Chihuahua, Chih.
En esta Reflexión en Voz Alta, que pongo a su consideración, abordaré tres aristas de la crisis humanitaria que estamos viviendo y han sacudido a México, así como propuestas, no recetas, de políticas públicas primordiales que, desde mi punto de vista, se requieren poner en práctica ya, para sobreseer este amargo trance y abrir paso a la “nueva normalidad”.
Empiezo por la crisis de salud, que ha sido el foco de atención a nivel mundial y nacional. Y no es para menos. El virus del coronavirus ha provocado la muerte de cientos de miles de habitantes del planeta, como es de dominio público.
En lo que respecta a nuestro país, en lo que va hasta el viernes pasado (22 de mayo), se han contagiado 59 mil 597 personas y fallecido, 6 mil 510 a nivel nacional. En nuestro estado, la cifra de casos confirmados con pruebas PCR, subió a 1,338 y 249 muertes. De los 11 municipios de la entidad con casos de contagio y fallecimientos, Cd. Juárez se mantiene con la mayor cantidad de enfermos (841) y defunciones (196).
Es importante señalar que el maligno virus también ha puesto en riesgo la salud y la vida del personal de salud (médicos y enfermeras; camilleros, secretarias, personal de limpieza y guardias de seguridad); 9 mil de ellos se han contagiado y 111 han fallecido en la República.
En esa fatídica lista están incluidos 20 médicos y 17 enfermeras de Chihuahua que fueron contagiados y 6 fallecidos en cumplimiento de su deber que -injustamente- fueron vilipendiados e incluso agredidos en varias entidades del país.
La crisis humanitaria, empero, no se circunscribe únicamente al área de la salud, sino también de la economía. La pandemia ha impactado la economía global y afectado severamente la producción México y Chihuahua, a tal grado, que tan solo en el mes de abril, 555 mil trabajadores formales suscritos al IMSS se quedaron sin empleo, entre ellos, 15 mil chihuahuenses, lo que es un indicador sumamente inquietante para todos, pues el soporte de la economía no depende únicamente del capital, sino, ante todo, de la fuerza de trabajo.
Por si fuera poco, la paz y la seguridad de los ciudadanos se ha visto también profundamente vulnerada por la violencia del crimen organizado, que se ha acrecentado y alcanzado índices de asesinatos y masacres, incluso de familias enteras de sus adversarios, a lo largo y ancho de la República en plena cuarentena de la “sana distancia” y el “quédate en casa”, que evidentemente les vale un comino a los sicarios, esto es, a los asesinos a sueldo.
Tan es así, que en lo que va de la “cuarentena”, se han registrado en el país más de 6 mil asesinatos del crimen organizado, de los cuales, 906 se han cometido en nuestra entidad, en especial en Cd. Juárez donde el miércoles pasado sicarios de Los Aztecas realizaron tres ataques armados en contra de policías ministeriales, por la detención en Coahuila de uno de sus líderes, a quien se le imputan 50 homicidios. Los ataques dejaron un saldo de 4 sicarios muertos, y dos heridos (un agente y un civil).
Como podrán apreciar, estimados lectores, estamos inmersos en una situación compleja y de alto riesgo para el país que pinta para largo. No hay aún una respuesta concisa y precisa a la pregunta que los ciudadanos no hacemos, respecto a que nos depara el destino, no solo a nosotros, sino, sobre todo, a las nuevas generaciones en ciernes.
En lo que se refiere a la pandemia del coronavirus, ni los mismos especialistas lo saben, por lo que lo más prudente es acatar y cumplir las medidas sanitarias de la “nueva normalidad” que se ha puesto en marcha.
No menos importante es, evitar que el confinamiento familiar sea fuente de estrés, el cual genera trastornos físicos y mentales y conflictos de pareja y riñas con hijos, y no dejarse manipular con noticias falsas y catastróficas que abundan por doquier en redes sociales y medios de comunicación, mediante las cuales, se siembra miedo, incertidumbre e incluso terror a la población para desestabilizar el país y la 4ta Transformación.
Los tres niveles de gobierno, por su parte, deben fortalecer el sector salud aportándole más camas y mejor equipo médico; contratar más personal especializado en servicio de emergencia y terapia intensiva, para proteger el sistema inmunológico de las personas contagiadas, pero asintomáticas, hasta en tanto no se cuente con la vacuna anti virus que, si bien ya se están elaborando en laboratorios de diversas naciones, no se va a obtener en corto plazo, según los expertos.
En cuanto a la crisis socioeconómica que se avecina, lo fundamental --desde mi punto de vista--, es integrar un plan integral entre la iniciativa privada y el Estado en sus tres niveles de gobierno, para restablecer el crecimiento económico y fomentar el desarrollo social, que por enésima ocasión reitero, no se contraponen sino se complementan. No hay desarrollo social sin crecimiento y viceversa.
Para un servidor, no hay otra forma de hacer frente a la Recesión Económica y el desempleo de millones de personas y salir de esta aguda crisis, que también es humanitaria, y que todo indica, no va a ser pasajera.
Dejémonos de politiquerías, ambiciones y egoísmos personales. “Es hora de unificarnos como nación, como pueblo, como humanidad”, como certeramente señala mi hermana Alma Rosa, en un mensaje que me envió.
Por lo que se refiere a la violencia de la delincuencia organizada que vulnera la paz social, el espacio público, el orden constitucional, el estado de derecho y la gobernabilidad, estoy convencido que se puede enfrentar y abatir, si se restablece y se pone en vigencia la Ley de Seguridad Interior que canceló la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el 15 de noviembre de 2018, a petición –aunque usted no lo crea-- de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y el Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información.
Se promueva o no dicha Ley, es prioritario que la Unidad de Inteligencia Financiera que encabeza Santiago Nieto, se de a la tarea de rastrear, investigar y congelar los depósitos de miles de millones de dólares que los cárteles de la droga y sus cómplices (ex presidentes, gobernadores y presidentes municipales; jefes y mandos de corporaciones policiales y militares, ministerios públicos y jueces) protegen en bancos y compañías financieras nacionales e internacionales, así como a las empresas fantasmas mediante las cuales “lavan” su dinero ilícito, como ha quedado demostrado en el caso de Genaro García Luna.
Eso sería para la delincuencia organizada y sus cómplices un contundente golpe, donde más les duele. Y es que como bien lo dijo el Dr. Edgardo Buscaglia, experto en la materia, a Carmen Aristegui en una entrevista en 2014: “México es un exportador de delincuencia organizada e inseguridad hemisférica”.
Veremos y diremos si los sistemas de salud, economía y seguridad, tienen la capacidad de recuperarse de las adversidades que hemos abordado.
Llegó la hora de definirnos: ¿Vamos por la vida o contra la vida? ¿Vamos por nuestra nación o contra ella?
La respuesta decidirá nuestro destino.