Chihuahua, Chih.
Seguramente los debates de los candidatos a las alcaldías de Juárez y Chihuahua no alcanzaron los niveles de audiencia que esperamos todos los optimistas, pero con toda seguridad sí lograron, primero, que los ciudadanos más interesados (menos en la capital que en Juárez, a consecuencia de las fallas técnicas de su transmisión, cosa que se resolvió al final del debate) tuvieran oportunidad de apreciar de mejor manera a los candidatos, más allá de las cansinas entrevistas radiofónicas que han ofrecido y del martilleo constante, salvaje, de los spots de radio y televisión.
Segundo, que los diversos analistas, conductores, dirigentes de los partidos, de las organizaciones sociales y empresariales, tuvieran la misma oportunidad y, además, de apreciar las posibles tendencias, tanto de las preferencias electorales, como de las fallas de los aspirantes.
Hay una más, no apreciada antes, seguramente porque en la mayor parte de los casos, las contiendas, a estas alturas de las campañas electorales (a 21 días de las elecciones) ya se percibía que uno de los candidatos era el que llevaba la delantera, significativa en muchos casos, pero que ahora, ante la incertidumbre de los resultados en las dos principales urbes chihuahuenses y en la candidatura al gobierno del estado, se volvieron más importantes.
Por supuesto, porque la pérdida, o la ganancia de 1 o 2 puntos, ya sea por el debate mismo, o por la discusión post-debate, significarán la diferencia. Pueden determinar el ganador de cualquiera de las tres elecciones.
Más aún, en el actual proceso electoral, no necesariamente los candidatos al gobierno de Chihuahua pueden descansar ante la posible victoria de su compañero candidato en cualquiera de las dos alcaldías. No, pues el incremento del porcentaje de ciudadanos que van a cruzar su voto será significativamente mayor que en las elecciones precedentes.
Y los escenarios fueron distintos en ambos debates. En los dos, a juicio del escribiente, hubo triunfadores, pero las consecuencias fueron distintas. Mientras que en Chihuahua el post-debate se convirtió en la principal consecuencia; en Juárez, los virulentos ataques del candidato independiente, Armando Cabada, al candidato de la coalición del PRI, Héctor (Teto) Murguía, secundado, por momentos, del candidato de Morena, Juan Carlos Loera, se convirtieron en el aspecto más comentado entre los juarenses, a grado tal que la percepción generalizada es la de que el gran derrotado fue el aspirante priista.
Pero a esa percepción debería sumársele otro aspecto, el de que, con toda seguridad, la gran derrotada de la noche fue la candidata del PAN, Victoria Caraveo, y, por supuesto, su partido. En la noche del jueves los panistas de la frontera “más bonita” pudieron perder 2-3 puntos porcentuales de las preferencias electorales. La incógnita radica en saber cuántos de esos electores migraron -o encauzarán- su preferencia por el independiente Cabada.
En tanto en Chihuahua, a lo largo del debate se apreciaba que las dos principales contendientes, Maru Campos, del PAN, y Lucy Chavira, del PRI (en alianza con PVEM, PANAL y PT), si bien habían tenido un discreto desempeño, en el que Campos lanzó, primero, una puya, seguida por dos de Chavira, dejando de lado la vieja máxima de que la candidata puntera no ataca al segundo lugar (porque no podíamos saber, por esos ataques, cual de las dos se sentía adelante), y luego dos más, al mismo tiempo que Campos respondía prometiendo que su gobierno “no sería uno de más deudas y deudos”.
Pero todo cambió en la ronda de conclusiones. A Lucy le tocó el último lugar y lo aprovechó a la perfección.
Ante el desliz de Maru, cuando afirmó que “el PAN no le aprobó la deuda al Gobernador Duarte”, Lucy respondió, con copias de los dictámenes de la Comisión de Programación y Presupuesto del Congreso, en la que Maru es Secretaria, en los que aparece la firma de la panista, aprobando los dictámenes, referentes a la Ley de Ingresos (en la que se aprobó una parte del endeudamiento del fideicomiso carretero) sin que hubiera emitido un “voto particular en contra” de tal o cual aspecto.
La candidata panista se quedó demudada; no tenía derecho a la réplica, el golpe fue contundente, ahí se alzó como triunfadora la candidata priista.
Al día siguiente, Maru adujo que eran falsos los documentos, lo que, implícitamente, fue desmentido por César Jáuregui, líder de los diputados panistas, cuando, en el ánimo de desmentir lo dicho por Lucy Chavira, adujo que Maru sí había firmado, pero que sólo eran los dictámenes de la Comisión y que en la discusión en el Pleno del Congreso habían votado en contra de ese aspecto en particular (el de la deuda).
