El primer eslabón de la corrupción

El primer eslabón de la corrupción 16 de febrero de 2018

Mariela Castro Flores

Chihuahua, Chih.

“¡Ah! Pero están muy ocupados en emitir leyes de a ver cómo le hacen para quitarle el nombre y el apellido al acta de nacimiento o cómo le hacen para casarse entre maricones o qué se yo ¿verdad? Son situaciones que no podemos permitir. Hay cosas fundamentales aquí que hay que cambiar”

Joaquín Gilberto Treviño Dávila, Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción.



Tremendo desliz el del Comité Ciudadano del Sistema Estatal Anticorrupción destapado ayer al elegir a Joaquín Gilberto Treviño Dávila como integrante del Comité Estatal de Participación Ciudadana por un periodo de hasta dos años. Del dislate se desprenden varios puntos que bien valdrían la pena mencionarlos porque entre la participación ciudadana y la representación, hay un mar de distancia y sobre todo, este caso es emblemático de cómo una herramienta necesaria para el abono a la construcción de la vida democrática del estado, eventualmente puede revertirse y perpetuarse en lo que se pretende combatir.

El proceso de selección constó de exámenes de conocimientos técnicos y entrevistas. Ahí ocurrió el despropósito de la infortunada comisión, la elección del sujeto antes mencionado a pesar de haber expresado en entrevista dichos homofóbicos en los que no solo dejó ver su constructo retrógrada de ideas, sino su amplio desconocimiento del quehacer legislativo y peor aún, de lo que implica en una sociedad como la nuestra, que pretende adaptarse a la modernidad y tener un gobierno de leyes e instituciones, contar con los derechos humanos como rectores de gobernabilidad y paz social.

Pero, ¿por qué una decisión de tales dimensiones? ¿cómo pudo ser que a ninguno de los nueve Comisionados del Sistema Estatal Anticorrupción les molestaran tales dichos? ¿de modo deliberado decidieron ser omisos? Cierto es que hubo tres rondas para la designación y en la primera no hubo consenso, pero en el desarrollo de la dinámica se descartaron mejores perfiles que el de Treviño Dávila.

Respondiendo a entrevista, el ingeniero de profesión citó la Ley de Adquisiones (mal, por cierto) para poner un ejemplo de lo que -en base a su criterio- es más importante atender, en vez de trabajar en asuntos de primer orden como lo son los que atañen a la dignidad de las personas.

Aquí va la primera consideración: el pensamiento del representante de la CMIC no es único, de hecho, es representativo de un sector amplio de la población que constituye una élite que conforma el empresariado, gran parte del sector gubernamental y parte de los cuerpos legislativos que posteriormente diseñan política pública, la academia y grupos religiosos que lo han convertido en una herramienta de presión política teniendo como capital al pueblo y su fe, la apatía, abulia, o desánimo por los pocos empeños de modificar sustancialmente las condiciones en que se nos gobierna o se hace política. Treviño es la representación de la corriente (de derecha) que es adversa a los cambios políticos, sociales y económicos radicales que se oponen al progresismo, o sea, a reconocer que las personas -todas- tenemos derechos.

El día de ayer, la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado, conformada por representantes de todos los partidos políticos se pronunció, discutió y posicionó a favor de la inmediata destitución del personaje en cuestión; sin embargo, a pesar de la ineludible coincidencia, las diferencias divergieron desde la reposición del proceso completo, la nueva revisión de todos los perfiles o solo la inmediata destitución. Pero…¿no fue el mismo Congreso quién definió el mecanismo de selección y eligió a los nueve notables que conforman la comisión?

Va una segunda consideración: si a razón de la, a todas luces equivocada designación, ¿por qué no se está cuestionando a la propia comisión y su ineficacia para decidir sobre perfiles que tendrán en sus manos decisiones sobre acciones de gobierno e incidencia en política pública? Más aún, ¿por qué el mismo Congreso se evitó imponer los candados regulatorios que el sistema federal si posee sobre la filiación y militancia política de las personas o su participación en la función pública? A esto me refiero con los riesgos que se entrañan si se revierte el objetivo para el cual fue creado el comité de participación ciudadana.

Imagine, personas que representen a partidos políticos o emisarias de gobernantes en turno cooptando o teniendo influencia en las decisiones del comité. ¿No es evidente el conflicto de interés?

A razón de la controversia vertida en medios informativos, redes sociales y todo espacio público de representación popular, el mismo Treviño Dávila renunció a su designación. No se sabe si por presiones, vergüenza o por el escarnio público derivado de su homofobia expresa; lo que si puede inferirse es que la omisión del comité seleccionador, la del Congreso en su falta de rigurosidad para el diseño del proceso de selección y la impunidad de los términos en los que se expresa el depuesto consejero para emitir semejantes dichos, se encuadran en la avanzada de la derecha y su expresión ultramontana en el estado y sus esfuerzos por inhibir el avance de los derechos humanos en favor de las minorías para crear un piso parejo que nos coloque en posición de conseguir a través de la justicia, el abatimiento de la desigualdad social.

Para los sectores y personas que comparten el sentir y el pensar del consejero defenestrado, por supuesto que hay cosas más importantes que el matrimonio igualitario y el reconocimiento de otros contratos civiles y composiciones entre personas que conforman familia; como sus negocios, ganancias, sus redes licitas e ilícitas que garanticen sus tratos económicos a expensas de los gobiernos, -quizá por eso procuren tener participación en Consejos como el cuestionado hoy, porque pretenden mantener intactas sus redes de tráfico de influencias- eso les evita considerar que lo que para ellos no es importante, si lo es para personas que padecen esa falta de reconocimiento y que se les traduce en discriminación, falta de oportunidades, violencia sistemática y en casos extremos, la muerte.

La última consideración de esta colaboración: cuidado con lo que desde “consejos ciudadanos” se reivindica, que no sean discursos de odio ni intereses de esos que hace mucho pretendemos, con una sociedad más igualitaria e incluyente, combatir.

Menos mal que estábamos hablando de combatir la corrupción, que si no…



marielacastroflores.blogspot.mx

@MarieLouSalomé



Mariela Castro Flores

Politóloga y analista política especialistas en género y derechos humanos.