Chihuahua, Chih.
«…el verdadero López Obrador, siempre ha estado ahí: intolerante, autoritario, faccioso, deshonesto y mezquino… »: Javier Corral.
Lo dijo la gobernadora Maru Campos desde su trinchera. Lo mismo podrán decir algunos cientos de antiguos militantes (viejos y nuevos) de MORENA: «¡Traición!».
Todo porque -¡Qué poco aguantan!- al ex gobernador de Chihuahua, Javier Corral, Morena lo colocó en el 9o lugar de la lista de candidatos de representación proporcional al senado.
No está mal el cambalache.
El presidente le quiso otorgar una embajada -«Invité a Javier Corral, nada más que tiene doble nacionalidad y para ser embajador se requiere tener una nacionalidad, ser mexicano y si se tiene dos, pues hay que renunciar…». (Nota de Gisela Parra, El Diario, 19/1/22).
Y a cambio le otorgaron una senaduría ¿Quién se la otorgaría, el presidente, o habrá sido, acaso, Claudia?
No tiene pierde, como se avizora una contienda electoral muy cerrada, en la que la tercera fuerza alcanzará niveles menores, entonces, cualquiera de los dos bloques partidistas que se enfrentan obtendrá, por lo menos, el 40% de la votación.
Sí, ya sabemos que hay algunos lectores, simpatizantes del presidente, que no aceptarán el aserto anterior y que creen que la morenista sacará una ventaja de más de 30 puntos sobre la hidalguense.
La competencia se apretará.
Entonces, con el 40% de la votación al senado, los candidatos de los primeros 12 lugares de cada lista accederán a un puesto en la Cámara de Senadores, porque ese número es el correspondiente al porcentaje de 32 senadores ‘plurinominales’.
¿Sorpresiva la aparición de Corral en esa lista?
La verdad, a estas alturas del morenismo, ya no, la dirigencia de este partido, que es, sin lugar a dudas, única y exclusivamente el presidente, ha efectuado, en tan solo cinco años, lo que efectuaron, el priismo en más de 70, y el panismo en 30 (desde que accedió a puestos de poder).
Ha llevado el pragmatismo político al súmmum.
Literalmente de todo ha recogido de entre la clase política, a tal grado que ha contribuido a la mayor aceleración de la pérdida del perfil ideológico y político de la mayor parte de los políticos mexicanos y ha contribuido, quizá como ningún otro presidente, al oportunismo de los políticos.
Sin duda que, además de algunos otros rasgos políticos, López Obrador y Corral son de los más emblemáticos en tal sentido.
Una cosa dijeron en el pasado y otra, exactamente la contraria en el presente y aún persistir en autoproclamarse como adalides de la honradez y la congruencia.
«… en Chihuahua, Andrés Manuel López Obrador se lanzó en contra de la administración del panista Javier Corral, a la cual acusó de ser un "gatopardismo" y no representar un cambio verdadero respecto a los anteriores gobiernos priistas… y los resultados han sido los siguientes: sigue la misma corrupción, la misma inseguridad y misma violencia", aseveró». (Nota de Héctor Gutiérrez y Pedro Sánchez, Reforma, 18/6/18).
En su primera gira, previa a la campaña electoral del ’18, López Obrador «descalificó a la administración del gobernador de Chihuahua, Corral Jurado, al decir que no ha resuelto el problema de inseguridad y sólo se ha dedicado a pintar de azul las casetas de cobro, por lo que, dijo, es pura faramalla su Caravana por la Dignidad…». (Nota de Misael Anaya, El Universal, 5/2/18).
Luego, el que criticaba el azul de las casetas de peaje de Chihuahua, pintó de guinda toda la administración federal: la papelería, los locales, las oficinas, las aplicaciones gubernamentales, la escenografía y hasta los chalecos de los ‘servidores de la nación’.
Corral, por su parte, al criticar los modos usados por el PAN para designar a sus candidatos en aquel año, lanzaba denuestos pletóricos de ética partidista: «"Las cosas se deben de operar con mucha comunicación hacia la militancia y con respeto a nuestras normas y nuestros principios", manifestó… Tenemos que distinguirnos de la tómbola y los dedazos, como pasa en el PRI y en Morena, no podemos repetirlo nosotros». (Nota de Isabella González, Reforma, 18/2/18).
Hoy es el beneficiario de uno de los dos, o de ambos ‘democráticos’ mecanismos usados por Morena para designar a sus candidatos ¿A qué no los impugna, como sí lo hacía en el PAN, por supuesto cuando no resultaba favorecido?
En aquel entonces sostenía que sus críticas no afectaban su militancia en el PAN, «Por supuesto que no romperé con Acción Nacional nunca. Ese gusto no se los voy a dar jamás, ni al PRI ni a Morena", expresó». (Ibídem).
