Chihuahua, Chih.
“Hoy terminan 80 años de prohibicionismo”: Germán Martínez Cázares (Senador MORENA)
A finales de la semana pasada, el Senado de la República aprobó incrementar la cantidad de mariguana permitida por usuario (hasta 28 g), en un intento por avanzar en dos vías: por una parte, en una eventual descriminalización; y por otra, en una reducción de las condenas que, hasta ahora, han saturado las prisiones del estado y del país, inmuebles que, como sabemos, están saturados de presos quienes purgan condenas relacionadas con delitos contra la salud en diversas magnitudes.
La permisividad que se dio a partir del miércoles pasado, permite avanzar en la materia, así sea un poco. A continuación, explicaré los motivos por los cuales, considero que la presente reforma es pertinente, no obstante sus limitados alcances.
Durante muchos decenios, el gobierno de México se ha abocado a perseguir la comercialización y el tráfico de narcóticos. Desde aquellas escenas, dignas de películas de Joaquín Pardavé, donde los gendarmes del Distrito Federal perseguían a los traficantes de una manera rudimentaria; hasta las series contemporáneas, donde se ven las confabulaciones, los intríngulis y la violencia consustancial al proceso mismo; la narrativa no ha dejado de ser la misma, por más de siete décadas: la droga es mala y hay que perseguirla, aunque ello amerite cárcel de por medio, y eventualmente pueda generar un círculo vicioso de violencia y criminalidad.
Hasta ahora, esta narrativa se ha visto escasamente modificada ¡Hasta el gobierno de la 4T, tan ávido a modificar las decadentes estructuras del pasado, se ha visto en la imperiosa necesidad de utilizar a las Fuerzas Armadas, la Marina y la Guardia Nacional en su combate, no obstante su rechazo tácito a la violencia¡ Y es que es un problema multifactorial, con una resolución que se antoja compleja. Empero, el paso dado por el Senado resulta, a juicio del escribiente, sumamente relevante.
A pesar del contexto punitivo en el cual se desahogó la polémica enmienda (el periodista Sergio Sarmiento aduce, en su columna del 24 de noviembre, que el acto en cuestión se llevó a cabo no por iniciativa de la “conservadora clase política nacional” (sic), sino por mandamiento de la Suprema Corte), considero que brinda alternativas, a un cruento problema devenido en conflicto que, a décadas de su implementación, y a casi tres lustros de su proclamación (la polémica “Guerra Contra el Narcotráfico, declarada por el ex Presidente Felipe Calderón, días después de su asunción, en diciembre del 2006), una bocanada de aire fresco que permite explorar alternativas.
En efecto, la legislación avalada por el Senado de la República, da pie a poco margen de acción. Empero, permitir la portación de una dosis mayor por parte de los usuarios; la constitución de “cooperativas canábicas” de un número reducido de miembros; así como la constitución del Instituto Nacional de la Cannabis (jocosamente denominado Motamex por Sarmiento, cabe aclarar), que regule las iniciativas en cuestión; representan un avance singular, contra un pasado y un presente en los cuales el conservadurismo y el esquema persecutorio, habían sido más la regla que la excepción, utilizando como metáfora, la frase de Walter Benjamín.
Aunque la legislación gozaba de cierta idoneidad, la misma no fue avalada por la totalidad de los senadores, sino que, como era de esperarse, recibió críticas por partes de los flancos izquierdo y derecho del Senado.
Aunque algunos senadores conservadores festinaron su aprobación (destaca la intervención de Germán Martínez Cázares quien, no obstante ser legislador morenista, resalta por su talante tradicionalista en el pasado reciente; también, los senadores por Chihuahua, Gustavo Madero y Cruz Pérez Cuéllar, votaron a favor, aun y con sus sendas diferencias partidarias), la voz del ex líder del PAN, devenido en legislador, Damián Zepeda, fue la voz discordante en un Senado que se distinguía por celebrar una reforma progresista.
A este respecto, Zepeda dejó entrever que, como había sido concebida la ley era peligrosa, pues, permitiría a los jóvenes, iniciarse -con mayor facilidad- en el consumo de la hierba en cuestión.
En el espectro contrario, la morenista Jesusa Rodríguez (conocida activista por el consumo) dio a entender, en su acertada alocución, que la propuesta avalada por su propia bancada “se había quedado corta”, esgrimiendo que, en otras partes del mundo, las enmiendas encauzadas en este calado, habían llegado más lejos, y habían abolido, más de tajo, el esquema punitivo preexistente, cosa que, señaló, no ocurría en la legislación mexicana.
En consonancia con lo señalado por los senadores, considero que la reforma aprobada es positiva.
A pesar de que, pienso, el consumo de drogas es un problema de salud pública y entraña riesgos para la integridad de las personas, creo que las prohibiciones, como se han establecido (a nivel nacional e internacional), no han llegado a ningún lado, sino todo lo contrario. Baste recordar la Ley Seca, implementada por el gobierno norteamericano en la década de 1920: la prohibición del alcohol, durante un decenio, sólo ocasionó el empoderamiento de las mafias (neoyorquina y bostoniana, por ejemplo), las cuales se dedicaban al contrabando de licores; mientras en las fronteras se llevaban a cabo actividades análogas.
Una prohibición surrealista no terminó con el alcoholismo ¡Pues lo mismo ha ocurrido con las drogas a lo largo de casi ocho décadas¡ ¡Más, desde los 1970s, cuando el ex Presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, estableció la “Guerra Contra las Drogas” y exigió una mayor criminalización de los narcóticos a los países aliados de la Casa Blanca!
Cabe destacar que, en la década de 1930, el propio Gral. Cárdenas había llegado a comprender esto.
Durante su gobierno, se crearon dispensarios, controlados por la Secretaría de Salubridad, para proveer de dosis a los adictos, en aras de que el problema de la drogadicción fuera visto como un asunto de salud pública y no de seguridad nacional.
Empero, el analista Froylán Enciso esgrime que, la víspera de la Segunda Guerra Mundial, las presiones del gobierno de Franklin Delano Roosevelt fueron tan fuertes, que el gobierno cardenista se vio forzado a abandonar su enfoque alternativo, para no ser retomado jamás; o, por lo menos, hasta ahora.
Espero que la legislación en torno a la mariguana implique una vuelta de tuerca en la política antidrogas nacional.
Diversos países, como Holanda, Portugal y Uruguay, ya han llevado legislaciones progresistas y han tenido mejores resultados que la interminable “Guerra contra las Drogas”. Si ello se apareja con el enfoque educativo y disuasivo, que ha tratado de echar a andar el gobierno de la 4T, podría contar con desenlaces alternativos.
Los vicios existen y no van a terminarse con prohibicionismo, sino con información. La asignatura pendiente es colosal, pero se ha dado un paso importante, bajo una prospectiva distinta y acertada, por lo menos de manera coyuntural.