El pasaje negro de la ultraderecha local

El pasaje negro de la ultraderecha local 6 de noviembre de 2017

Mariela Castro Flores

Chihuahua, Chih.

El pensamiento político y social de una época se define por los valores y principios que privan en la sociedad anterior a esta en un pasado inmediato, en un constructo de ideas y fundamentos sociales que constituyen el pensamiento hegemónico con el que a través de la religión y sistema de creencias se nos pretende adoctrinar e instituir en un sistema político que trascienda al orden de ideas de hoy.

En contrasentido a un sistema democrático.

“(…) el indigenismo, ambientalismo, derecho humanismo, garanto-abolicionismo e ideología de género (esta última a su vez subdividida por el feminismo, el abortismo y el homosexualismo cultural) comenzaron a ser sus modernizados cartelones de protesta y vanguardia”. Reza el intro del controversial libro que ha enviado al caño de la historia al Congreso estatal y que principalmente enfoca su atención en la supuesta “ideología de género” y sus dos ramas: el feminismo radical y el homosexualismo ideológico principales pantallas del neo-marxismo.

A pesar de las voces disidentes, de la controversia generada ampliamente sustentada en el respeto a las garantías constitucionales que convierten la discriminación en un delito en nuestro país, la presentación de la supuesta “obra literaria” (definición contradictoria porque también se promueve como tratado de ciencia política) de la que por infausta omito pronunciar su nombre, en un recinto que por ser parte del Estado, no debió dar cabida a una de las más estridentes manifestaciones de odio de la que hayamos tenido data al día de hoy y en la que no cabe defensa con el pseudo argumento de la defensa de la libertad de expresión ya que dicho derecho no ampara discursos de odio, el amplio sector conservadurista dio muestra del poder que al amparo legislativo hoy ostenta.

En detrimento de la sociedad chihuahuense, desde luego.

Como estudiosa de la ciencia política, parte de mi trabajo es conocer, entender y dar forma a la comprensión de cómo se entretejen las relaciones de poder entre poderes fácticos y la sociedad, sistemas político-sociales y culturales con una perspectiva histórica y su funcionalidad al rumbo que determina la historia y sus principales actores. Por eso no me es desconocido ni incomprensible el porqué del revuelo y el renovado brío que ha adquirido el activismo ultramontano en nuestro país y sobre todo, en el estado.

Una de las vertientes aprovechadas por los activistas conservadores y los mismos autores del libro es la apuesta del sector al que se encuentra dirigido el libro. México es un país (en su mayoría) que no encuentra en la lectura una vía de emancipación y menos de entretenimiento, también es sabido que la población receptiva de este tipo de textos no ejerce análisis críticos sobre estrategias que cúpulas en el poder y sus actores asociados definen para seguir acendrando un sistema que funciona a la perfección en lo económico ya que sostiene la desigualdad social que se sustenta con acciones y tácticas de guerra y muerte.

Citemos la filosofía de Leo Strauss cuando refiere la herramienta política que implica la religión hecha específicamente para las masas y no para las minorías, a la que cabe y es obligación para el status quo inventarle nobles mentiras desde el poder para sostenerle intocable aunado a su vertiente de pensamiento que glorificaba su nacionalismo chauvinista y su amor por las sociedades militarizadas, afirmaba: “…así como para hacer frente a la amenaza de la decadencia, la pereza y el placer. Una política de guerra perpetúa contra un enemigo amenazante es la mejor forma de protegerse de la decadencia política. Y si el enemigo no puede ser encontrado, entonces debe ser inventado”.

¿Nos van pareciendo conocidos los dos términos? La guerra y el enemigo inventado frente a la decadencia político-social.

Por otro lado, Howard Phillips, analista político conservador afirmaba: “el centro de la ganancia ideológica no es adherir al conservadurismo clásico sino más bien hostilizar a la élite liberal de activistas amorales y mercaderes del cambio social”. ¿Le suena a provocación? Eso exactamente es.

Pero tratemos de colocar este suceso en una perspectiva más amplia. El renovado activismo de los grupos pro-familia natural y anexas, retoma fuerzas con este tipo de presentaciones calculadamente en un periodo previo al proceso electoral.

En las encuestas de opinión el Frente Ciudadano compuesto por Movimiento Ciudadano, el PRD y PAN no logra despuntar y requiere de coaliciones que declaradamente tienen una militancia religiosa, o sea, el PES. El enemigo imaginario les otorga la magnífica posibilidad de satanizar discursos, demonizar a la izquierda crítica y neutralizar o restarle fuerza a quienes bien podrían presentarse como apuesta en las elecciones del próximo año.

Pero vayamos más atrás. Tras una guerra que con otro membrete se ha extendido por más de 10 años y sigue teniendo al país sumido en una crisis humanitaria y de derechos humanos a nivel mundial, la estigmatización de grupos que se enfrentan al gran reto de modificar las condiciones que permiten dicho estadio y promueven el cambio social obedece a un orden de índole mundial.

¿Exageración? No. Reflexionemos el por qué indigenistas y medioambientalistas estén metidos en el mismo costal para los autores de este libro y políticos de ultraderecha en general. ¿A quién le afecta que exista quien defiende causas ecológicas y que las y los indígenas son personas? La respuesta no es compleja, en realidad sorprende por ramplona: a los dueños de las grandes corporaciones y transnacionales, gobiernos que se asocian y benefician con ellos y despojan a comunidades indígenas de sus tierras para saquear los recursos que desde siempre les han pertenecido.

Hasta aquí mi análisis como politóloga, dejo para mi colaboración del viernes mis resquemores como feminista.

marielacastroflores.blogspot.mx

@MarieLouSalomé

Mariela Castro Flores

Politóloga y analista política especialistas en género y derechos humanos.