Chihuahua, Chih.
Las ‘encuestitis’ políticas o encuestas de popularidad de los gobernadores y presidentes municipales es la nueva forma de realizar precampañas electorales, excesivamente anticipadas, sin riesgo alguno de ser sancionado por los órganos electorales.
Para Alejandro Moreno, las ‘encuestitis’ electorales no solamente hacen referencia “a la proliferación de encuestas sobre preferencias y opiniones políticas; sino también al papel retórico que juegan las encuestas en el discurso político y mediático durante las campañas”.
“Si bien es cierto que las encuestas juegan papeles informativos y roles estratégicos; también pueden contribuir a la confusión, sobre todo las que preguntan sobre intención de voto”.
Para Natividad Castrejón, “uno de los problemas que hoy nos presentan las encuestas, es que han surgido tantas casas encuestadoras que de pronto pareciera una nueva torre de Babel, cada una trae su propio lenguaje”. De tal manera que “las estadísticas se pueden manipular de mil formas para acomodarlas al gusto del cliente, ya que sus supuestos estudios de opinión carecen de todo rigor técnico…”
Por lo tanto, las encuestas no deben ser interpretadas como el reflejo fiel de la opinión pública. A pesar de ello, “el protagonismo que tienen las encuestas en el mundo moderno es inobjetable. Han pasado a formar parte de la información que diariamente nos llega a través de la radio, la televisión e Internet”.
Al extremo de que “la fiebre por las encuestas y por las cifras” ha generado en los gobernantes en turno la ‘necesidad imperiosa’ de pocisionarse ante la opinión pública como un “actor político eficiente y confiable”; a pesar de que dicha percepción mediática sea falsa y tendenciosa.
Tal y como acontece en nuestro Estado, en tratándose de las encuestas de popularidad -vía telefónica- más recientes, que a continuación se mencionan:
En octubre del 2021, la empresa encuestadora ‘Massive Caller’ publicó los resultados de una encuesta en la que el alcalde capitalino de Chihuahua, Marco Bonilla, “se ubica dentro de los mejores alcaldes de México en los índices de aprobación y confianza”. Siendo el único alcalde chihuahuense que aparecía “en el ranking nacional”.
Yo me pregunto: ¿Es posible calificar, objetiva y eficazmente, el desempeño político de un gobernante a escasos 30 días del inicio de su gobierno? ¿Acaso no es obligación moral del gobernante favorecido, el dar a conocer a la opinión pública la información completa de la encuesta?
Hace unas semanas, la encuestadora nacional ‘Rubrum’, destacó que el alcalde de Chihuahua Capital, “se ubica en el segundo lugar entre todos los alcaldes de las ciudades capitales de los estados, en trabajo y desempeño, así como en cercanía con la población”.
Al respecto, debe precisarse que en esta encuesta, no participaron los ediles de las ciudades que son más importantes que las capitales estatales, como son, entre otras, Cd. Juárez, Torreón, Acapulco y San Pedro Garza.
Por su parte, el edil fronterizo, Cruz Pérez Cuéllar, dio a conocer otra encuesta realizada por la empresa “Demoscopia Digital”, en la que Cruz aparece como el mejor presidente municipal en el Estado, arriba del edil capitalino Marco Bonilla.
Por último, en la encuesta “El ranking de Alcaldes”, realizada por la empresa “C&E Campaigns and Elections’ en la que se “califica el desempeño de los alcaldes, apartándolo del tema de popularidad”; ni Cruz Pérez Cuéllar, ni Marco Bonilla, aparecen entre los 10 mejores presidentes municipales del país.
De nueva cuenta, me pregunto: ¿Es posible calificar, objetiva y eficazmente, el desempeño político de un gobernante a escasos 8 meses del inicio de su gobierno?
A mi parecer, tanto Cruz como Marco, pretenden promover su imagen política con estrategias publicitarias (encuestitis); y de esta manera, ocultar no solo las graves deficiencias de su gobierno, sino también, su evidente incapacidad para elevar la calidad de vida de los vecinos de estos dos municipios.