Chihuahua, Chih.
La 4ta transformación para la ultraderecha es, ni más ni menos, que un infierno. No es nada nuevo. Desde la época colonial y postcolonial, su lema ha sido siempre la de “religión y fueros”, esto es, la imposición de la religión católica y la preservación de la “Santa inquisición” de los tribunales eclesiásticos y militares para castigar a los “herejes”.
Desde el inicio de la rebelión independentista encabezada por María Morelos y Pavón, Vicente Guerrero, los aristócratas criollos se opusieron abiertamente a los insurgentes e incluso a los realistas autonomistas.
Al ver amenazados sus privilegios con la ratificación de la Constitución de Cádiz promulgada en 1812 en España y sus dominios, no les quedó de otra que aceptar la separación de la Nueva España. Quienes en un principio combatieron a los insurgentes, se vieron obligados a tomaron la bandera independentista.
Uno de ellos era Agustín de Iturbide, quien convenció a Vicente Guerrero a aliarse para consumar la independencia, pero no acorde con la Constitución de Apatzingán, sino mediante un Acta de independencia del Imperio Mexicano, mediante la cual se nombró Emperador e impuso al naciente Estado, la monarquía como forma de gobierno.
En la segunda transformación de México de la Reforma Liberal encabezada por Benito Juárez, los conservadores monárquicos e inversionistas extranjeros franceses e ingleses, herederos de las élites del virreinato, fueron derrotados por los liberales en la segunda mitad del silo XIX.
Antes de concluir la Guerra de Reforma (1858 a 1861) se promulgó la Constitución de 1857, la cual abolió la esclavitud, desapareció los fueros militar y eclesiásticos e impuso la libertad de enseñanza y de cultos.
Desafortunadamente, el porfiriato dio al traste a la Reforma Liberal. Porfirio Díaz gobernó como un autócrata desde 1876 hasta 1911, quien si bien es cierto generó avances importantes en el desarrollo económico y comercial, plantas industriales, sistema ferroviario, mejoramiento de puertos, obras públicas, otorgó jugosas concesiones a compañías extranjeras francesas, ingleses y norteamericanas, las cuales acapararon casi la totalidad de la minería, el petróleo y los ferrocarriles, tal y como lo hicieron siglo y medio después los iconos del neoliberalismo Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
A la par, Porfirio Díaz favoreció a los terratenientes incrementando sus propiedades por medio de la asignación de terrenos comunales que pertenecían a los indígenas que fueron despojados de sus tierras y reprimidos violentamente, al igual que a los trabajadores mineros de Rio Blanco y Cananea que se levantaron en huelga en 1906 y 1907. Y, por si fuera poco, también desatendió la educación laica y la política de secularización de 1859 impulsadas por la Reforma Liberal.
Esa dictadura generó un hondo hartazgo social y dio cauce a la tercera transformación social de México: la revolución de 1910 a 1917, encabezada en su inicio por el liberal Francisco y Madero y posteriormente, por los caudillos Emiliano Zapata y Francisco Villa, y los caciques Venustiano Carranza, Adolfo de la Huerta, Álvaro Obregón y Plutarco Elías calles.
Justo en el período de gobierno de Elías Calles y en respuesta a la nueva constitución de 1917, la ultraderecha contemporánea sinarquista, propició en los años treinta la revuelta armada cristera, que dejó una estela de muertes y dio origen a finales de los años treinta a la Unión Nacional Sinarquista, al Partido de Acción Nacional, ubicado en aquel entonces como demócrata cristiano y años después, al Partido Demócrata Mexicano fundado por el sinarquista Gollaz.
A partir de la década de los cuarenta y cincuenta años, surgen organizaciones empresariales como Canacintra, Concamin, Concanaco y la Coparmex que, en mi modesta opinión, podemos definir como derecha liberal
No es casual por tanto que el proceso de la 4ta Transformación que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador (no Morena), sea objeto de insultos grotescos, acusado de “comunista”, vejete, inútil, por parte de la derecha sinarquista (Frenaa) que exige su renuncia, encabezada por Gilberto Lozano, ex director de FEMSA, uno de los conglomerados más importante de México, que incluye entre sus negocios a los OXXO y OXXO GAS; tiene acciones de HEINEKEN, farmacias, y Coca -Cola FEMSA, una de las mas grandes embotelladoras de las marcas de refrescos.
La derecha defensora del neoliberalismo, por su parte, se opone a que el Estado regule las políticas económicas y financieras, el mercado y la competencia entre el sector privado y el público. La encabeza el magnate Claudio X González y el líder de Coparmex Gustavo de Hoyos.
Gustavo de Hoyos reveló que integrará este mes una agrupación que llevará el nombre de “Yo sí por México”, a la cual se integraran diversos grupos entre los que sobresalen los Chalecos México (antes chalecos amarillos), la Comisión Mexicana de Derechos Humanos, Futuro 21, Hijas Mx, Fundación Carlos Abascal, que –afirma—nada tiene que ver con FRENAA, como dijo el presidente en su mañanera, pues ellos están en pro de “el diálogo y la unidad; el derecho a pensar diferente; un México más justo; el combate frontal a la corrupción; a escucharnos unos a otros, sobre todo a otras”.
Me parece que la derecha liberal, a diferencia de la ultraderecha está consciente que no habrá reversa a la 4T por lo que buscan negociar con AMLO un acuerdo similar de Agustín de Iturbide con Vicente Guerrero en la primera transformación de México.
Veremos y diremos en que termina esta perenne confrontación historia, entre liberales y conservadores.
Espero que la ultraderecha de Frenaa, no demande la renuncia del Papa Francisco quien en su nueva encíclica “Fratelli Tutti ” (Hermanos todos) publicada el domingo pasado, criticó el “dogma de fe neoliberal” y que la agrupación empresarial de la derecha liberal “Yo sí por México” entienda que no todo se resuelve con la “libertad de mercado” y que los partidos políticos de la derecha comprendan que es necesario habilitar una sana política que no esté sometida al “dictado de las finanzas” y, agrego yo, a la corrupción y la impunidad que tanto daño ha causado a nuestra endeble democracia.
Lo de la derecha política corrupta y la falsa izquierda, lo dejaré para el día de muertos.