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El progresismo de izquierda y los embates contra la lucha feminista

El progresismo de izquierda y los embates contra la lucha feminista 29 de septiembre de 2020

Leonardo Meza Jara

Chihuahua, Chih.

El día de ayer, la movilización feminista en la ciudad de México fue contenida de forma violenta por la policía. Lo que de inicio se observa es un círculo de violencias que no cede, que se expande desde lo social hacia lo gubernamental.

Se identifican tres formas de violencia que son retroactivas entre sí:

En primer término, hay una violencia en contra de las mujeres que durante la pandemia ha crecido exponencialmente. Las cifras de violencia en contra de las mujeres son sumamente preocupantes. En el estado de Chihuahua está a punto de declararse la alerta de género, que ha sido dilatada artificiosamente por los gobiernos estatal y federal.

En segundo término, el movimiento feminista irrumpe con violencia en la manera de manifestarse. Ante la violencia creciente en contra de las mujeres, las colectivas feministas han optado por irrumpir social y políticamente con violencia en contra de lo que consideran una abulia social y una ineptitud gubernamental.

¿Por qué razones las feministas han protestado con violencia, grafiteando y dañando bienes públicos y privados? Porque el uso de vías pacíficas para manifestarse no ha logrado contener la violencia feminicida. Porque la falta de sensibilidad y compromiso por parte de las autoridades gubernamentales ha terminado convirtiéndose en un oprobio y un cinismo en contra de las mujeres que protestan. Porque el coraje y las lágrimas han hecho erupción con un ímpetu que ha pasado de lo políticamente correcto a lo políticamente incorrecto, en un tiempo histórico marcado por la violencia y por la sangre de miles de víctimas que son parte de la ola de los feminicidios y las víctimas del crimen organizado. La paciencia y la tolerancia se agotaron, eso está más que claro.

En tercer término, se deja ver la violencia gubernamental en contra de las manifestaciones feministas, que se ha hecho presente en León, ciudad Juárez, la ciudad de México, etc. Ante la incapacidad de contener la violencia en contra de las mujeres y ante la incapacidad de tratar las protestas feministas mediante vías políticas basadas en el diálogo y el entendimiento, los gobiernos optan por la violencia policial para detener las movilizaciones y las protestas de las mujeres.

En el gobierno de Claudia Sheinbaum, los mecanismos policiales de carácter punitivo en contra de las movilizaciones feministas, han sido referidos como "encapsular el avance de una manifestación”. En los noticieros nocturnos del día de ayer, se transmitieron las imágenes de la táctica del “encapsulamiento” que contuvo las protestas feministas. ¿Pero, qué es un “encapsulamiento”? ¿En qué consiste esta estrategia policial que ha venido implementándose para contener los avances de las protestas feministas?

De inicio se observa, que las estrategias políticas para atender un problema social como el de los feminicidios se convierten en estrategias policiales. Se hace manifiesto el paso de lo político hacia lo policial, en el tratamiento de las demandas de las mujeres.

Pero, más allá de lo meramente policial, en la estrategia del “encapsulamiento” se dejan ver los indicios de una táctica militar, de una táctica de guerra. Al “encapsular” una movilización que transita por las calles de la ciudad de México, las manifestantes son rodeadas en sus diferentes flancos y son obligadas a desistir del avance mediante una barrera de granaderos que hacen uso de sus escudos, de gases lacrimógenos y de otros artefactos de contención, que en el fondo son represivos.

La estrategia de contención del “encapsulamiento” proviene de las tácticas militares, cuya lógica es detener los avances del “enemigo” a través de la ocupación o desocupación de territorios que se consideran estratégicos.

En las luchas feministas, el escenario de confrontación de carácter político, queda entonces atravesado por componentes policiales, e incluso militares, respecto a los avances y la ocupación de territorios clave. Lo que se observa en lo anterior, es un escalamiento del conflicto.

El día de ayer, haciendo uso de los procedimientos añejos que fueron implementados por la Dirección Federal de Seguridad en los años de la guerra sucia, Claudia Sheinbaum descalificó a las feministas que tienen tomada la CNDH mediante la lectura de la ficha signalética de María Beatriz Gasca Acevedo y sus presuntas conexiones con la empresa GINgroup.

Y lo peor del caso, la descalificación y estigmatización que el gobierno de Sheinbaum desata en contra de las feministas que tienen tomada la CNDH, carece de evidencias y argumentos suficientes. Las declaraciones de Sheinbaum en contra del movimiento feminista tienen la forma de una coartada que busca denostar mediante una narrativa dudosa, al movimiento feminista.

Por un lado, haciendo uso de estrategias policiales, el gobierno de la ciudad de México desata una cruzada de “encapsulamientos” en contra de las movilizaciones feministas, para contener los avances territoriales y políticos de la protesta social.

Por otro lado, haciendo uso de las peores tácticas de inteligencia gubernamental heredadas de los tiempos de la guerra sucia, el gobierno de la ciudad de México intenta descalificar y estigmatizar al movimiento feminista.

Cuando los gobiernos progresistas de izquierda emprenden cruzadas en contra de los movimientos de izquierda, como en el caso del feminismo, se dejan ver tres cuestiones:

A) La ruptura de un pacto entre las izquierdas, que fue uno de los pilares que condujo al triunfo electoral de esta fuerza política en las elecciones del 2018.

B) Una confrontación cada vez más abierta y más sustantiva entre las izquierdas, que muy posiblemente, se irá incrementando en lo que sigue.

C) Un conjunto de virajes que se hacen manifiestos específicamente en la izquierda que ha asumido el poder, que en algún momento arropó e impulsó las causas feministas y que comienza a convertirse en una fuerza de contención del feminismo, en una coyuntura política que está definida por la violencia y la polarización.

Lo que en el fondo se deja ver, son las transformaciones ideológicas y políticas que la izquierda en el poder va construyendo para sí misma, en la medida de sus posibilidades y sus voluntades gubernamentales. 

Estas posibilidades y estas voluntades, están atravesadas por un ejercicio del poder que merece ser analizado y criticado a profundidad.