El que ahora es todo elogios al presidente describió al tabasqueño: «No es que haya regresado el verdadero López Obrador, siempre ha estado ahí: intolerante, autoritario, faccioso, deshonesto y mezquino; sucede que sumó temporalmente una capacidad para generar confianza: Culminó el engaño».
«… “mucho pueblo para tan poco gobernador”, le espetó el entonces candidato opositor, López Obrador» y Corral le respondió, en el mismo nivel del debate, que «si soy poco gobernador, AMLO sería poco presidente». (“Todos contra El Peje”, LJVF, El Diario, 6/5/18).
Hoy todo eso es historia y el morenaje se adelanta a justificar la decisión cupular de su partido.
El coordinador de los diputados locales, Cuauhtémoc Estrada, «resaltó como un aspecto destacable del exgobernador su compromiso contra la corrupción, subrayando que, independientemente de las opiniones críticas, su contribución en este aspecto no puede ser ignorada». (Nota de redacción. Tiempo, 23/2/24).
Y así por el estilo, en todo el país, distintos actores del morenaje pasaron a ser los justificadores de las designaciones que su dirigencia efectuó.
Y ésta así las justifica: «La integración de las listas cumple con el compromiso de paridad, acciones afirmativas y con la estrategia político electoral de Morena para representar auténticamente al pueblo de México en su diversidad y pluralidad social, económica y política».
De aquella esperanza, de que Morena sería el partido de izquierda que el país necesitaba, nada queda; sólo un conglomerado de políticos dispuestos a adoptar cualquier postura, cualquier pronunciamiento, siempre y cuando les permita gozar de alguna de las posiciones del poder público que generosamente reparte el partido del gobierno, que se dice de la 4a transformación, la que hoy más que nunca está más que ausente y la que, en esa irracional manera de nombrar a sus candidatos ofende gravemente a sus bases partidistas.
No podía ser mayor la afrenta que podía recibir el morenaje chihuahuense: Su dirigente estatal en Chihuahua, Brighitte Granados, ¡Va de suplente de Javier Corral!!
No todo es malo en esta escena.
Ahora, quien lo diría, gracias a Morena unos antiguos compadres estarán nuevamente en la misma trinchera.
Por bandas separadas, el alcalde juarense, Cruz Pérez Cuéllar y el ex gobernador, Javier Corral, se integraron al partido del presidente; si bien el primero, ya, con el antecedente de haber sido candidato ganador al senado en 2018.
Muy probablemente revivirán los enfrentamientos de la última etapa en la que coincidieron en el PAN pues el alcalde juarense, de obtener la candidatura y la reelección, estará enfilado a la gubernatura y, por el otro, ¿Corral le devolverá el favor a Juan Carlos Loera de la Rosa y le apoyará en pos del mismo puesto y, con ello, intentará, nuevamente, cortarle el paso a Cruz?
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PD 1.- Troglodita «¿Y qué hacemos con la Ley de Transparencia, señor Presidente?”, cuestionó al presidente una periodista de Univisión en la mañanera de este viernes 23 de febrero».
«No, por encima de esa Ley está la autoridad moral, la autoridad política, y yo represento a un país y represento a un pueblo que merece respeto, que no va a venir cualquiera, porque nosotros no somos delincuentes, tenemos autoridad moral, no va a venir cualquier gente, que porque es el NYT, y nos va a poner, nos va a sentar en el banquillo de los acusados", respondió».
Lo efectuado por el presidente López Obrador en esa mañanera, además de no tener precedentes, es insostenible.
El presidente no está por encima de las leyes, así sea el más popular, el mas querido; así sus motivaciones sean las más cercanas al ‘pueblo bueno y sabio’.
Está obligado a acatar las leyes.
Si no hubiese más argumentos, basta uno solo: El es presidente por la decisión democrática de más 54 millones de mexicanos a través de la emisión de su voto; López Obrador no es presidente porque un movimiento revolucionario lo impuso, no, es mandatario, y eso es, el primer ciudadano que debe obedecer a la sociedad y, por tanto, a las leyes establecidas; por encima de éstas no hay nada, ni siquiera él y su dignidad, su honradez o su libertad.
Alegar desquiciadamente que tenía derecho a difundir el número telefónico de una reportera -que le envió una comunicación privada- y que, por tanto, nadie tendrá defensa legal frente a sus excesos y afanes justicieros ha desatado, como era natural, una verdadera locura en las redes sociales:
Circulan profusamente en las redes los números telefónicos de sus hijos y de sus propagandistas y luego circularán los de los de enfrente y nada faltará para que aparezca un demente que pretenda ‘castigar’ a alguno de los contrarios.
¡Ah, pero es el mandatario de los abrazos y no los balazos!
PD 2.- Apenas se puede creer. Youtube ‘bajó’ la conferencia mañanera de AMLO donde exhibió datos de periodista de NYT. Fue eliminado por infringir la política sobre acoso y bullying.
Columna de Plata-APCJ: 2008, 2015, 2017, 2022 y 2023
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