Chihuahua, Chih.
“Al cabo de un segundo, lo acontecido se vuelve pasado:
una memoria que es de la misma irrealidad que el sueño”
Jodorowsky
A nueve meses del cambio de gobierno el statu quo neoliberal tiene las vísceras revueltas y defiende sus intereses a pesar de que vaya en contra de ellos. La correlación de fuerzas sigue siendo favorable al proyecto de nación del presidente López Obrador y su movimiento extendido más allá de la organización partidista MORENA. Partido que, por cierto, queda a la saga del accionar presidencial.
La actual correlación de fuerzas, desde el vector de la relación gobierno-empresarios, se desprende porque no se ha roto la convención del orden macroeconómico, lo que ha evitado la estampida de capitales que algunos agoreros no se cansan de anunciar. Se han equivocado, el clima favorable para los negocios se mantiene.
El gobierno de izquierda ha sostenido la bandera de la austeridad hasta convertirla en ley. Una bandera de los monetaristas que el obradorismo ondea con una modulación diferente, para impulsar su política distributiva. La política de austeridad tiene como principio la racionalización del gasto público para que este sea más eficiente y eficaz. Austeridad que entre nuestros liberales autóctonos se convirtió en ficción, simulación. El derroche, el vil saqueo era la norma. López Obrador quiere alcanzar lo que otros no pudieron, optimizar los recursos públicos para hacerlos factor de desarrollo.
Son varios los obstáculos, de principio, disponer de un presupuesto de egresos básicamente diseñado por su antecesor, así como la deuda pública heredada.
Un aparato público que arrastra inercias patrimonialistas y la incompetencia del aprendizaje de inicio. Todo esto se resume en una tarea, desmontar el sistema de saqueo de la riqueza pública. Esto es complicado porque están entretejidos el interés público con intereses privados.
Por eso se cumplieron especificaciones para dejar cancelado el proyecto aeroportuario de Texcoco. Por eso se ha solicitado arbitraje para modificar contratos, es el caso de los gasoductos. Los contratos no están escritos sobre piedra, son modificables y así se han modificado en múltiples ocasiones, para subir el costo de estos y así “legalizar” la corrupción. Por eso está peliagudo interponer denuncias.
Así como hay encuentros, también se dan desafíos abiertos a la 4T, el hijo de un famoso empresario y el protagonismo del actual dirigente de la Coparmex, por ejemplo, todos los días hacen público su desacuerdo con el gobierno y llegan hasta ventilarlo en tribunales iniciando procedimientos de amparo. Se escudan en el combate a la corrupción y a la impunidad, pero son defensores del sistema que alentó la corrupción y la impunidad.
Aquí no se agota la correlación de fuerzas, lo dejamos como materia de otro artículo.
Salud y larga vida.
Profesor por Oposición de la Facultad de Derecho de la UACH.
@profesor_F
Francisco Flores Legarda
Abogado y analista. Profesor por Oposición de la Facultad de Derecho de la UACH. Profesor F.