? ¿O quienes le apoyan?
Si bien el debate de los candidatos al gobierno de Chihuahua, organizado por el IEE, no concitó una mayor audiencia, sí reflejó de muy buena manera las filias y fobias presentes en la sociedad chihuahuense, rumbo a la elección del 6 de junio.
Si hubo dos protagonistas presentes en él, fueron el presidente López Obrador y el gobernador Javier Corral, éste muy por encima de su predecesor, César Duarte, a pesar de las reiteradas críticas del morenista Juan Carlos Loera a la panista Maru Campos de formar parte del pasado “duartista”, sin parar mientes que en las alforjas lleva un buen número de candidatos que formaron parte del staff formal, real, del ballenato; bueno, hasta una de ellas, Adriana Terrazas, fue la coordinadora de la campaña del no menos duartista Enrique Serrano; hoy, Terrazas pide el voto de los juarenses, envuelta en la bandera del morenaje.
Mientras por un lado un sector de la población es sumamente crítico de la actuación del presidente López Obrador; en el otro polo se encuentran quienes todo le elogian al presidente. Cada grupo se alinea con su bloque partidario, formal o fáctico.
El debate organizado por el IEE se convirtió en el evento en el que la clase política chihuahuense, toda, con la excepción de la de Morena, enjuició severamente al gobierno de López Obrador.
A su vez, el candidato oficialista, Juan Carlos Loera no modificó su estrategia, colocó en el centro de sus propuestas la estrecha relación con el gobierno federal y como principal objetivo el de fortalecer a “la 4T” en Chihuahua, además de señalar reiteradamente como cierta la acusación de que Maru Campos sí recibió dinero de Duarte.
Desde ya podrá señalarse que el principal protagonista del actual proceso electoral es el gobernador Javier Corral, su acusación en contra de la alcaldesa de Chihuahua y su vinculación a proceso (lo que no implica su responsabilidad), se ha convertido en el factor que más ha influido en las preferencias electorales.
De aparecer -meses atrás- como una elección que apuntaba como una en la que el PAN podría ganar con comodidad, no solo la gubernatura, sino la mayoría de las posiciones electorales, lo ocurrido recientemente pareciera configurar una muy apretada contienda, en la disputa de gobernador y las diputaciones locales, no así en las principales alcaldías en las que se va configurando un mapa político electoral claramente definido en el que el centro y el sur se pintaría de blanquiazul y el norte fronterizo alrededor de Juárez, guinda.
La disputa por las diputaciones federales apunta a que cualquiera de los bloques se alzará con una mínima ventaja -5 a 4 distritos entre ellos-.
Ahora bien, lo dicho anteriormente obedece a la lectura de las encuestas realizadas hasta ahora -incluida la de Reforma (21/V/21), que arrojó un empate técnico entre los punteros (38 por Maru, 37 por Loera)-, pero que puede esconder una sorpresa, otorgada por un aspecto, no reportado hasta ahora por ninguna empresa encuestadora: El porcentaje de abstencionismo, que puede ser alrededor del 47%, y cuya dimensión puede encubrir, en las encuestas, las verdaderas intenciones del voto de una parte importante de los ciudadanos.
Si bien todas las elecciones son particulares, la que ahora se celebra en Chihuahua es notoriamente singular.
Además de la cerradísima disputa sostenida por el gobernador Corral en contra de la candidata del PAN, Maru Campos, y la no menos áspera respuesta de ésta; los chihuahuenses le han otorgado las peores calificaciones -en el país- a los dos gobernantes, tanto a Javier Corral, como a López Obrador, por lo que los candidatos de sus respectivos partidos cargan -hipotéticamente- tan bajas calificaciones ciudadanas otorgadas a quienes debieran ser sus principales capitales políticos.
En ese sentido, pareciera salir mejor librado Juan Carlos Loera pues hay un buen grupo de chihuahuenses, ubicados en los grupos etarios de mayor edad y de menores ingresos, que evalúan bien al presidente López Obrador y con el que Loera no tiene contradicción alguna, al contrario.
