De la neolengua de Orwell, a cómo ser Woke se convirtió en un insulto

De la neolengua de Orwell, a cómo ser Woke se convirtió en un insulto 29 de enero de 2025

Verónica Villegas Garza

Chihuahua, Chih.

En mi adolescencia me volví aficionada a los clásicos de ciencia ficción, fue esa época donde podías pasar la tarde completa leyendo sin sentir esa especie de remordimiento que nos llega de adultos cuando usamos un par de horas para leer tranquilamente.

Pasaron a ser mis acompañantes rutinarios autores cono George Orwell, Ray Bradbury, Aldous Huxley y más recientemente Margaret Atwood con su alucinante y terrible Cuento de la Criada.

Me maravillaba descubrir los mundos distópicos creados por estos autores y una especie de morbo el conocer sobre esas sociedades capaces de organizar un ministerio de la lengua, encargado de editar un diccionario, que quitaba palabras en lugar de incluirlas, o bomberos que en lugar de apagar incendios los provocaban, en especial donde hubiera libros, leía sobre estos mundos terribles con la tranquilidad de saber que era ficción, que no existían y que mi entorno se alejaba de esos horrores. 

En especial creía y creo ahora mismo, al igual George Orwell, que el lenguaje fue y es una herramienta poderosa.

En su libro ‘1984’ establece que el lenguaje es la base del pensamiento humano, que estructura y da forma a nuestra forma de pensar y de ver el mundo, pero que también puede acotar las ideas y pensamientos que somos capaces de formular y expresar.

Orwell nos llamaba la atención sobre los regímenes totalitarios de su época, del comunismo imperante a mediados del siglo XX y como estos regímenes pueden hacer uso del lenguaje para limitar ciertas ideas, es decir, si un sistema buscaba manipular a su pueblo, podía hacerlo a través del lenguaje.

Como adolescente que creció viendo caer el muro de Berlín y los estados de la llamada cortina de hierro, leía con tranquilidad porque veía como los tiranos caían y el mundo se acercaba a una supuesta libertad.

Dicen que la historia se mueve como un péndulo y, más rápido de lo que creíamos, nos trae de vuelta esa etapa de regímenes marcados por las ideas totalitarias, vemos un regreso del tradicionalismo y las ideas conservadoras, vemos como se han rebasado los conceptos de lo políticamente correcto, de ser de “derecha o izquierda” y lo que, hasta hace poco, poquísimos años era bueno creer y luchar por eso.

A la vuelta de la esquina y en poco tiempo ya no es correcto.

Los temores de Orwell se volvieron realidad, el  lenguaje, ese ente vivo y en desarrollo como un producto social muta y se transforma, producto de los medios de comunicación y los algoritmos de las redes sociales; ya no es necesario un ministerio de la felicidad que elimine palabras del diccionario.

Hoy en día y en muy poco tiempo, conceptos que nacen con determinado significado, se transforman en lo diametralmente opuesto, ejemplo de esto es el concepto woke, o en español progre, que en un inicio nace para hacer conciencia de los prejuicios raciales y la discriminación que afectaban a la comunidad afroamericana de principio del siglo XX y con el paso de los años llegó a abarcar diversas cuestiones de desigualdad social, género y orientación sexual, el uso de pronombres de género neutro, uso de vacunas, activismo ecológico y el derecho al aborto.

​Para la actualidad, sectores conservadores y ultraconservadores de derecha y extrema derecha en varios países occidentales empezaron a usar el término woke o progre, a menudo de manera despectiva, como forma de denostar a movimientos e ideologías progresistas o de izquierda percibidos por ellos como “demasiado rabiosos, entusiastas, agresivos, agitadores, susceptibles o poco sinceros, y por su tendencia a la censura de opiniones discrepantes mediante la llamada “cultura de la cancelación”.

Tal es el caso que el diccionario Webster, que después de su primera acepción: estar alerta ante las injusticias sociales, comenta que el segundo significado se usa con desaprobación para referirse a alguien políticamente liberal (como en asuntos de justicia racial y social) especialmente de una manera que se considera irrazonable o extrema.

¿Qué opinas? Ser woke o progre ¿es una característica ideológica, una forma de pensamiento o un insulto? ¿en qué momento el concepto woke se convirtió en un término empleado para denostar a personas que defienden la agenda progresista?

Te leo en: Treads @veronica_villegas_g

Verónica Villegas Garza

Analista y catedratica de la Uach