Chihuahua, Chih.
Después de las derrotas electorales en 2018 y 2021, después de los escándalos de corrupción del sexenio de Enrique Peña Nieto y los gobiernos estatales de César Duarte (Chihuahua) y Javier Duarte (Veracruz) entre otros más, los priistas viven un triple problema:
1º.- El problema de la institucionalidad, que no tiene que ver con el apego a la formalidad y las normas que sostuvieron por largo tiempo a la maquinaria político-partidista del PRI. Sino que se relaciona con la condición de formar parte-no formar parte, de una institución política que durante décadas existió mediante un poder omnipresente que se movía entre lo partidario y lo gubernamental a nivel municipal, estatal o federal.
Ya no existe una institucionalidad consistente de poder partidario-gubernamental que sostenga al priismo en la actualidad, y de perder las elecciones en el estado de México, esta institucionalidad se verá todavía más disminuida.
2º.- El problema de la identidad, que está relacionado con la pertenencia a unas siglas partidarias y a unos grupos de poder concreto (como el duartismo en Chihuahua), que hasta antes del 2018 mostraron consistencia identitaria. Ser priista en la actualidad, ser operador o heredero del priismo, es un acto que resulta vergonzoso e incluso oprobioso. ¿En la actualidad, hay alguno(a) que “se sienta orgulloso(a) de ser priista”? ¿Y en todo caso, a partir de que componentes ideológicos, políticos e históricos, se estaría fundamentando el “orgullo de ser priista” (en los términos de Slavoj Žižek, se pregunta por la “fantasía ideológica” del priismo)?
3º.- El problema de la existencia política futura, que tiene que ver con la sobrevivencia histórica del priismo y de los priistas, que en los últimos años han buscado refugio en el PAN (“Se reúne la Gobernadora con alcaldes del Partido Revolucionario Institucional”, en: https://chihuahua.gob.mx/prensa/se-reune-la-gobernadora-con-alcaldes-del-partido-revolucionario-institucional) o en Morena (“Da Mario Delgado bienvenida a Ariel Fernández”, El Diario de Chihuahua, 14 de febrero de 2023).
Hay un éxodo del priismo, que en su forma inconsciente (simbólica y sintomática), se hace manifiesto en la trágica decisión tomada por Antonio Tarín García (“Se suicida Antonio Tarín García, exoperador de César Duarte”, Proceso, 7 de abril de 2024).
Hay un suicidio histórico del PRI como partido político, que se identifica en los acontecimientos de corrupción del peñanietismo y el duartismo (en Chihuahua y Veracruz). Pero no hay una muerte del priismo, como forma de existencia ideológica, política, cultural e histórica en general.
El priismo persiste en México a través de un éxodo que comienza a materializarse en el actual sexenio. Respecto a su configuración psicopolítica, en los entrecruces del psicoanálisis y de la política, este asunto ha sido analizado a profundidad por David Pavón Cuéllar en el artículo: “Hacia una psicopolítica de la democracia imposible en México”:
«Si los sujetos efectivamente sostienen el régimen priista, es porque son lo que deben ser para que el régimen pueda existir a través de ellos, como ellos, en ellos y no sólo sobre ellos. Ellos le dan su existencia a un régimen del que reciben su propio ser. Hay una cierta corrupción o deshonestidad, en efecto, que es una forma de ser priista, y al serlo, uno le permite al priismo existir con su propia existencia humana, ya sea que uno milite en el PRI, en el PAN, en el PRD o en MORENA, o que no sea militante de ningún partido… Todo termina efectuándose para ser capitalizado, para incrementar la inversión inicial, para enriquecerse. La riqueza tiende a ser lo que da sentido a una política priista que excluye la pobreza... El enriquecimiento acaba siendo el fin último al que todos los demás propósitos quedan subordinados… Podemos hablar, pues, retomando el famoso concepto de Marx (1866), de una “subsunción de la política en el capital”.» (en: https://davidpavoncuellar.wordpress.com/2018/03/03/democracia-imposible-en-mexico/).
En todo caso, tendríamos que hablar de la no-muerte del priismo, que se desdobla a partir de persistencias (mecanismos de vitalidad histórica que implican la sobrevivencia del priismo) coexistencias (la construcción de hábitats priistas en otros partidos políticos) y éxodos (la huida del priismo hacia un futuro donde prevalecen las formas de ser priista)…