Chihuahua, Chih.
Del muro de un internauta:
Yo no destrozo ni pinto
Pero ahora al ver la saña con la que matan a mujeres y niñas ya no me parece…
Los vidrios se reponen, las pintas se limpian.. esos edificios están asegurados…
Pero las asesinadas no regresan.
Las violaciones no se limpian.
Las secuestradas y desaparecidos aún siguen sin aparecer …
A simple oído parecía una reminiscencia de los 70’s del siglo pasado, pero fijándose más se oía nítidamente: ¡El que no brinque es charro!
Las jóvenes del plantel 10 del Colegio de Bachilleres (de la ciudad de Chihuahua), acompañados de no pocos de sus compañeros, tomaron como base el viejo cántico de las marchas sindicalistas del siglo pasado: ¡El que no brinque es “charro”! En alusión a los dirigentes sindicalistas del viejo régimen.
Esas manifestaciones, ocurridas, también, en varios planteles de educación media superior en la entidad, sumadas a las presentadas en las principales calles de las dos urbes mayores chihuahuenses, así como las “pintas”, cartulinas, consignas, denuncias a voz en cuello, efectuadas por miles de mujeres dan cuenta de la profundidad y vastedad del hartazgo femenino que, a su vez, evidencian la gravedad de la misoginia enraizada en la sociedad, que ya provocó un verdadero genocidio.
Las manifestaciones tuvieron un rasgo en común: La infinidad de denuncias de violaciones, acosos y agresiones sexuales, acompañadas en muchos casos de los nombres de los agresores, compañeros de escuela o trabajo, familiares, funcionarios, jefes laborales, maestros, directivos escolares, etc.
Como lo dijeron y escribieron en todos los tonos, en todas las manifestaciones, las pintas se borran, los edificios se reparan, pero las violaciones no se olvidan, las asesinadas nadie las recupera, las desaparecidas, desaparecidas se quedan… nada vuelve a ser igual.
Tragedias tan brutales quisieran esconderlas quienes claman, a voz en cuello, que están de acuerdo en las demandas y denuncias de las mujeres, pero que así no son los modos.
E indignados alzan la voz para criticar acremente el incendio de las puertas y ventanas de Palacio.
Más aún, critican -individuos, funcionarios y medios de comunicación, por igual- la furia de las manifestantes, su indignación y la rabia que las lleva a efectuar pintas tras pintas con leyendas que evidencian, al mismo tiempo, el dolor, la impotencia y el enorme coraje originados por las constantes agresiones sufridas por las mujeres, a niveles verdaderamente insoportables.
Se admiran de que en las acciones de las manifestantes se advirtieran lo que es, evidentemente, una diligente preparación de las marchas. ¡Pues claro, llevan años manifestándose y los resultados son peores cada vez más!
En todo eso no dejan de sorprendernos los dirigentes partidistas, especialmente los de Morena y su principal oposición, el PAN.
Unos y otros actúan como si lo hecho por ellos en los distintos niveles de gobierno hubiese marcado diferencia en este tema.
Ahora el panismo chihuahuense, para explicar superficialmente las tremendas movilizaciones feministas del pasado miércoles, acusaron a Morena de orquestar los desmanes.
A su vez, los diputados morenistas criticaron la falta de seguridad otorgada a la marcha; lo hicieron, ellos, que no han elevado la más mínima crítica al gobierno federal que en la práctica desapareció las estancias infantiles, las escuelas de tiempo completo y que ha disminuido abruptamente, en el Presupuesto de 2023, los recursos a los programas dedicados a mujeres.
Y es que, a diferencia de otros años, la actual administración estatal sí cometió gravísimos errores.
Si ya Maru Campos había anunciado que no adoptarían medidas extremas para afrontar la manifestación.
¿Quién dio la orden para que desde el interior de Palacio se lanzaran gases lacrimógenos?
