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El abogado del Diablo

El abogado del Diablo 11 de julio de 2019

Francisco Flores Legarda

Para hurgar en los orígenes del término debemos remontarnos al siglo XVI y ubicarnos en la Iglesia católica, entidad que había perdido cierto peso, pero que aún ejercía mucha influencia en el Viejo Mundo. Como es bien sabido, por mucho tiempo esta institución religiosa rigió los destinos políticos de la humanidad.

Luego de que en el siglo III de nuestra era Constantino adoptara al cristianismo como religión oficial del ya decadente Imperio romano, se dispuso de todo un entramado que buscaba implantar el soporte institucional necesario para que esta fe predominara en todos los territorios imperiales.

En el marco de sentirse convencidos de ser culturalmente opuestos a la barbarie y con el legado filosófico griego, nacen del seno de la tradición romana muchas de las acciones e iniciativas que asume la Iglesia en el ámbito teológico.

La Iglesia católica creó el término

Aunque parezca paradójico, fue la Iglesia la que instituyó la figura del abogado del diablo, que tenía la tarea de garantizar la intachable nobleza y pureza de las figuras que paulatinamente pasarían a formar parte de las distintas instancias de profesión de la fe católica.

En 1586 el papa Sixto V —el entonces máximo prelado de la Iglesia católica— creó la institución del advocatus diaboli con la tarea de constreñir los procesos de canonización a tal punto que no cupiese duda alguna sobre la probidad y virtud de los hombres y mujeres que ascendieran a los santos altares.

También llamado “promotor de la fe”, quien se ocupase de esta función asumía la responsabilidad de cerciorarse por completo de que todos los propuestos para ser beatificados, canonizados o santificados no mostraran la menor tachadura moral en su proceder, y que gozarán de tan alta estimación espiritual como para avalar sus causas.

Entonces, en los interminables procesos llevados a cabo por los funcionarios religiosos, su tarea consistía en refutar todos los argumentos de aquellos que presentaban las iniciativas que inicialmente eran aceptadas y merecían ser consideradas, pero que sucumbían en su intento al no poder vencer la resistencia que suponía la actuación del abogado del diablo.

Flexibilización

Luego de importantes reformas abordadas por el papa Juan Pablo II en las que se flexibilizaron los procesos de canonización, la figura del abogado del diablo pasó de fiscal a una suerte de secretario que sustenta y documenta los expedientes.

Estas reformas reportaron como resultado 500 canonizaciones, en contraposición a las 98 que desde que desde inicios del siglo XX y antes de las mismas se habían concretado.

Ejemplos de situaciones

Fungir de abogado del diablo es poner en la palestra razones que vayan contra de la convicción propia con el propósito de estimular la argumentación de quien no necesariamente es un opositor ideológico, y que en su intento de convencer plenamente quizá no esté contemplando todas las posibilidades.

Ámbito laboral

Lo relatado anteriormente puede reflejarse cuando evaluamos una situación laboral usando el análisis de escenarios. Comúnmente este ejercicio intelectual se realiza en grupos homogéneos de trabajadores que persiguen un mismo objetivo, por lo que naturalmente tienden a coincidir en sus puntos de vista.

Si bien esto es favorable para aglutinar esfuerzos y compactar equipos de trabajo para efectos de garantizar la efectividad del resultado, conlleva muchas debilidades. Sin el esfuerzo que supone desligarse de las ideas preconcebidas que subyacen en forma de paradigmas, todo análisis puede pecar de superficial e inexacto.

En la construcción de escenarios de salas situacionales de cualquier naturaleza es indispensable contar con personas que asuman una actitud de abogados del diablo, aunque no sea declarado taxativamente. Más aun, es muy deseable y conveniente que este rol salte dinámicamente entre unos y otros, para enriquecer lo que allí se trate.

Ámbito personal

Hay escenarios en los que los abogados del diablo no son del todo beneficiosos, y algunos de estos pueden generarse en el ámbito personal.

Por ejemplo, cuando una persona constantemente critica a otra con quien tiene una relación de amistad, realza los aspectos negativos de las situaciones a las que el segundo se enfrenta y de manera repetida pone en tela de juicio sus criterios de una forma destructiva, se trata de un individuo que funge de abogado del diablo.

Ventajas de ser abogado del diablo

El ejercicio de contraponer ideas a ultranza —aun cuando internamente no se abracen como propias— favorece la búsqueda de la verdad e instrumenta una manera de que salten a la luz todos los puntos de vista que, de otra forma y  amparados en un ambiente de consenso, quedarían sin ser considerados.

Como vemos, después de todo ser catalogado de abogado del diablo no debe ser motivo para sentirse insultado, sino muy al contrario, en muchos casos es reflejo de ser capaz de asumir un ejercicio de inteligencia basado en el cuestionamiento de lo que nos resulta evidente a primera vista.

En resumen, ser abogado del diablo puede implicar poseer la no muy común habilidad de enfocar desde las más variadas aristas un mismo asunto, dejando a un lado las creencias propias.

Esto, por el abogado del Diablo, Collado, no se le reconoce un asunto perdido. Por lo pronto está detenido. Este abogado está por encima de cualquier litigante en el país.

Salud y larga vida

Profesor por oposición de la Facultad de Derecho de la UACH

@Profesor_F

Francisco Flores Legarda

Abogado y analista. Profesor por Oposición de la Facultad de Derecho de la UACH. Profesor F.