El paradójico llamado a “no votar” como extravío de la democracia

El paradójico llamado a “no votar” como extravío de la democracia 8 de abril de 2022

Leonardo Meza Jara

Chihuahua, Chih.

La historia del voto en México está plagada de contradicciones y paradojas. 

Desde el siglo XIX hasta la fecha, el dispositivo político del voto se caracteriza por la corrupción, los fraudes electorales, las maniobras de la mapachería, las carretadas de dinero que se pierden en el propagandismo, los vaciamientos de la representatividad y el incumplimiento reiterado de las mismas promesas que cada vez son diferentes (bajo la lógica de Lampedusa).

La historia del voto en México es la historia de un mapa, donde una y otra vez, se ha extraviado la democracia. Lo que habría que indagar son las maneras mediante las cuáles se ha extraviado la democracia en México.

¿De qué formas se extravió la democracia en los fraudes electorales cometidos por el priismo en 1986 en Chihuahua y en 1988 en México?

¿En qué callejones se perdió la democracia con el fraude electoral del 2006, que fue cometido por panistas, priistas y panalistas? 

¿Cómo la democracia ha sido sometida a una partidocracia histórica, que desde la década de 1990 ha beneficiado a unos y otros?

¿De qué maneras la democracia se vuelve contradictoria y paradójica, en un llamado a no votar que en el fondo es una derrota anticipada de la oposición a Morena? 

¿De qué formas se extravía la democracia en una consulta que formalmente es una revocación pero que fácticamente es una ratificación?  

En 1986, 1988, 2006 y 2022 están señalados los lugares de un mapa donde la democracia se extravía. La cartografía de la democracia en México en las últimas cuatro décadas es una ruta de extravíos, y sorprenden la creatividad y el fervor de los mexicanos para hacer que la democracia se pierda en los laberintos de la historia.

En 2022 la democracia se pierde en los llamados a no votar, de una oposición (PAN, PRI y PRD) que una y otra vez ha sido derrotada por la astucia lópezobradorista. Desde luego de son unas “Ternuritas”. 

Los opositores a Morena tienen un escaso capital político y cargan una cruz de corrupción e incongruencia que los ha hecho arrodillarse en las elecciones del 2018 y del 2021, y en la consulta del 2022. Arrodillados ante la historia que se abre del 2022 al 2024, los panistas, priistas y perredistas llaman a no votar mientras se flagelan la espalda a unos días del viernes santo.

En 2022 la democracia se extravía en las maniobras de un proyecto político (Morena y la 4T) que se ha convertido en una extraordinaria maquinaria para fabricar y capturar votos, de la mejor y la peor manera posibles. La democracia ha quedado convertida en lo mejor y lo peor que se entremezclan de forma inusitada.

La democracia es una revocación que termina siendo una ratificación, es un territorio que lo pragmatiza todo con la finalidad de ganar, es un campo de guerra para polarizar estratégicamente hacia el 2024. 

Y es, trágicamente, el lugar histórico donde más ha brillado la izquierda, donde esta fuerza política construye un arco triunfal para avanzar hacia el futuro…