Peor aún ¿Quiénes son, quién es su jefe, a qué dependencia pertenecen los individuos que lanzaron dos petardos -bombas de humo dicen otros- desde el segundo piso de Palacio en contra de las manifestantes?
¿A quiénes se les ocurrieron tales operativos?
¡Por supuesto, que esas fueron, literalmente, provocaciones que cayeron en terreno fértil?
¿Acaso no hubo mandos que previeran, que conocieran el estado de ánimo de la mayoría de quienes acuden a las manifestaciones del 8M en los últimos años?
¿Acaso los mandos de las policías estatales y municipales no se han enterado del elevado crecimiento de la violencia doméstica, en el país, pero en Chihuahua aún más, pues somos en ese rubro, también, una de las entidades lideresas?
Por supuesto que estas movilizaciones siempre habrá participantes que por distintas razones pueden cometer peores destrozos, pero siempre será ilógico calificar a una movilización, como la que ahora comentamos, por las acciones de unos cuantos.
Razones las hay para tanta indignación femenina.
Sobran los episodios. “Estudiantes del Colegio de Bachilleres 10, se manifestaron el día de hoy en las instalaciones de dicho plantel; esto luego de que en el marco del 8M ellas denunciaron a profesores y estudiantes que las han violentado. "Hicimos una manifestación pacífica y no les gustó; expusimos los nombres de los violentadores e inmediatamente las autoridades los retiraron", expresó una de las estudiantes que participó en la protesta. (Nota de El Diario, 11/03/23).
Más. “En lo que va de la actual administración, se han registrado 38 abusos sexuales por parte de profesores y se ha detenido a 69 profesionales de la educación entre 2022 y 2023 por delitos sexuales. Las detenciones se han realizado por abuso sexual, violación u hostigamiento hacia las y los alumnos…”. (Nota de Venessa Rivas, El Heraldo de Chihuahua, 7/03/23).
Varios años atrás, en uno de los escasos momentos de lucidez como gobernante, Javier Corral anunció que las pintas efectuadas en Palacio de Gobierno no se quitarían hasta tomar nota de las denuncias de cada una de ellas.
Fue, como casi todo en su administración, un momento para los reflectores porque después, nada.
Hoy, Maru está obligada a concretar lo que anunció Corral. Aparentemente iniciaron con la recopilación de las denuncias escritas en el Palacio de Gobierno.
Deberán iniciar algo que sería ejemplar en el país: Iniciar procesos penales contra todos y cada uno de los agresores denunciados en las pintas del pasado 8 de marzo.
Detrás de cada pinta con el nombre del agresor, hay no solamente una historia de dolor, impotencia y vergüenza que llegan a abrumar a las víctimas; de graves afectaciones anímicas de cada una de las agredidas, así como serios desequilibrios familiares y laborales.
Pero también una estela de frustraciones ante el nulo interés de las autoridades judiciales y prejudiciales, cuando las afectadas llegan al extremo (siempre difícil) de acudir a presentar la respectiva denuncia.
Entender proceso tan complejo, tan doloroso, sería, apenas, el primer paso para enfrentar la enorme tragedia en la que viven la absoluta mayoría de las mexicanas. “En México, 7 de cada 10 mujeres mayores de 15 años sufren violencia…” Es un verdadero genocidio, “al menos 50.5 millones de mujeres han padecido algún acto violento: Inegi”. (Nota de Rafael López Méndez, Milenio, 30/08/22).
Por ello, el hecho de que la manifestación del pasado miércoles en la capital chihuahuense adquiriese niveles máximos, al grado de que fuesen incendiadas varias ventanas del Palacio de Gobierno, fue la oportunidad de oro para que la misoginia se manifestara, en todos los estratos de la sociedad y medios de comunicación; para que al grito de criticar el vandalismo, en realidad se ocultara la magnitud, no solo de las manifestaciones, sino del problema que sufrimos.
*Columna de Plata-APCJ: 2008, 2015, 2017 y 2022
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