Chihuahua, Chih.
Cuando creíamos que la confrontación entre el gobernador Javier Corral y la alcaldesa capitalina, Maru Campos, había llegado a su más alto grado, nuevamente el mandatario estatal la escaló a un nivel, nuevamente, no conocido en el ámbito político.
Fueron descarnadas, tajantes, cargadas de una emotividad política desusada; si bien se percibía la existencia de diferencias entre ellos, no se sabía, en público, de la elevada animosidad del gobernante estatal en contra de la alcaldesa de Chihuahua.
No solo la acusó, ahora sí de manera precisa, indubitable, sin el tamiz o el filtro de la Fiscalía, de pertenecer al grupo de César Duarte y de recibir dinero del ex mandatario, sino que también la acusó de patrocinar a sus detractores y especificó que Campos paga una página digital en su contra, “ya no voy a dejar pasar una sola calumnia, una mentira más”, afirmó tajantemente.
Desatadas las hostilidades, de manera publica, a partir de la derrota legislativa de la propuesta corralista de las elecciones primarias generalizadas, el fondo electoral de sus divergencias lo develó Corral, pues precisó que no venía “a cuidarle a nadie sus aspiraciones”.
No había declarado tan claramente el gobernador sobre los recibos, supuestamente firmados por la alcaldesa, y ahora agregó la existencia de varias versiones en las que Maru había informado de la recepción del dinero y que, además, había explicado para que sería usado, y negó tajantemente que la Fiscalía del Estado se usara con fines políticos, como habían señalado, cada uno por su cuenta, la alcaldesa y el jefe de su gabinete, Mario Vázquez.
“La alcaldesa ha dado múltiples versiones sobre el tema, bueno, esa es su verdad, pero la cual tendrá que ser contrastada con la verdad de las investigaciones que realiza la Fiscalía General del Estado”.
Por el tono, por las cosas que dijo el gobernador y por la evidente subordinación del Fiscal Peniche al mandatario, pareciera que estaríamos a punto de que le solicitaran a un juez la emisión de una orden de aprehensión, en el caso de que lo hasta ahora denunciado en los medios de comunicación configurara la comisión de uno o más delitos.
A los asuntos estrictamente legales, o jurídicos, Corral agregó acusaciones de corte estrictamente políticos, como cuando sostuvo que “ese grupo” de panistas le decían “jefe” a César Duarte, o al señalarlos que “eran un grupo muy cercano, al gobernador, en el PAN; hay muchos hechos para acreditarlo”.
En otro momento incurrió, nuevamente en un proceso legal, en ilegalidades, al dar a conocer aspectos de una causa penal, como cuando aseveró que “incluso tienen (en la fiscalía) la declaración de colaboradores cercanos de María Eugenia Campos, sobre cuando y bajo qué motivos ella (Maru Campos) recibió esos recursos”, o cuando se refirió a que “hay más de cien señalados” en el expediente.
Hay otro aspecto en los señalamientos efectuados por el gobernador en su conferencia de prensa del martes pasado, el de la ambivalencia de sus expresiones, pues primero afirmó que “Vamos a ir hasta donde tope”, y luego que serían “el fiscal y los jueces los que definan si merecen sanción”, en un gobierno al que una de las críticas más documentadas es el de la total pérdida de la división de poderes, lo que le criticó severamente al ahora encarcelado de Florida.
Algo le ocurre a Corral.
Primero afirmó que era una mentira el que desde un año atrás no recibía a la alcaldesa -como aseguró Maru Campos-, para, a continuación, aceptar que “hace tiempo no la recibo sola” y luego, nuevamente, contradecirse, pues después de un largo alegato acerca de que la relación institucional se mantendría, anunció que no se reuniría con ella, nunca más, “de manera privada”.
Con sus señalamientos, el gobernador Corral no sólo ha minado las aspiraciones de la alcaldesa a la candidatura, o tratado de hacerlo (no es una coincidencia que en los últimos actos públicos el acompañante más cercano a él sea el senador Gustavo Madero, también aspirante a la gubernatura), sino que ha emitido un lamentable mensaje: El de que sus preocupaciones centrales son las de la elección del próximo año.
Y de quien va a sucederlo.
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