Chihuahua, Chih.
Tras observarse los primeros resultados de la jornada electoral que tuvo verificativo el día de ayer, las cifras brindadas de botepronto llevan a aducir una contundente victoria por parte del oficialismo, pues, de acuerdo a los conteos rápidos, el 89% del electorado se decantó por el “SÍ”; sólo que hay un pequeño detalle: esa proporción, que se antoja inmensa, es producto de una votación raquítica, pues ¡solamente sufragaron entre el 7 y 8% del padrón electoral nacional! es decir, una minúscula parte de quienes acudimos a la jornada electoral de junio pasado ¡Increíble!
Peor aún, los lugares que tuvieron mayor proporción -destacadamente la Ciudad de México-, ésta apenas arañó el 10%; mientras en Chihuahua estuvimos por debajo de la media nacional, puesto que solamente el 2% de la población se presentó a sufragar el día de ayer, lo cual deja entrever el desánimo y el desinterés por una consulta que, a juicio del escribiente, parecía “niño muerto” desde que fue concebida.
Esto, porque la pregunta era larguísima e incomprensible, prestándose, la misma, a múltiples interpretaciones que no deben de existir en un referendo, donde debe primar la claridad que empuje a la toma de decisiones entre la ciudadanía y el gobierno en turno.
Cabe destacar, los complejos resultados de la consulta han dado pie a múltiples interpretaciones.
Para algunos, fue un fracaso colosal y estrepitoso por parte del gobierno federal; mientras, para el oficialismo, se trató de una gran victoria, no obstante su exigua convocatoria. En este tenor, Mario Delgado y Citlali Hernández (Presidente y Secretaria General de MORENA a nivel nacional) presumieron el talante democrático del ejercicio; de manera semejante a como se expresó, en la mañanera de hoy, el Presidente López Obrador, destacando que la participación ciudadana es relevante para la toma de decisiones, así como para el régimen que él tiene a bien conducir.
Ora que, personalmente, encuentro que la dichosa consulta ciudadana del día de ayer, tiene claroscuros evidentes. Concuerdo con diversos actores (entre ellos los directivos de MORENA y el propio Presidente López Obrador) en que es relevante fortalecer la democracia participativa e involucrar al electorado (el pueblo de México, dixit) en la toma de decisiones que sean relevantes a la misma.
Empero, creo que los referendos deben de tener una gran claridad para poder ser operativos. Y la confusa pregunta que era la sustancia de la consulta, parecía más un largo y sinuoso camino de un examen complejo que el pedimento de una opinión a la ciudadanía.
Acerca del propósito de la consulta, en diversas ocasiones he manifestado mi discrepancia con la misma.
Esto porque, como han esgrimido algunos expertos, creo que la ley no se debe consultar; y que si -en su defecto- existiesen coartadas suficientes de los hechos delictivos perpetrados por personeros del pasado, la Fiscalía General de la República (FGR) debería conducirse conforme a derecho.
No obstante, hasta en esa parte, la consulta resaltó por su ambigüedad, pues, aunque la pregunta generadora aludía a los actores políticos del pasado, la comentocracia cercana al gobierno de la 4T, así como algunos políticos adscritos a la misma, llevaron la narrativa hacia un eventual juicio a los ex Presidentes; como si la consulta de ayer, fuese a determinar si Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto, iban a la picota o no; lo cual, no queda del todo claro, pues la Corte determinó que no se podían estimar con antelación, presunta culpabilidad de los actores mencionados (Valero, El Diario de Chihuahua I/8/2021), motivo por el cual se incurrió en dicho galimatías, con el fin de poder consultar y no herir susceptibilidades.
Por otro lado, los resultados de la garigoleada consulta no podrán ser vinculantes -sólo consultivos-, pues para que ello sucediera, se hubiera tenido que tener una participación del 40% y sólo se llegó al 10% en algunas partes de la República.
Aun así, algunos actores ya han meditado en la manera de cristalizar estos postulados, pues, algunas personas cercanas a la 4T, como el productor Epigmenio Ibarra, han convocado a que se realice una especie de Tribunal Popular, donde “se le dé la voz al pueblo y se dé evidencia de los abusos de la época neoliberal”.
Esto puede ser una buena idea, pero, como añadiré más adelante, debe de ir acompañado de un rigor relevante, y no sólo de vaguedades propagandísticas, pues, la búsqueda de la verdad, como ha acontecido en diversas naciones que han sufrido agravios, ha sido resultado de complejos procesos de diálogo y deliberación entre sectores contrapuestos; y desconozco sí, quienes promueven la idea en mención, deseen llevar a cabo un ejercicio semejante, o sólo echarle más leña al fuego a la temática.
Finalmente, diré que los planteamientos citados con anterioridad (tanto la Consulta como el Tribunal Popular) son factibles si se les dan los cauces necesarios: en el Uruguay de la década de 1980, se le cuestionó a la gente acerca de si deseaba mantener la ley de Punto Final (que les daba amnistía a los militares de la dictadura) o si deseaban modificarla.
De manera semejante, el arzobispo sudafricano, Desmond Tutu, llevó -por encargo del finado ex Presidente de esa nación- a cabo una comisión de la verdad, donde se consignaron los abusos, tanto de los personeros del Apartheid, como de algunos miembros del CNA (no obstante, que ellos eran gobierno), dejando satisfechos por su actuar a tirios y troyanos.
La consulta de ayer, tuvo el bemol que adoleció de claridad.
Sin embargo, creo que el INE hizo un buen trabajo al conducirla, y la metodología fue la adecuada (aunque el periodista Alejandro Páez Varela desliza, en sinembargo.mx, que Lorenzo Córdova podría caer de la gracia de la oposición y el gobierno), no obstante su escasa concurrencia.
Cerraría esta colaboración, con una frase planteada por el síndico de la ciudad, Amín Anchondo, en redes sociales: el ejercicio (democracia participativa) es bueno; la pregunta, no lo fue. Lo dejo a la reflexión de los lectores.