Diferentes, pero ¡Ah, cómo se parecen!
Sin Retorno

Duarte y AMLO

Diferentes, pero ¡Ah, cómo se parecen! 3 de diciembre de 2023

Luis Javier Valero Flores

Chihuahua, Chih.

Coincidencias de la vida. 

Justo cuando el exasperado exgobernador se lanzaba contra la jueza que lleva su caso, porque no le otorgó la ansiada libertad y que, para argumentarle se exhibió como un «soñador» acerca de la aplicación de justicia, en el otro extremo de la política, el hombre que llegó diciendo «al diablo con sus instituciones», -sólo para servirse de los tiempos, modos y trampas legales para intentar apropiarse de la Suprema Corte de Justicia (SCJN)- proponía una segunda terna para que la ganadora de ella ocupe un lugar en la Corte.

En esta nueva propuesta -modificada en tan solo una de las integrantes-, al igual que en la primera, la filia política entre ellas y el ocupante de Palacio es extrema. 

En tanto, César Duarte se erigió en el paladín de la justicia. 

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Al increpar a la jueza, el autor de la «oxigenación» del Tribunal Superior de Justicia (TSJ), para la cual ordenó, así, de ese modo, que se nombrara a 13 abogados como nuevos magistrados del TSJ, los que en adelante serían denominados los «oxigenadores».

Entre esos nuevos magistrados había, por supuesto, algunos destacados juristas con los suficientes méritos jurídicos, profesionales, laborales, etc. para ocupar uno de esos lugares.

Pero otros no tenían más merecimientos que el de formar parte de la élite política del gobernador Duarte, y otros que, por los acuerdos con la oposición de entonces, arribaron a ese órgano judicial.

El reparto funcionó, por ello no existieron mayores protestas de los partidos de oposición, -Morena recién se había constituido como partido- y solo las quejas de algunos abogados.

Así, llegaron a las magistraturas -impulsados por la voluntad del ballezano convertido en gobernador- varios de los más cercanos a Duarte que, incluso, no cubrían los requerimientos necesarios para aquella época.

El poder todo lo puede, había dicho quien, ahora, para erigirse en adalid de la reforma judicial, soltó estentóreamente que «que él creyó en la justicia siendo gobernador. “Me metí en diez mil problemas para lograr que aquí se construyera este edificio para dignificar la justicia, pero hoy, como la veo, más valdría haber dejado el sótano y las piqueras y burdeles que había aquí en el barrio de San Pedro, porque ambientaban perfectamente la manera en que hoy imparten la justicia… Yo pensé que usted (dirigiéndose a la jueza) tenía un poco de moral y se lo digo con todo respeto, hoy usted se pasó la raya”, expuso». (Nota de Orlando Chávez/El Diario de Chihuahua, 1/12/23).

-el ‘modito’ de la nueva época: «Con todo respeto….». El complemento nos lo sabemos todos, de ahí que cuando alguien se dirige al escribiente con esa muletilla, mejor es debatir y decir las cosas de frente-

Tales cosas dijo quien revisaba y aprobaba, o no, los nombramientos de hasta los secretarios particulares de los secretarios de su gabinete.

Y ¿Por qué no? A los magistrados que, sostuvo, «oxigenarían» al Poder Judicial. Para ello no tuvo empacho en modificar el articulado constitucional, a fin de que se incluyera como magistrados a los hombres y mujeres que él decidió, en acuerdo con la dirigencia panista de entonces, lo que posibilitó la llegada de los panistas Rafael Quintana y Luis Villegas al TSJ.

A cambio, los priistas, el exdiputado local Gabriel Sepúlveda y el derrotado candidato a la alcaldía cuauhtemense, Jorge Abraham Ramírez, arribaron al TSJ; así como los abogados José Alfredo Fierro Beltrán y Eduardo Filiberto Terrazas Padilla.

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Después de la «oxigenada», Javier Corral efectuó su propia maniobra a fin de contar con un Poder Judicial sumiso. Muy crítico de las acciones duartistas en ese poder, las repitió y superó.

En esos años -del duartismo y el corralismo- tanto el Poder Ejecutivo, como el Legislativo, fueron las piezas favoritas del Poder Judicial de la Federación pues acto realizado por ellos, reclamado por ciudadanos ú organismos debido a su inconstitucionalidad, sabían los ministros de la Corte que, con toda seguridad, las determinaciones de esos dos poderes chihuahuenses eran violatorios de la norma constitucional.

Se llegó al extremo de que, por primera vez en la historia del México independiente, el presidente de un Tribunal Superior de Justicia de alguna de las entidades fuese destituido por la Suprema Corte.

