Chihuahua., Chih
La noticia que fue tendencia en redes fué la de la renuncia de varios gobernantes estatales a la Conferencia Nacional de Gobernadores (CONAGO). En una sesión plenaria que tuvo verificativo en Chihuahua capital, ejecutivos locales emanados de diversos partidos de oposición (PAN, PRD, PRI e Independiente) aglutinados en la denominada “Alianza Federalista”, decidieron “quemar las naves” con el organismo en cuestión; es decir, separarse de la comisión de manera indefinida. Ello, para, a través del nuevo membrete que se ha constituido, seguir defendiendo sus causas desde su propia trinchera, y ya no “subordinados” como, aducen implícitamente, antaño hacían.
Los gobernadores que firmaron la secesión, fueron los de Coahuila (Miguel Riquelme, PRI); Michoacán (Silvano Aureoles, PRD); Guanajuato (Diego Sinhué, PAN); Tamaulipas (Francisco García Cabeza de Vaca, PAN); Jalisco (Enrique Alfaro, Movimiento Ciudadano); Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco” (Nuevo León, Independiente) y Colima (José Ignacio Peralta, PRI), además del anfitrión, Javier Corral, gobernador del estado de Chihuahua (PAN) (Martín Orozco, de Aguascalientes (PAN) también aceptó la moción, pero lo hizo virtualmente, pues, de acuerdo a las fuentes, no asistió a la reunión) (El Diario de Chihuahua 8/9/2020).
Cabe señalar, estos políticos ya habían tenido sendas diferencias con la Presidencia de la República en tiempos recientes. Sin embargo, “operaciones cicatriz” que había llevado a cabo el primer mandatario en reiteradas ocasiones, vía sus giras, habían servido como paliativos para aminorar el descontento. Empero, ahora parece que la inconformidad ha llegado a sus límites, pues la ruptura que se anuncia en los principales medios de comunicación no tiene parangón en la historia nacional, ya que la histórica relación de subordinación de los políticos provinciales a los poderes centrales, parece haberse cimbrado, por lo menos momentáneamente.
Debo decir, esto me parece preocupante. La CONAGO, que la víspera sufrió una fractura considerable -de la tercera parte de sus integrantes- se integró, en el año 2001, luego del triunfo de Vicente Fox, con gobernantes de todos los partidos. Fue un organismo que se dispuso a defender el federalismo, así como los intereses regionales, de ser un canal de comunicación donde confluyeran las voces y las necesidades de diversas latitudes de la República Mexicana. Su gestación destacó por su pluralismo, pues, entre los funcionarios fundadores, figuraron personajes tan disímiles como Patricio Martínez (a la sazón, gobernador de Chihuahua, PRI); René Juárez Cisneros (entonces gobernador de Guerrero -hoy diputado federal- PRI); el hidalguense Manuel Ángel Núñez Soto (PRI); Ricardo Monreal (Zacatecas, PRD); Leonel Cota (Baja California Sur, PRD); Felipe González (Aguascalientes, PAN) y Eugenio Elorduy (Baja California, PAN) ¡Hasta los propios Lázaro Cárdenas Batel y Andrés Manuel López Obrador, quienes entonces figuraban como gobernador de Michoacán y Jefe de Gobierno del Distrito Federal, aparecen como gobernadores fundadores del organismo que hoy es puesto en cuestionamiento¡ ¡Increíble¡ Su pluralidad ha sido tal que, en sus casi veinte años de existencia, la presidencia del organismo ha recaído en gobernantes de los más diversos partidos e ideológicas, no obstante la preponderancia que mostró territorialmente el PRI, durante la época en mención.
Durante los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón, la CONAGO fungió como un contrapeso al centralismo, y diversos gobernadores expresaron sus diferencias con la política nacional, en el desarrollo de sus reuniones. Ya en el gobierno de Peña Nieto, diversos analistas coinciden en que el viejo organismo perdió punch; ello, principalmente, a las relaciones públicas y a la política centralizadora y de acuerdos (verbales y monetarios) que se entretejieron a lo largo de la administración anterior.