Pero ¿Cómo justificar que el dictamen de una comisión legislativa venga firmado por unanimidad y no haya, en el texto, el rechazo de una legisladora a un aspecto particular de una ley en discusión?
El post-debate no le ha sido favorable a la candidata del PAN en Chihuahua.
En el mismo caso se encuentra el candidato del PRI a la presidencia juarense, pero Teto perdió en el debate mismo, a grado tal que le hicieron cometer varios errores de dicción (además de los que comete cotidianamente), fruto del indudable enojo que le produjeron los señalamientos de haber cometido diversas corruptelas en sus anteriores mandatos, de haber gastado más del 80% del financiamiento del Plan de Movilidad Urbana (PMU), de haber propiciado el crecimiento de la mancha urbana en más de 10 veces, frente a un crecimiento poblacional de solamente 5 veces.
Las críticas fueron despiadadas en contra de Teto Murguía.
“Ni en su partido lo quieren, nosotros qué culpa tenemos”, le espetó Armando Cabada, al criticar la fallida intención de Teto por convertirse en gobernador.
Murguía le respondió con la descalificación: “… la experiencia no se improvisa. La ignorancia, la improvisación, la soberbia y el berrinche son la combinación perfecta para volver a hundir a Juárez en el terror y la pobreza”.
En las últimas rondas, experimentado como es, Teto Murguía (o probablemente funcionaron sus asesores) decidió actuar para las cámaras y entonces, en lugar de debatir con sus oponentes, lanzó mensajes en los que el principal sustrato es que “Teto ya ha cumplido, tú lo sabes, tengo la experiencia”.
El problema es que esos mensajes son fácilmente asimilables por las capas más pobres de la población, pero que escasamente inciden en las capas medias y éstas son las que, en mucha mayor medida (perdón por la figura literaria) constituyen la audiencia principal de los debates de los candidatos.
Los pobres, los trabajadores de 3 salarios mínimos o menos, poco siguen las discusiones de la clase política. Por eso, quizá, Murguía se negó a discutir en el ¡Debate! el tema del PMU.
¿Cómo? ¿O sea que el principal tema de la discusión de los juarenses a lo largo de los últimos 3 años, su autor se niega a debatirlo con sus oponentes en el principal acto de la campaña municipal de la ciudad más importante de Chihuahua?
Increíble.
La mala noticia para los candidatos al gobierno de Chihuahua, o buena, según sea el caso, es que el avance en las preferencias electorales de sus compañeros a las alcaldías, o el retroceso, no está ligado a las simpatías por sus candidaturas. Sobre todo en las ciudades mayores de la entidad el porcentaje de electores que cruzarán sus votos aumentará de manera importante.
Así, la contienda en el antiguo Paso del Norte, aparentemente, se circunscribirá a Murguía y Cabada -en una muy apretada disputa- y Caraveo y Loera lucharán por el tercer lugar, pero muchos de quienes votarán por Cabada en Juárez lo harán indistintamente por Serrano o Corral.
A su vez, en Chihuahua la competencia se cerró aun más entre Maru Campos, del PAN, y Lucy Chavira, del PRI. En este caso, algunos de los que votarán por Chavira lo harán por Serrano o Corral.
Y en ambas ciudades, los votantes de Héctor Murguía y Maru Campos serán, abrumadamente, simpatizantes de Serrano y Corral, respectivamente.
Es, en toda su plenitud, la irrupción de su majestad, el voto cruzado.
De ahí la insistencia de Corral en presionar a Barraza para que declinara uno de los dos, el que fuera abajo en las preferencias electorales, después del levantamiento de dos encuestas.
“Independientemente de las coincidencias y de las diferencias que mantengo con esa candidatura”, Corral, en el panel realizado por el Consejo Coordinador Empresarial de Chihuahua, se dijo dispuesto a declinar si se encontrara abajo en las intenciones del voto, pero reclamó lo mismo del candidato independiente.
Fue más lejos, mirando fijamente, por una fracción de segundos, a la mesa en la que se encontraban, entre otros, Enrique Terrazas y algunos de los impulsores de las candidaturas independientes (las de Luis Enrique Terrazas, a la alcaldía de Chihuahua, y Barraza) les pidió que actuaran con responsabilidad, que “lo peor que nos puede pasar es que se nos cuele por en medio el candiduarte”.
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