Chihuahua, Chih.
En esta entrega analizaremos el impacto que el “tsunami electoral” ha ocasionado al sistema de partidos hasta ahora vigente, tema al que los medios de comunicación y las mismas dirigencias de estas entidades de interés público, han abordado con superficialidad.
Es evidente que no han asimilado pese, a su larga experiencia y participación en la vida política de México, que los resultados de su derrota electoral son el umbral de un profundo cambio del sistema de partidos.
Les cuesta trabajo entender que los resultados electorales negativos obtenidos el 1 de julio intrínsecamente están correlacionados con el derrumbe del actual sistema de partidos, por la simple y sencilla razón que ambos sistemas, el electoral y el de partidos están entrelazados y se presuponen uno al otro.
En este contexto político electoral, es necesario discernir en torno a los alcances del nuevo sistema de partido en ciernes.
México ha transitado prácticamente todos los modelos partidistas no competitivos y competitivos que el politólogo italiano Giovanni Sartori, clasificó acertadamente desde 1976.
1) El de partido de Estado o partido único (Partido Nacional Revolucionario, Partido de la Revolución Mexicana y Partido Revolucionario Institucional), prevaleciente desde 1929 a 1977.
2) El de partido hegemónico (PRI) que admite el registro y legalización de varios partidos no competitivos, pero sí representantes de la diversidad ideológica existente en México, como el Auténtico de la Revolución Mexicana, Popular Socialista, Sinarquista, Comunista, Socialista de los Trabajadores, de la Revolución Socialista, Popular Mexicano, y otros mas, que con el tiempo fueron desapareciendo, pues nunca dejaron de ser lo que coloquialmente se conoció como “partidos de cuadros”. ( 1979-1981)
3) El sistema de pluralismo moderado, con el crecimiento del PRD, fundado por Cuauhtémoc Cárdenas en 1989 y el surgimiento de otros partidos como el Verde Ecologista, el Nueva Alianza, Movimiento Ciudadano, Partido del Trabajo. (1989-2000)
4) El bipartidista que emerge después de la reforma electoral, y en el cual los dos partidos con mayor tradición electoral (PRI y PAN) compiten en condiciones de igualdad y hay alternancia en el poder entre ambos. (2000-2012).
5) El sistema de pluralismo polarizado, que germina con el registro como partido en 2014 del Movimiento de Regeneración Nacional, (Morena) encabezado por Andrés López Obrador, quien marca una larga distancia ideológica con el PRI y el PAN y asume la oposición antisistema, lo que obliga a él y a sus adversarios a coaligarse con otros partidos mas pequeños en las las elecciones concurrentes de este año (2012-2018).
La pregunta es: ¿que es lo que sigue?
Algunos afirman que estamos en vísperas de un retorno al presidencialismo autoritario y de una profunda atomización partidista dada la cancelación del registro de algunos partidos y el desmoronamiento de otros. En mi opinión esa es una percepción exagerada y equivocada.
Es indudable que el triunfo arrasador de Morena en las elecciones presidenciales, de gobernadores, senadores, diputados federales y locales y ayuntamientos, lo coloca a partir del 1 de julio como partido predominante de masas, pero no hegemónico y mucho menos de Estado.
Existe, sí, un contexto de fragmentación partidista, pero también de una manifiesta pluralidad política e ideológica, lo que es trascendente para toda democracia representativa,
La posibilidad de una rotación y alternancia está latente. López Obrador fue explícito al respecto. Dijo que no se reelegiría al concluir su sexenio y también que a la mitad de su gobierno pondrá a consideración de los ciudadanos la revocación de su mandato.
López Obrador ha abogado abiertamente por la reconciliación social y el consenso plural, como ejes fundamentales de su gobierno.
Ha sido categórico que va a gobernar para todos los mexicanos, que respetará la división de poderes y su autonomía y combatirá la corrupción y la impunidad.
Todo ello es sin duda un buen punto de partida para iniciar su mandato de manera civilizada y en paz.
Una vez que asuma y ejerza como Presidente de la República, veremos y diremos si supo honrar esos compromisos.