El discurso de Corral y los puntos suspensivos de la “verdad”

El discurso de Corral y los puntos suspensivos de la “verdad” 22 de abril de 2017

Leonardo Meza Jara

En los diversos discursos pronunciados por Javier Corral, desde la campaña electoral de 2016 hasta el mensaje que dio recientemente por los primeros seis meses de su gobierno, se hace notorio un afán por enunciar una verdad. Lo que se ha hecho presente desde la campaña electoral de 2016 hasta la fecha en los discursos de Corral, es la insistencia por mostrar una verdad que se asume como establecida de una vez por todas, una verdad infalible, imposible de ser puesta en entredicho. Habría que analizar con detenimiento los componentes discursivos de esta narrativa, sus mecanismos de difusión y la respuesta de los ciudadanos ante ello.

Es obvio que todos los políticos postulan y defienden una verdad a lo largo de las campañas electorales y durante el ejercicio de gobierno. Lo que resulta significativo en el caso de Javier Corral, es que su llegada al gobierno del estado se da en el momento de una severa crisis de la verdad en las formas de hacer política. Esta crisis se hace presente mediante la desconfianza e incertidumbre de los ciudadanos hacia la clase política en general. Los desempeños de César Duarte, de Enrique Peña Nieto y de otros actores políticos en los tiempos recientes, han dado lugar a una exacerbación de la desconfianza y la incertidumbre entre los ciudadanos. La verdad política en México es un par de signos de interrogación que crecen y se inflaman de manera sorprendente e inesperada a veces.

La actual coyuntura política trae consigo un imperativo para el gobierno de Corral: la restauración de la verdad en el ejercicio de la política local, la recuperación de la confianza y la certidumbre ciudadana. Sin lugar a dudas, este es el mayor problema que le toca resolver al gobierno del estado.

Al analizar los discursos de Javier Corral se detecta una vehemencia por la instauración de una verdad, que a toda costa tendría que ser cierta. Pero lo que parece olvidársele tanto a Javier Corral como a sus asesores, es que la verdad se configura social e históricamente. La verdad no se forma a través de un discurso, o de una serie de discursos que se entraman para subrayar una y otra vez lo pretendido como verdad. Más bien, la verdad se forma a través de una serie de acontecimientos que suceden entre los discursos y su recepción por parte de los ciudadanos, una serie de acontecimientos que tienen lugar entre los discursos y los hechos políticos.

Resulta interesante hacer un doble análisis en los intentos por formar una verdad durante el gobierno de Javier Corral, este análisis tomaría en cuenta: A) los contenidos discursivos en la postulación de una verdad, B) los mecanismos políticos para volver efectiva esta verdad. Estamos hablando de la efectualidad de una verdad que pasa de las palabras a los hechos. La verdad sucede más allá de las palabras, puede o no tener lugar cuando se hace presente o no se hace presente, en los hechos que la reflejan como tal.

Hay diversos hechos que han puesto a prueba a la formación de una verdad durante el gobierno de Corral. Entre los más significativos resalta el caso del Instituto Chihuahuense de Transparencia y Acceso a la Información Pública (Ichitaip), en el que estuvieron implicados: la Secretaria de la Función Pública, Estefany Olmos, su esposo Ricardo Gándara y el ex presidente de ese organismo, Rodolfo Leyva. La jugada política para destituir a Rodolfo Leyva como presidente del organismo, colocó en entredicho el papel del gobierno de Corral, al no respetar la autonomía de una instancia como el Ichitaip. La posterior colocación de Ricardo Gándara como asesor de Alonso Bassanetti, consejero del Instituto Estatal Electoral (IEE), terminó por fortalecer las críticas que le hicieron al gobierno de Corral por su intervencionismo en instancias como el Ichitaip y el IEE. ¿Después de lo sucedido, de qué manera se estará garantizando que el Ichitaip, ya intervenido por el gobierno de Corral, procure por todos los medios a su alcance la información que garantice una efectiva rendición de cuentas por parte del gobierno del estado?

Un capítulo similar, que pone en entredicho al discurso de Corral que postula una idealidad de la verdad, es la candidatura de Armando Valenzuela a la Auditoría Superior del Estado (ASE). Es de todos sabido que Armando Valenzuela es el candidato del gobierno del estado para ocupar el puesto de auditor. Él mismo declaró que estaba a cargo temporalmente de ese puesto a invitación expresa de Arturo Fuentes Velez, Secretario de Hacienda en el gobierno de Corral. El error que cometieron los diputados con el nombramiento de Ignacio Rodríguez como encargado de la ASE, al no cumplir con uno de los requisitos legalmente establecidos, revive la posibilidad del nombramiento de Armando Valenzuela. El proceso para nombrar al nuevo auditor habrá de reponerse y se podrán ver con claridad los hilos que el gobierno de Corral moverá en el nombramiento del auditor. En caso de nombrarse a Valenzuela como auditor, otra de las instancias que resguarda la rendición de cuentas quedará intervenida por el gobierno de Corral. ¿De nombrarse como encargado de la ASE a Armando Valenzuela, de qué manera se estaría reguardando una distancia entre el gobierno estatal en turno y una instancia que amerita plena independencia para garantizar una efectiva rendición de cuentas en el manejo del presupuesto? En lo que viene queda a prueba el intervencionismo del gobierno de Corral en una instancia como la ASE, que requiere desarrollar su trabajo a distancia del poder en turno, resguardando la autonomía que resulta imperativa para el cabal cumplimiento de su tarea.

La formación de una narrativa de la verdad en los discursos de Corral va siendo puesta a prueba en su efectualidad, en los hechos que han girado en torno al Ichitaip, la ASE y en otras acciones políticas emprendidas en el ejercicio de gobierno. Es aquí que las palabras pronunciadas van tomando una forma política, social e histórica que no puede matizarse con los recursos retóricos de la oratoria. Es aquí que las palabras pronunciadas y escritas pueden mirarse con toda claridad en el espejo de los hechos. Es en este territorio donde la verdad puede formarse como tal, o no formarse.







Leonardo Meza Jara

Maestro, escritor y analista político.