Juárez tirasup
El Chapo en Juárez

El Chapo en Juárez

Luis Javier Valero Flores

¿Cuáles fueron las verdaderas razones para trasladar a Joaquín Guzmán “El Chapo”, al penal federal de Juárez?

¿Es cierto, como sostienen el Gobernador César Duarte y el candidato priista, Enrique Serrano, que le tuvieron confianza a lo realizado en seguridad pública en nuestra entidad, o que significa “un triunfo” para Juárez?

¿Entonces, cuando trasladan a otros penales a los delincuentes, es por las mismas razones? ¿Que prefieren a Hermosillo, Tlaquepaque, Tepic o Reynosa, por encima de los chihuahuenses?

N’ombre, no resisten el menor análisis las afirmaciones del gobernante y el aspirante. Seguirles ese curso de pensamiento nos llevaría a pensar que, permanentemente, el Estado de México tendría “la confianza” del gobierno federal.

No, otras deben ser las razones y no exactamente las más racionales; ni en términos de seguridad, ni de la legalidad vigente en el país.

¿A quién se le ocurrió trasladarlo al penal de la ciudad en la que está asentado el Cártel con el que más cruentos enfrentamientos protagonizó El Chapo?

Los saldos de esa guerra -que aún continúa- llevaron a Juárez a una de las peores catástrofes de su historia y, ahora, con la mano en la cintura, a las autoridades federales se les ocurre llevarlo ahí, en donde no solamente se encuentran algunos de sus presuntos secuaces, sino, también, varios de sus más acérrimos enemigos.

¿Casualidades? ¿A estas alturas de lo que hemos vivido los mexicanos, y especialmente los chihuahuenses?

Durante el sexenio anterior, sólo como referencia, El Diario de Juárez publicó un reportaje sobre el porcentaje de detenidos, acusados de pertenecer a una de las bandas criminales enfrentadas en el antiguo Paso del Norte; la desproporción es apabullante, casi 10 a 1 en detrimento del llamado Cártel de Juárez.

Bueno, la mayoría de los pocos que fueron detenidos y sentenciados como responsables de haber cometido una serie de delitos, se encuentran ahí.

Además, el número de víctimas fatales, fruto de la guerra de los cárteles, rebasa los 25 mil ejecutados en el estado, la mayor parte de ellos en Juárez ¿Con esos datos, de una siniestra realidad, a quien se le ocurrió trasladarlo a esta ciudad?

Peor aún, de acuerdo con la revisión de los penales federales, el de Juárez se encuentra en el último lugar de condiciones de seguridad y otros rubros ¿Y entonces?

No, el traslado de Guzmán no tiene que ver con las condiciones de seguridad de la entidad, ni de la ciudad.

Deben obedecer a otras razones, entre las cuales no se encuentra el hecho de que podría ser extraditado a Estados Unidos, y si así fuera, entramos al terreno de la enorme ilegalidad con la que actúa el gobierno de Peña Nieto, pues hacerlo, sería renunciar, de plano, al ejercicio de la soberanía.

Esta no es una frase rimbombante de nuestro pasado patriótico, sino reflejo fiel de la enorme dependencia de los gobernantes, respecto de los norteamericanos, porque Guzmán cometió, presuntamente, infinidad de delitos; es el responsable intelectual, también presuntamente, del asesinato de miles de personas ¿Y lo dejan ir?

No, no pareciera haber razones serias de este traslado.

Lo podrían haber llevado a cualquiera de los penales mencionados anteriormente. Podrían argüir que lo hicieron porque el actual responsable de los penales federales es Eduardo Guerrero, quien tuviera esa responsabilidad en el ámbito local, pero sus competencias no llevaban a garantizar las condiciones de seguridad de los penales federales de Chihuahua.

No, son otras las razones.

Luis Javier Valero Flores

Director General de Aserto. Columnista de El Diario