Chihuahua, Chih.
A lo largo del fin de semana, el tema que ha prevalecido en la discusión de la opinión pública, ha sido el de los diferendos sostenidos entre la alcaldesa de Chihuahua, María Eugenia “Maru” Campos y el gobernador de la entidad, Javier Corral.
Si bien, estas diferencias no son nuevas, se han acentuado conforme el tiempo transcurre, y el timing para arrancar el proceso electoral del 2021 se aproxima cada vez más y más.
Los tiempos corren, los intereses grupales suelen aflorar; y esto, en ocasiones, puede llegar a trascender, incluso, a los propios acomodos y dinámicas partidarias.
A este respecto, observo que entre Corral y Campos existen semejanzas y diferencias. Si bien, ambos son panistas de cepa, pues toda su carrera ha transcurrido en el seno del blanquiazul, las diferencias entre ambos son notables, sobre todo en lo tocante al camino recorrido. Mientras la alcaldesa proviene de una familia con raigambre dentro del instituto político en mención; Corral es un sujeto quien supo labrarse una carrera desde abajo, desde el activismo y la lucha electoral en el verano caliente del ’86.
La alcaldesa forjó una relevante trayectoria política y académica, y, con sus credenciales, conexiones y militancia, logró llegar a una diputación plurinominal en 2006 para, posteriormente, encabezar la delegación de Liconsa en el estado.
Luego contendió por una diputación de mayoría en 2012, y perdió la elección; pero pudo reivindicarse en 2013, cuando resultó ganadora de uno de los dos distritos de Chihuahua capital, en las elecciones intermedias para renovar el Congreso del Estado de Chihuahua.
Ahí, fungió como una de las integrantes de la comisión de fiscalización del órgano legislativo estatal. Su desempeño como diputada local le sirvió como catapulta para arribar a la alcaldía, pues se convirtió en una figura conocida en el ámbito político regional.
Sin embargo, la suerte también estuvo de su lado, la impopularidad del PRI, debido al desastroso gobierno de César Duarte, hizo que el PAN levantara el vuelo con respecto a los comicios anteriores, tornándose en el gran ganador de casi todas las posiciones y llevando al otrora poderoso tricolor hasta, casi, las sombras.
Esto le permitió en convertirse en la primer mujer que arribó a la Presidencia Municipal de Chihuahua Capital (y hasta ahora, en la única).
Corral, en cambio, consiguió su ascenso a partir del gobierno de Francisco Barrio, donde fue diputado local del PAN (1992-1995) y, posteriormente, líder local del PAN y diputado federal.
A ello le siguieron una senaduría en primera fórmula (junto a Jeffrey Jones) (2000-2006); una diputación federal plurinominal (2009-2012); y una curul en el Senado, por segunda ocasión, por la vía de la primera minoría (2012-2016). Su trayectoria ha sido eminentemente legislativa, casi toda por la vía plurinominal, salvo por el caso de las elecciones del 2000 y 2016, en las cuales resultó vencedor, teniéndose coyunturas favorables (el efecto Fox, así como el ya citado desgaste del duartismo, el cual supo aprovechar con creces).
Al parecer, Corral y Campos no eran personajes tan próximos; sin embargo, la coyuntura los unificó, pues ambos se necesitaban para ganar las elecciones del 2016.
El 2018 fue una historia un tanto distinta pues, si bien el liderazgo del PAN se vio mermado ante una creciente MORENA, Chihuahua Capital, con una Maru Campos ratificada pese al poderoso “efecto AMLO”, terminó convirtiéndose en una especie de valladar contra el fenómeno en mención, a contrapelo de otros sitios del entidad, en la capital, las victorias del partido guinda podrían considerarse como pírricas.
Ello, porque, a pesar de que AMLO refrendó su victoria y los senadores de mayoría hicieron lo propio (Cruz Pérez Cuéllar y Bertha Caraveo), la alcaldía, la regiduría, además de la mayoría de las diputaciones locales y federales, continuaron en manos del blanquiazul y aliados.
Hecho sin precedentes en la República, pues la constante en casi todo el país eran los candidatos oficialistas que se derrumbaban ante un MORENA imbatible, que daba el sorpasso.
En Chihuahua no sucedió -del todo así- y eso contribuyó a elevar los bonos de la alcaldesa incumbente (pues buscaba la reelección y la consiguió).
A pesar de que el referendo por el alumbrado, en noviembre del 2019, implicó un relativo desgaste en su gestión, diversas encuestas la siguen vislumbrando a Maru Campos, como la eventual ungida del blanquiazul para la candidatura a gobernador.
Esto, con una considerable ventaja por sobre el senador Gustavo Madero, quien es visto como el delfín del actual gobernador, Javier Corral, e integrante de su grupo político.
A pesar de que entre Maru Campos y Javier Corral hay algunas otras semejanzas, en los últimos tiempos han aflorado las diferencias.
Por ejemplo, en un determinado momento, ambos lograron un entendimiento con las izquierdas de la entidad, pues Corral fue postulado -en su primera incursión- en una coalición que incluía al PRD y a Convergencia; mientras Campos, hizo la propio en su segunda candidatura, cuando, de inicio, consiguió el apoyo de los otros dos partidos del extinto Frente Amplio Progresista (tiempo después, el sol azteca se retiró de la coalición a nivel local, esgrimiendo diversas razones, pero el real intento existió).
Sin embargo, como parlamentarios su visión fue muy distinta, pues mientras Campos privilegió la institucionalidad (algunos analistas la visualizaban como cercana a la gestión anterior); Javier Corral ha sido un crítico perenne de los procesos y de las instituciones, llegando a cuestionar, incluso, a hechos y miembros de su propio partido.
Esto lo ha llevado a concitar el respeto de sectores ajenos a la derecha, quienes ven en Corral a un sujeto con un discurso alternativo.
Quizás ahí radiquen los diferendos que ambos han sostenido en los últimos tiempos: en la diferencia de sus trayectorias y de sus perspectivas, no obstante ser correligionarios. Una división de este tipo suele ser oxígeno para la oposición, pues, cuando hay divisiones en el partido gobernante, los vacíos que el mismo deja suelen ser aprovechados por los adversarios.
Esto ya ocurrió en 1998 cuando, al resultar ungido Ramón Galindo como candidato a gobernador por el (entonces) gobernante PAN (cuando, quien era próximo al gobernador era Eduardo Romero, a la sazón, Secretario de Gobierno del estado) llevó a que Patricio Martínez recuperara para el PRI la entidad.
Sin embargo, ahora el panorama no se ve tan claro, pues, con diferencias palaciegas, y con sectores descontentos por lo que acontece en La Boquilla -y cuya solución parece lejana, no obstante la coyuntura electoral, que ya se avecina-, no se ve claro quién(es) pudiera aprovechar ese vacío.
Algunos meses atrás, algunas encuestas daban por ganador a MORENA, de la mano del Senador Cruz Pérez Cuéllar; o del Consejero de PEMEX (y Senador suplente) Rafael Espino.
Sin embargo, con la región del Conchos ardiendo, y la inconformidad aflorando ¿Pudiera acaso MORENA aprovechar el desgaste del panismo y la reyerta Corral-Campos?
Suena complejo, pero no imposible; pues, en política, importan más los discursos y las coyunturas; no obstante que La Boquilla será un importante obstáculo para poder remontar.
Suena casi imposible predecir quién será el sucesor de Corral.
Aunque, hace casi un lustro, casi todas las encuestas erraron, pues Enrique Serrano no fue -ni por asomo- gobernador. Nada está escrito. Ya veremos qué sucede.