En cambio, la panista ha debido asumirse como la principal antagonista del gobernador Corral, cuya gestión es un baldón para ella y que, por tanto, va en detrimento de su candidatura y su partido, por lo que el principal esfuerzo ha estado destinado a desligarse -o tratando de que el electorado la asuma como distinta- del también panista Javier Corral, aunque, ciertamente, el aldeano amanecido gobernador mucho ha contribuido para desligarse de la candidata.
¿Qué factor prevalecerá más al momento de que tomen la decisión, quienes no se identifican plenamente con alguno de los candidatos o partidos, y que resolverán su determinación en función de estos aspectos, y otros?
A su vez, como ya se ha reflexionado en este espacio, aún falta por evaluar la influencia de los candidatos a alcaldes de Juárez y Chihuahua en la elección estatal.
Otra vez pareciera que en ese sentido tienen un mejor escenario los de Morena, en particular el de Juárez, Cruz Pérez Cuéllar. Su candidatura no tiene conflicto de interés con el gobierno de AMLO, y aunque se habla de algunos roces con el candidato a gobernador, éstos no han trascendido al gran público.
A su vez, la candidatura del de la capital, Marco Adán Quezada, pareciera crecer más allá de las expectativas del equipo gobernante en la capital del estado.
Pero la sensación de rechazo generalizado a López Obrador en la capital y en Delicias-Camargo podría acentuarse en los días restantes, lo que no ha evitado el indudable efecto favorable generado por la vacunación COVID 19.
Ante ese panorama, y asumiendo que la competencia estuviese muy pareja, decisiones que tomaran eventualmente otros actores políticos podrían ser extremadamente influyentes, en particular la que asuma la candidata del PRI, Graciela Ortiz -sin duda, la que mejor desempeño tuvo en el debate- cuyas declaraciones, y la sugestiva conclusión en el debate, en el que no llamó a votar por su partido, sino por “la libertad, ante el embate de Morena”, no puede tener muchas lecturas; solo una, la de la posible declinación -así sea de facto- por la puntera de ese bloque político, Maru Campos.
Tal postura se correspondería con lo exhibido en el debate, en el que todo le fue criticado al gobierno morenista: El cierre de las estancias infantiles, la desaparición de los programas de apoyo a la producción agropecuaria, el saqueo del agua de las presas, la disminución de los recursos federales al estado; la desaparición de diversos programas de apoyo a municipios, la disminución de los recursos en materia de seguridad pública, la falta de medicinas, etc.
Y mal harán Loera, López Obrador y Morena en desestimar tales críticas, en buena medida están asistidas de razón, tanta, que el ataque inicial de Maru Campos en el debate se centró en el “saqueo del agua hecho por el gobierno federal”, tema que ha golpeado tan severamente a la 4T, como la acusación de los “moches” a Maru Campos.
Para refutarlos, Loera opuso como argumentos el derrame de recursos de los programas de bienestar y Sembrando Vidas, además del reparto de dinero a las madres que antes llevaban a sus hijos a las estancias infantiles.
Pero ni uno, ni otra, se detuvieron a reflexionar que la prestación del servicio de estancias infantiles es una responsabilidad del Estado Mexicano, y de ninguna manera para entregar dinero. Lo que deben hacer es construir estancias infantiles que otorguen el servicio de manera profesional.
Hay un aspecto que de ninguna manera puede dejarse de lado: El gobernador Corral no existió en las preocupaciones del candidato oficialista; ni una sola palabra de crítica puntual -solo afirmaciones generales a los gobiernos del “PRI y el PAN”- al desastroso gobierno de Javier Corral.
Y este no podía dejar de hacer su aportación a la picaresca nacional.
Ante la descalificación de los supuestos recibos de la nómina secreta, realizada por peritos invitados por Maru, el “aldeano” gobernador de Chihuahua, Javier Corral, ahora nos espetó que en la causa seguida en contra de Maru Campos,“… no se le vinculó por recibos o por firmas de nada; se le vinculó por el testimonio de decenas de personas, testimonios que afirmaron ante el juez cuándo le dieron el dinero, como lo recibió, incluso, cómo firmaba…”.
¿Entonces no existen pruebas documentales, solo declaraciones de los “testigos protegidos” por su gobierno? Que alguien le diga a Corral que ya cambiamos el sistema de justicia penal, que ya no bastan las declaraciones para inculpar a alguien, que debe presentar pruebas.
Mejor cállese.
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