Chihuahua, Chih.
Ciudad Juárez, Chih.- La que se podría tratar de la peor tragedia en la historia de nuestra frontera, no solo por la cantidad de heridos y víctimas, sino por lo que representará para la migración y para sus habitantes ha dejado una mancha que será imposible de quitar.
Ciudad Juárez, se ha convertido en el epicentro de la atención local, nacional e internacional que le da seguimiento a los cientos de miles de migrantes que se encaminan hacia los Estados Unidos para con ello huir de la violencia, la pobreza, la falta de oportunidades, la represión política, entre diversos factores.
La muerte de cerca de dos decenas de migrantes en una estación migratoria, aunado a las acusaciones de negligencia, de corrupción, de omisiones y de complicidades por parte del personal migratorio del INM, han puesto en el ojo del huracán a esta institución creada durante la administración del expresidente Carlos Salinas de Gortari (1988-1994).
La actual administración federal prometió garantizar mejores oportunidades para los migrantes, al día de hoy sólo se quedaron en promesas.
La migración no es “optativa”, tampoco “no obligatoria”, y mucho menos se ha logrado el que la población migrante “…sea feliz dónde nació, donde están sus familiares”.
Tampoco se han atendido las causas del fenómeno migratorio a fondo, ni generado la inversión suficiente para que los migrantes gocen de oportunidades de trabajo en sus respectivos países de origen, ni mucho menos se han garantizado mejores condiciones de vida.
Todo se trató de un guion escrito, que no ha sido seguido al pie de la letra, tanto por las autoridades mexicanas como por las estadounidenses.
Durante la administración Trump, misma que presionó a México y convirtió a la Guardia Nacional y a personal del INM en una “Patrulla Fronteriza” del lado mexicano.
México se había comprometido con los Estados Unidos en regular el flujo migratorio y en garantizar mejores condiciones para los migrantes.
Incluso se habló de una propuesta para crear “…bienestar en Centroamérica y en el país”.
Nada de eso sucedió, los sueños y las esperanzas de los migrantes se convirtieron en fragmentos de hollín.
La migración ha superado con creces la capacidad resolutiva de los gobiernos en ambos lados de la frontera, sin que ninguno pueda ofrecer una solución que no sea la deportación, la persecución, el hacinamiento y la burocracia.
El principal responsable de los hechos del pasado 27 de marzo en esta frontera, es la negligencia y la omisión de la estructura gubernamental (no nos adentraremos en filias y fobias partidistas) de la administración que actualmente se encuentra gobernando.
La tragedia marcará al sexenio sin duda, como ha sucedido en sexenios anteriores las tragedias y las desgracias no tienen colores partidistas, sin embargo vienen con una cadena de corruptelas, negligencias, omisiones, y demás complicidades que vienen arrastrando.
El dolor de una ciudad y de sus migrantes marcará a una frontera adolorida y que día con día ha intentado sanar de la violencia y de la inseguridad de la cual un día fue característica inclusive internacionalmente.