Y ahora el exgobernador Duarte, desesperado porque la jueza estimó que no se le podían computar los tiempos empleados en dilucidar los amparos y otras acciones solicitadas por su defensa, razón por la que excede el tiempo encarcelado establecido por la ley, empleó el argumento de haber construido la sede del Poder Judicial para insultar a la juzgadora al compararla «con todo respeto» con el trabajo que se efectúa en los burdeles.

Como la absoluta mayoría de los políticos tiene la memoria corta y olvidan la trascendencia de sus negativas acciones. Sólo porque poseían el poder creyeron que solo los cercanos a ellos son merecedores de ocupar todas las posiciones imaginables, al fin y al cabo que, son mis cercanos y ese solo hecho los «purifica».

Así está actuando el presidente López Obrador en el caso del faltante en la Corte.

Con toda seguridad, si el senado no aprueba a alguna de las integrantes de la segunda terna, entonces, valiéndose de la reforma al Poder Judicial de Peña Nieto, que en tercera instancia le dejaba al presidente nombrar al ministro en caso de que ninguna propuesta alcanzara las dos terceras partes de los senadores presentes, nombrará, casi con toda seguridad, a la ex delegada del Bienestar en Chihuahua, Bertha Alcalde Luján, a quien conoce casi desde niña pues es hija de quien fuera su secretaria de la Contraloría del Distrito Federal, Bertha Luján, cuando López Obrador fue Jefe de Gobierno.

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Le hará compañía, en el gobierno, a su hermana, Luisa María, quien es la secretaria de Gobernación.

Y ahora, destacados militantes de Morena, abnegados fundadores del partido, se ufanan de que los espacios de la Corte sean ocupados por renombrados integrantes de su partido.

¿Pues qué no llegaron como heraldos del futuro? ¿Acaso no llegaron para efectuar una profunda transformación y ahora repiten las maniobras de los del pasado, incluso «mejorándolas»?

¿De veras no comprenden que en un régimen democrático son necesarios los contrapesos del poder? 

¿Se les olvidaron las sesiones de «autocrítica», que los militantes de las agrupaciones de izquierda, de las que provienen cada vez más escasos miembros del partido gubernamental, practicaban como mecanismo para superar los errores cometidos?

De ahí el paralelismo entre Duarte y López Obrador. Y antes con Javier Corral. Se parecen en el ejercicio del poder.

Contrario a lo sostenido por AMLO, la Corte es -debiera ser- el contrapeso a su poder y acciones.

No es, como no se cansa de repetir, un enclave del «conservadurismo», máxime si, como es el caso, ahí se encuentran cuatro ministros propuestos por él y que, al no acatar sus órdenes, como esperaba, ya los catalogó como «conservadores».

Cunde como enfermedad ¿O nunca se ha ido y solo es un sueño, una «aspiración» de tener gobernantes que no sucumban ante la seducción del poder y se comporten como demócratas?

Hay más.

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Al caos generado por los ex gobernadores Duarte y Corral en el Poder Judicial, ahora se le agregó una reforma judicial, aprobada por la actual administración, impugnada ante la Corte porque incumple las normas constitucionales, pues pretende que la designación de los magistrados se efectúe sin la práctica de un examen de oposición, de ahí que quede todo el proceso a la discrecionalidad absoluta de la comisión especial encargada de la designación de los candidatos.

Sí, porque los aspirantes seleccionados serían producto de la designación de una comisión en la que participan representantes de los poderes Legislativo y Ejecutivo, en lo que constituye una clara intromisión a la división de poderes.

Como sostiene el abogado José Martínez Fraustro, ex presidente de la Federación Mexicana de Colegios de Abogados, «aunque el procedimiento instruido esté apegado a una norma vigente, contraviene principios y resoluciones de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos sobre la independencia judicial y criterios del más alto tribunal del país».

También irá a la Corte, allá la anularán.

¡Híjole!

Finalmente. Los que están para acrecentar el archivo de la picaresca mexicana, son las frases y actitudes del ex gobernador Duarte en esa sesión.

Enojado, simuló estar aterrorizado cuando le espetó a la jueza: «Y no hable, porque usted casi nos come con los ojos cuando nos atrevemos a abrir la boca». (Ibídem).

Luego nos hizo recordar a Vicente Fox: Cuando la jueza le ordenó que se sentara o se fuera ante sus increpaciones Duarte le respondió: «no señorita, usted no me manda, yo no me voy a ir».

De ahí lo sacaron.

Columna de Plata-APCJ: 2008, 2015, 2017, 2022 y 2023

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Luis Javier Valero Flores

Director General de Aserto. Columnista de El Diario