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El mantel y la sábana

El mantel y la sábana 30 de junio de 2024

Alfredo Espinosa

Chihuahua, Chih.

1.- ¿Quién puede decir que vive si sólo trabaja y duerme? ¿Cómo lo afirma quien come de la misma forma, y por los mismos motivos, que los autos en la gasolinera? ¿Cómo convencerse que vive feliz cuando su casa carece de alcoba? ¿Quién, si no tiene a mano jícama y besos?

Casa, en un principio, es un acto de amor, el arraigo de las flores silvestres, la fundación de los sueños, el lugar de las historias cruzadas, un mundo en el mundo, una burbuja a salvo de las púas. 

Cada quien sabrá cómo rueda en su corazón la casa. Una piedra girando en torno a sí misma, una sucesión de músicas y fragancias, un relámpago triste, las risas del color, el tintineo feliz de las cucharas. 

Casa. Acoge lo mismo palomas que alacranes. Nido de fantasmas, vivos y muertos, y nostalgias que mueven la cola con un buen reggaeton. 
Los espacios esenciales de la casa, cocina, sala, recámara y patio, están diseñados para la satisfacción de las diversas necesidades, para desarrollar las distintas actividades cotidianas, y para disfrutarlas según los placeres que se busquen.

Casa es el lugar donde vives. Y ser feliz, de eso se trata.
El mundo de los antojos es infinito. Hay quienes se restringen de degustarlos. Respetan dietas o contratos, pero nada te impide mirar el menú; y mucho menos los postres. ¿Quieres un bombón?

2.- La boca es una puerta al mundo de los sabores y placeres. Y es que la boca es nuestra primera zona erógena. Y el placer llega hasta la epifanía cuando el bebé se pega al pezón materno, y más tarde a otros labios, a otros pechos y demás frutos terrenales que saben divinamente. 
Con la boca se habla, se besa, se come, se lame, se muerde, se saborea, y en el sexo, se utilizan también y con generosidad esas funciones, quizá por eso existe una relación íntima entre el lenguaje, el sexo y la comida.

Las asociaciones entre la lengua del lenguaje, la lengua del sazón y la lengua que prueba la lengua de la amada se confunden, aunque en realidad no existen diferencias porque son la misma lengua gozada de distintos modos.

¿A qué ámbito podrían corresponder estas expresiones?

¿A la mesa o a la alcoba?

¿No te queda un huequito para esto?

Ándale, Ándale, no te hagas de la boca chiquita.

¿Quieres que te muestre mis secretos culinarios?

¿Se te antoja algo calientito? 

Qué delicia, cómo saboreas los melones y la papaya; pero a mí me gustan más los mangos petacones.

¿Te gustan mis artes culinarios? 

¡Si como lo mueves, lo bates, que rico chocolate!

¿Se te antoja este chilito? ¿Quieres que me coma todo esto?

¿Y decías que no eras buena para el chile?

¡Estoy como agua para chocolate!

3.- Todo encuentro de la pareja es de por sí una fiesta, ponle los ingredientes para convertirla en una bacanal, en una orgía, en un harem, en un spa, en una casa de citas donde atiendan heishas… que haya en tu orgía besos y champagne y cuando sirvas o te sirvan tu copa, toma un pequeñísimo sorbo y dáselo a probar de tus labios. 

Besar a nuestro amante es como degustar el primer bocado de un manjar. Para besar bien hay que saborear, y morder, y chupar, y succionar... igual que cuando comemos. ¿Y por qué no mezclar ambos placeres? 

Dale a tu amante a probar de tus labios los manjares que con él, ella, compartes.
Busca que se crucen en su mejor momento el saboreo de la comida y del sexo. La cama y la mesa son espacios en los que es necesario innovar y sorprender para avivar el deseo. El recurso al vino o al champán siempre resulta eficaz pero lo que de verdad le hará estremecerse de placer será probarlos en tu boca. 

La persona que disfrutas es lo que tú quieres que sea, pero procura que muchas veces sea el huerto de tus excesos, el alfabeto infinito de los deseos. 

Trata a los alimentos y al cuerpo de tu amante de forma exquisita, con delicadeza y sensualidad. Usa un cubito de hielo para besar la boca o el sexo de nuestra pareja. 

Proponte seducir con la comida en la mesa y luego al llevártela a la cama, enciende, materializa y alarga la relación sexual. Ten el mejor sexo con lo que tienes, y tener a nuestra pareja es una de las más altas bendiciones que alguien pude agradecer, porque como canta María Elena Walsh:
…se puede tener mucho 
pero no tener con quién. 

Uno manchado de vino 
qué señal de gozo es 
y la otra humedecida 
con rocío de querer 
¡que no le falten a nadie 
en este mundo tan cruel! 

Así que prepara la alcoba para la ocasión: coloca cuencos con bombones, frutas y frutos secos, tarros con mermelada o cremas; una bandeja con un juego de té de inspiración árabe u oriental; y una cubitera con una botella de buen vino. 

Y, por supuesto, toallitas húmedas y aromáticas para limpiarse; sorpréndelo (a)  lavándole tú misma las manos con agua perfumada. Ten en el refrigerador, cerveza, hielos especiales (de chocolate, de té, de zumos tropicales, de licores) dátiles, y otra botella fría por si la ocasión lo requiere.
Al despertar, agasaja a tu amante con nuevas exquisiteces: zumo recién exprimido, pan con aceite de oliva, té, café, pequeños bocadillos…

No sustituyas chocolate por sexo, es mucho mejor si los disfrutas juntos. El chocolate produce una sensación tan agradable en quienes lo comen que no es difícil asociarlo a otras sensaciones intensas y placenteras como el sexo.

Pero nunca sustituyas una cosa por otra, mejor disfrútalas juntas. Abrir una caja de bombones, añadir al café una onza de cacao puro o compartir con alguien una fondue de chocolate, es una invitación al placer. 
La alcoba, puertas adentro, debe abrirse a un paisaje de luna en donde se pueda aullar,  en un lugar que permita los incendios, cuatro paredes que protejan la libertad y la entrega más plenas.