Chihuahua, Chih.
El primer debate de los candidatos presidenciales efectuado el domingo 22 de Abril, debe ser analizado desde dos ángulos: el impacto electoral que tuvo entre los ciudadanos y las expectativas políticas que generó
Según la primera medición de los resultados cuantitativos de este ejercicio, realizada por la Massive Caller, encuestadora reconocida como una de las más asertivas, Andrés Manuel López Obrador se ubicaba antes del debate en el 35.6 % de las preferencias electorales, seguido por Ricardo Anaya con 26.45 %, esto es, con una ventaja de 9.15 puntos porcentuales.
Después del debate, AMLO se mantiene en el primer lugar con el 36.05 % por ciento de las preferencias, en tanto Anaya sigue en el segundo lugar con el 28.70 % de la intención de voto.
Si bien los dos subieron puntos con el debate -- 2.5 Ricardo Anaya y 1.5 López Obrador-- se reduce la distancia entre ambos candidatos de 9 a 7 puntos porcentuales.
Visto desde este perspectiva cuantitativa, no hay duda para los que siguieron el debate -- que el INE informó fueron mas de 11 millones de potenciales electores--, que Ricardo Anaya ganó el debate y Andrés López Obrador simplemente no perdió puntos o como dijo el mismo, “salió bien librado”, del linchamiento político de que fue objeto por sus adversarios.
A los otros candidatos no les fue nada bien. José Antonio Meade se mantiene en un lejano tercer lugar de 11.85 que difícilmente puede remontar en lo que resta de la contienda.
Algo similar ocurre con los llamados candidatos independientes, Margarita Zavala y Jaime Rodríguez Calderón. Si bien los dos subieron 2 y 0.15 puntos porcentuales, se mantienen en los últimos lugares con un 6.10 % y 2.45 en el porcentaje de preferencias electorales.
En conclusión. Por lo que hace a los resultados de esta encuesta post debate, no hay un cambio cuantitativo significativo para nadie. No ocurre lo mismo en lo cualitativo.
Si oteamos el horizonte del escenario político-electoral, la situación es distinta. Los resultados de la encuesta del debate dejan en claro que la estrategia de la elección de tercios impulsada por el PRI y el PAN, con la formación de las coaliciones México Primero, y la de Por México al Frente, con la finalidad de diluir el voto para enfrentar a Andrés López Obrador, no tienen los alcances que esperaban.
La atomización del voto no les ha dado resultados positivos. Al contrario los han perjudicado. Apenas se están dando cuenta que el voto de los potenciales electores ya definidos, gravita en esta elección concurrente, no en torno a candidatos y partidos, sino en contra del sistema establecido y en pro de un cambio de rumbo del país.
Esa es la ventaja de López Obrador y la desventaja de sus adversarios. El voto duro de los partidos y sus aliados no les es suficiente a ninguno para ganar la elección presidencial.
AMLO lo sabe y por eso ha abierto la puerta a todo aquel que esté en contra de la “mafia del poder” y eludido la confrontación partidista con de sus adversarios.
Anaya y su equipo están también conscientes de ello y por eso busca por todos los medios atraer el voto de los indecisos, que fluctúa entre el 14 y 15 por ciento y con ello demostrar que es el único candidato competitivo al Peje.
El PRI sigue en el autoengaño. Cree que su estructura territorial, el voto clientelar y los que Margarita y el Bronco le resten a AMLO y Anaya, los puede colocar en una posición competitiva.
A estas alturas no tiene ninguna otra salida emergente a la crisis política que lo tiene en un remoto tercer lugar, que la de recurrir a la elección de estado, con el apoyo del entramado institucional y recursos de que dispone y desde luego, la complicidad de los órganos electorales, que han demostrado con los casos de Margarita y el Bronco que son expertos en eludir el estado de derecho y la legalidad democrática.
Así pinta hasta ahora el escenario político electoral.
Ya veremos y diremos que pasa mas adelante.
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