Chihuahua, Chih.
Pensar que el conflicto de la Universidad Pedagógica Nacional -UPN- (iniciado en el campus Chihuahua con el intento de destitución de su director, Arturo Limón) y que se ha extendido a otros siete campus, agravado por la huelga de hambre del director del ubicado en Nuevo Casas Grandes -Juan Durán Arrieta- sea un conflicto más de los muchos presentados en los escasos 16 meses del gobierno del amanecer, es no ubicar en sus debidos términos lo que ocurre en esa institución educativa, dedicada a capacitar aún más a los mentores.
El conflicto ha escalado, además, por la denuncia de presuntas graves irregularidades cometidas por la rectora Chavira, presentada ante la Secretaría de la Función Pública por el dirigente sindical delegacional de la UPN, Leonardo Meza.
Preocupa más ante la insensibilidad o la cerrazón de los tres funcionarios que más directamente les corresponde atender el problema de la UPN: El gobernador Javier Corral, el Secretario de Educación, Pablo Cuarón y la rectora de la institución, Victoria Chavira.
Los tres han reaccionado hiperactivamente en sus declaraciones públicas. El mandatario chihuahuense descalificó a los estudiantes-maestros participantes de las protestas por la destitución de Limón. Los llamó manipulados, y criticó a Limón -sin mencionarlo expresamente por su nombre- por manipularlos para que elevaran sus protestas.
Más aún, sin oír a la otra parte, se pronunció porque se respetaran las normas y que no habría tolerancia para quien las incumpliera.
De ese modo, en un santiamén, dio por ciertas las acusaciones de la rectora Chavira, a pesar del evidente descontento de una parte importante de la comunidad de la UPN, lo que llevaría a cualquier persona a hacerse algunos cuestionamientos, antes de emitir una postura definitiva, pues existen, a la vista, elementos para, por lo menos, preguntar a la contraparte cuales son sus argumentos de descargo.
Por eso sostuvimos líneas arriba que no se trataba de cualquier conflicto, a los estudiantes y maestros de la UPN, las autoridades deben convencerlos de sus razones, y para ello deben exponerlas y confrontarlas con las de Limón y su equipo; más, si como hemos visto a lo largo de una decena de días, el conflicto, en lugar de amainar, crece.
Algo ocurre al interior de la UPN.
Las declaraciones de la rectora Chavira, en distintos momentos, nos ilustran al respecto.
El lunes, en una entrevista difundida por el canal 28 de la ciudad de Chihuahua, aseveró que detrás de las posturas de Arturo Limón se escondían afanes político-electorales.
¡Válgame, si esto fuera cierto, la rectora sería la parte central del “compló” pues no había conflictos visibles antes de que pretendiera, ilegalmente, destituir a Limón!
Al día siguiente, erigida en autoridad psiquiátrica y persecutora del delito, anunció que ¡¡“Limón no se librará de la ley”!!. Ya encarrerada, dueña de todas las verdades, incluidas las de carácter psiquiátrico, lo diagnosticó, al afirmar que “estos síntomas que tiene el doctor Limón, de psicopatía, son graves y son de mucho cuidado, mucha gente es maltratada y le tienen miedo o es muy atractivo y los convence de alguna manera, pero a mí no, eso de decir que todo el estado está en mi contra, no me amedrenta…”. (Nota de Juan Carlos Núñez/El Diario, 28/II/18).
No, pues ese doctor Limón es un serio peligro para Chihuahua, miren si no: Primero, logra, no sabemos de qué modo, que la maestra Chavira lo acuse de irregularidades administrativas, y sin oírlo en su defensa, lo destituyera. Al concretarlo, logra que se construya un movimiento, grande, en la UPN, “con fines electorales”, gracias a que es “muy atractivo” pues la convenció “de alguna manera”.
¡N’ombre, qué habilidades del tal Limón!
Y todo, porque este personaje, en lugar de acatar dócilmente una tan cuestionada destitución, resolvió impugnarla, pues él es el triunfador de un inédito ejercicio en el Chihuahua de nuestros días mediante el cual estudiantes y maestros acudieron a las urnas para elegir a su director, el que, de paso, en un acto público, le entregó el lunes anterior un documento al gobernador de Chihuahua, y éste, ni siquiera lo saludó, ni detuvo su marcha para escuchar a un protagonista de los conflictos por los que atraviesa su administración y que se dice dispuesto a demostrar la falsedad de los argumentos para destituirlo.
¿Porqué actuó así Corral? ¿Le habrá creído a la especialista en detectar presuntos rivales electorales y enfermos psiquiátricos en las instalaciones de la UPN?
¡Híjole!
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