Sin embargo, con el gobierno de la 4T, la CONAGO ha tendido a desdibujarse. Si con Fox y Calderón los reclamos eran a las claras; y con Peña Nieto parecieron resucitar las anquilosadas reglas del juego; con el gobierno de AMLO la Presidencia poderosa ha resurgido. Las giras se tornan en uno de los sitios idóneos para construir acuerdos y secundar la visión presidencial, que es lo que han optado por hacer diversos mandatarios, sean oficialistas o de oposición. Los tiempos los marca la retórica presidencial, no las demandas o los tiempos del complejo concierto de actores y actrices de la política nacional.
Probablemente viendo El estilo personal de gobernar de AMLO, los opositores intentaron seguirle el juego. Sin embargo, quizá sintieron que sus demandas eran sistemáticamente soslayadas, motivo por el cual optaron por llevar a cabo una ruidosa y enérgica fractura. Esto puede verse en el caso de algunos mandatarios, destacando los casos de Aureoles, Alfaro y, por supuesto, Javier Corral. A pesar de los desencuentros que han tenido con el Presidente, los gobernantes en cuestión fueron, en más de una ocasión, obsequiosos con él cuando visitó sus entidades: ¡¿Cómo no recordar a Aureoles diciendo que a AMLO se le apreciaba bien en Michoacán, o a Alfaro tratando de tender puentes mientras enarbolaba el federalismo fiscal¡? ¡¿o al propio Corral, comiendo rayadas de Parral junto al Presidente, en su visita a Juárez, a fines del año pasado¡?
Pero viendo que el tiempo pasaba y los resultados eran idénticos, quizá optaron por seguir la máxima de Einstein (no puedes obtener resultados distintos haciendo lo mismo), motivo por el cual movieron toda la retórica, con el mayor ruido posible, con el fin de cimbrar la estructuras y la narrativa que, día a día, son movidas por el Presidente López Obrador a través de sus elucubraciones matinales.
Debo decir, a este respecto, me parece complejo adivinar los motivos de los gobernantes aglutinados en el seno de la “Alianza Federalista”; cada entidad tiene sus problemas y sus dinámicas muy particulares. Empero, debo decir, creo comprender el caso del gobernador Corral.
Metafórica y literalmente, la gota que ha de haber derramado el vaso es, precisamente, el irresuelto conflicto por el agua, en la cuenca del Conchos, al cual los subordinados del ejecutivo federal (particularmente la CONAGUA) le han dado largas y han tenido un diálogo entrecortado y desatinado con los productores, quienes reflejan desesperación al no haber visto resueltas sus demandas. Pero este conflicto ha sido muy poco abordado por la prensa nacional. En una “mañanera” reciente, el Presidente López Obrador desgranó la posibilidad de que fuera un conflicto político, pero, aseguró, no le iba a faltar el agua a los agricultores, compromiso que selló en el podio. Mas él no ha visualizado el problema vis a vis, como se rumoraba haría, en tiempos recientes. El estado se encuentra en un polvorín, y la federación otorga un caminar pausado y contradictorio. Bajo ese contexto, comprendo el enojo del gobernador, pues, de cara al proceso electoral del 2021, el conflicto del agua discurre por un trecho extraño, y no sabemos cómo pueda terminar; máxime, que la situación a nivel situación nacional y mundial sigue encarando condiciones adversas, vía la compleja coyuntura de la interminable pandemia.
Sin duda alguna la política da sorpresas, y es muy complicado predecir el futuro. Sin embargo, ojalá los gobernadores puedan volver a unificarse en un solo organismo, y el Presidente escuche más las demandas de los gobernadores secesionistas, pues, coincidentemente, algunas de las entidades con mayores economías del país, son aquellas que participaron en este proceso de protesta. Lo dejo a la reflexión. Pero, creo que esta polarización extrema no le conviene a nadie.
Debemos luchar por ideales comunes, más allá de ideologías y colores partidarios, considero