El gobierno claroscuro de la estadística

El gobierno claroscuro de la estadística 5 de junio de 2020

Leonardo Meza Jara

Chihuahua, Chih.

Una de las cualidades del desarrollo científico y político de los últimos siglos, es el surgimiento de la estadística como una maquinaria de gobierno que se pone en marcha para la toma de decisiones y la implementación de políticas públicas. 

En base a la acumulación e interpretación de datos estadísticos que son parte de la demografía, la epidemiología, la economía, la sociología, la política, etc., se comenzaron a diseñar e implementar un conjunto de herramientas de gobierno con la finalidad de organizar y controlar las poblaciones. 

Yuval Noah Harari se refiere a este fenómeno como “dataismo”, una religión que tiene como base el acopio y el procesamiento intensivo de datos estadísticos, con la finalidad de gobernar las vidas de los hombres (“Homo Deus. Breve historia del mañana”, 2017, P. 400). 

Los censos poblacionales han servido como una base de datos para estimular o limitar los índices de natalidad. Las cifras de morbilidad han sido usadas para diseñar campañas de salud pública. Los datos de producción y comercialización agropecuaria han sido utilizados para controlar los comportamientos alimentarios de las sociedades. Bajo la lógica del marketing, las tendencias electorales han definido los comportamientos de los gobernantes y los candidatos ante los votantes.  

La información que diariamente presenta Hugo López-Gatell en las conferencias vespertinas sobre la pandemia, son un ejemplo de la manera en que se diseñan y aplican herramientas de gobierno en base a la estadística.  

El semáforo de la “nueva normalidad” es una herramienta de control gubernamental, que forma parte de una complicada maquinaria estadística. Los cambios en los colores de este semáforo están relacionados con un conjunto de variables estadísticas como: el número de contagiados por Covid 19, las cifras de fallecimientos, la extensión y la rapidez de los contagios, el número de camas y ventiladores disponibles, los índices de movilidad en las calles, etc. En las semanas siguientes, estas variables irán siendo interpretadas a partir de un conjunto de algoritmos matemáticos para inclinar la aplicación del semáforo hacia el color verde (la reactivación económica) o el color rojo (la continuidad de la cuarentena). 

El semáforo de la “nueva normalidad” es un dispositivo de gobierno cuyo diseño e implementación resulta sofisticado y complejo. La manera en que ha evolucionado la estadística gubernamental se ha ido sofisticando y complejizando durante los últimos tres siglos. 

Hay que tener en cuenta que la estadística que se aplica al ejercicio de gobierno no es un territorio neutral. La ciencia no es ajena a las motivaciones ideológicas y políticas. Las herramientas de gobierno diseñadas en base a la estadística tienen intenciones que no se identifican a simple vista. ¿Qué es lo que está detrás de los mecanismos de organización y de control político, social, económico y educativo del semáforo de la “nueva normalidad”? ¿Cuáles son los contenidos ocultos de gobierno, que se hacen presentes en el diseño e implementación de este semáforo?

Lo que ha venido sucediendo a lo largo de los dos últimos meses, es una presencia abrumadora de la estadística en la manera de organizar y controlar las vidas de las personas. Las conferencias vespertinas de López-Gatell son una danza de números que se han convertido en un altar al que se le rinde culto. Desde hace dos meses, todas las tardes miles de personas se sientan frente al televisor para escuchar una cascada de datos que se repiten y se multiplican como si fuera un rosario matemático. Junto a las estadísticas de la epidemia, en los medios de comunicación se repiten a manera de responso, los datos económicos que advierten la caída del PIB, la pérdida de empleos y las limitaciones de las finanzas públicas.  

Muchos de los conceptos utilizados por López-Gatell, que son parte de un lenguaje científico, no son entendidos por el común de la población. Pero lo que brilla en las conferencias vespertinas de Palacio Nacional, son los números que se van moviendo de una manera sorprendente ante los ojos de todos. 

Nos han ido contando una historia cuyos personajes son los números, y cuyas acciones son las fórmulas estadísticas que se movilizan al interpretar estos números. La tragedia que vivimos ha sido sometida a una matemática magistralmente narrada. Los mecanismos narrativos de las tragedias clásicas (Sófocles, Eurípides, Shakespeare, etc.) han sido sustituidos por una narración numérica cuya monotonía tiene la forma amenazante de la enfermedad y de la muerte. 

De manera consciente o inconsciente, desde el terreno de la epidemiología o de la economía, los usos políticos de la estadística se han convertido en un discurso amenazante para infundir el miedo. Hay una difusión extensiva del miedo a través de la estadística, que requiere ser analizada y criticada a profundidad. López-Gatell es un encantador de números, un gurú de la estadística, pero hay que tomar distancia de todo encantamiento. Los economistas son expertos en una disciplina que puede resultar fascinante, pero es necesario ser cautos ante toda forma de fascinación o idolatría. 

En este momento de predominio neoliberal se hace necesario tomar una postura crítica ante el manejo gubernamental de la estadística, que ha dado lugar a una economización del pensamiento y de las formas de vida en general.  

En el semáforo de la “nueva normalidad” hay una serie de entrecruces y traslapes, que tienen lugar entre: A) las cifras de una economía epidemiológica que ha venido administrando la crisis de la pandemia, y B) las cifras de una economía política de corte neoliberal que administra la crisis económica. 

La estadística epidemiológica y la estadística económica, convergen en la formación de un pensamiento económico que se manifiesta en hechos como: tomar una distancia de un metro y medio entre una persona y otra, medir la temperatura de forma intensiva y extensiva a la población, contabilizar las formas de movilidad social de las personas, calcular los empleos que se pierden mensualmente, medir los efectos de la recesión económica, etc. 

En estos meses, nuestro pensamiento y nuestras formas de vida se han vuelto económicas en extremo, al quedar cifrados por datos y porcentajes estadísticos que provienen fundamentalmente de la epidemiología y de la economía. Es en este territorio de entrecruces y traslapes, que comienzan a construirse un conjunto de dispositivos de gobierno cuya lógica es neoliberal. 

Una de las primeras estrategias de resistencia ante la presencia abrumadora de la estadística y de una economía neoliberalizada que se estará extendiendo hasta los territorios infinitesimales de la vida, consiste en deseconomizar el pensamiento y las formas de vida. 

Leonardo Meza Jara

Maestro, analista político.