Chihuahua, Chih.
El acto conmemorativo del 109 Aniversario del inicio de la Revolución Mexicana, celebrado en el Zócalo de la Ciudad de México el pasado jueves 20 de noviembre, fue inédito y relevante.
Inédito porque --como es del conocimiento publico— los gobiernos neoliberales banalizaron la trascendencia de este acontecimiento histórico, a tal grado, que lo celebraban con un frívolo desfile deportivo y/o festejo folclórico, como todavía se acostumbra en la mayoría de las entidades federativas, entre ellas, Chihuahua, como fue evidenciado nuevamente por el gobernador del Estado, que se la pasó comiendo burritos en la tribuna.
Relevante ya que por primera vez se presentó al público asistente una extraordinaria narrativa histórica y una representación cívica profesional en la que se concatenaron las tres primeras transformaciones de la historia de México a las que el Presidente de la República hace constante alusión en sus conferencias mañaneras.
Es obvio que ese proceso de los tres episodios históricos referidos en esta conmemoración es, además de un ejercicio de pedagogia cívica, una buena plataforma política para socializar y consolidar el programa de la 4ta transformación.
Y aunque sus adversarios mediáticamente se burlen de la constante narrativa cívica histórica y de moralidad a la que el presidente recurre en todos los ámbitos del quehacer público, en su interior, están profundamente molestos y enojados de que AMLO exhiba día a día, los orígenes del nefasto pasado y corrupción del conservadurismo y neoliberalismo del que forman parte y tanto añoran.
El presidente de la República lo tiene muy en claro. Por eso exhibe día a día, la herencia nefasta y trágica que le dejaron los anteriores presidentes de la República, lo que está documentado y comprobado. Esto es, hasta ahora, su mejor blindaje a los cuestionamientos, críticas e incluso amenazas de sus adversarios partidistas y políticos; financieros y empresariales.
Pero desde mi modesto punto de vista, AMLO no puede ni debe seguir anclado al pasado. Tiene que hacer frente ya, en tiempo y espacio, al presente que, como él mismo lo reconoció públicamente hace unos días, ha sido difícil y complejo en su primer año de gobierno.
La 4ta transformación requiere construir sus propios cimientos, paredes y techo, para consolidarse. De nada sirve derrumbar la vieja casa, si no se construye el nuevo hogar de la familia mexicana.
Para el grueso de los mexicanos, ese andamiaje de la 4ta transformación, no es otro que el que ellos demandan:
Crecimiento y desarrollo estabilizador de la economía;
Bienestar social en materia educativa , salud y pensiones;
Poner freno a la inseguridad y la violencia con base en la justicia y la convivencia social sana;
Castigar la corrupción y la impunidad --no solo de los funcionarios de las anteriores administraciones--, sino también de la actual;
Poner freno a la violación de los derechos humanos;
Anular la discriminación racial y de género y,
Rescatar y consolidar la soberanía y autodeterminación de México.
Si no se construye esa arquitectura sólida, la 4ta Transformación se derrumbará tarde o temprano, o en el mejor de los casos, no será mas que una simple remodelación.
Para no incurrir en esa falsa construcción de la 4ta transformación, se requiere atender políticas de Estado fundamentales y hondo calado:
Que entregue un aporte presupuestal austero, pero sólido y transparente a Estados y municipios de la República, sin ningún sesgo partidista y como ya se está haciendo, se comparta la inversión pública con la privada.
Se fortalezcan las instituciones de educación y salud públicas y no las privadas.
No dar “balazos, pero tampoco abrazos” al crimen organizado, sino pegarles donde mas les duele: Se les incaute sus cuentas bancarias ilícitas, empresas ficticias y lavado de dinero.
Barrer la corrupción y la impunidad, no de abajo hacia arriba, sino al contrario, de arriba hacia a bajo.
Reestructurar la Comisión Nacional de Derechos Humanos, no con académicos que teorizan pero no resuelven, sino con la participación de las víctimas.
Castigar jurídica y socialmente todo acto de discriminación racial y de género.
No aceptar que México se convierta en un “tercer país seguro” como pretende el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el cual no solamente insiste en poner un muro con la frontera con México, sino que además ha detenido y extraditado a mas de 70 mil niños inmigrantes de familias centroamericanas y mexicanas.
En este aberrante escenario social, económico, financiero, político y racial en boga, no solo en México, sino en toda América Latina, Asia y Europa, la oligarquía financiera neoliberal ha puesto el futuro de la humanidad en un grave riesgo. Veremos y diremos que es lo que nos depara el destino.