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Cómo levantar los muros de una cuarentena o de las formas del encierro

Cómo levantar los muros de una cuarentena o de las formas del encierro 23 de marzo de 2020

Leonardo Meza Jara

Chihuahua, Chih.

I.- OTRO ENCIERRO EN EL ARCA DE NOÉ
Los 40 días del diluvio universal que está escrito en las primeras páginas de la “Biblia” son similares a los 40 días del encierro que nos esperan en las semanas venideras. Las similitudes van más allá de las coincidencias matemáticas o simbólicas que puedan interpretarse al comparar ambos acontecimientos. Los mitos nos persiguen desde los tiempos ancestrales, o tal vez, somos nosotros los que corremos tras de los mitos. El hecho de que seamos animales de la ciencia, no implica que dejemos de ser animales de los mitos. Edgar Morín afirma que somos “sapiens-demens”, hombres de razón y de locura (“Los siete saberes necesarios para la educación del futuro”, 1999).
Los mitos se elaboran a partir de imaginarios religiosos o de datos científicos, que hacen cálculos más o menos racionales sobre los posibles comportamientos que tendrá un fenómeno futuro.
¿Pero, qué puede haber de mito en la ciencia mientras se ocupa de resolver el problema mayúsculo de una pandemia? No hay contenidos míticos en los datos empíricos que se derivan de la interpretación científica de un fenómeno epidemiológico. Tampoco hay contenidos míticos en lo que se deduce racionalmente de estos datos científicos. Podemos colocar los pies sobre el suelo de la ciencia, pero la vida excede y trastoca a la ciencia. Lo mítico toma forma cuando la ciencia es excedida a partir de sí misma. No hay un territorio puro de la ciencia, sino un territorio impuro atravesado por un amplio conjunto de variables mundanas. Más allá de los estrictos controles de laboratorio y más allá de los artículos científicos, la ciencia existe en un mundo de condición impura, atravesado por variables ideológicas, políticas, económicas, etc.
Durante 40 días nos recluiremos en nuestras casas, siguiendo las órdenes de los epidemiólogos y de las autoridades de gobierno. Manadas de hombres y mujeres seguiremos los protocolos de una “reclusión voluntaria” para sobrevivir a una epidemia mundial que se asemeja a un diluvio universal. No hay otra forma mejor para atender el problema de salud del coronavirus, que hacer uso de las recomendaciones y de las tecnologías que se han formado racionalmente entre los territorios disciplinarios de la medicina, la sociología y la política. La epidemiología es un saber transdisciplinario que se formó combinando los territorios científicos de la medicina, la sociología y la política.
De la misma forma en que Noé siguió las instrucciones de Dios para salvar a la humanidad y al mundo entero, en el siglo XXI seguimos las instrucciones de las autoridades médicas o de las autoridades políticas con la intención de protegernos de una calamidad.
Cuando se roza el peligro de la muerte colectiva, necesitamos que Dios o que alguien más nos diga qué tenemos que hacer para salvarnos. La posibilidad de la salvación no está adentro de un arca, no está adentro del encierro a piedra y lodo en una casa.
La posibilidad de la salvación viene de afuera, de una autoridad religiosa llamada “Dios”, de una autoridad científica construida desde la disciplina de la “epidemiología” o de una autoridad política reconocida como “gobierno”. Hay que esperar las instrucciones de Dios, de los especialistas en epidemiología o de los funcionarios de gobierno autorizados, y seguirlas al pie de la letra.
Por más racionales que podamos ser, no hemos dejado de ser animales. Corremos desbocados vaciando los anaqueles de las tiendas. Corremos, para luego refugiarnos en nuestras casas, asediados por una amenaza latente, perseguidos por un encierro imaginario que comienza a volverse real, real en exceso.

II.- SITIADOS POR EL MIEDO
El miedo es un mecanismo de sobrevivencia que funciona biológicamente como un resorte para activar un estado de alerta ante el peligro, es uno de los factores que ha permitido la sobrevivencia de la humanidad durante siglos. Pero el miedo es, también, un dispositivo de control político y social que permite convertir a los seres humanos en animales que siguen las instrucciones para confinarse una casa durante 40 días.
En la modernidad hay una serie de técnicas que se han construido en torno al miedo. Los libros “La doctrina del shock” de Naomi Klein (2010) y “El horror económico” de Viviane Forrester (1998), dejan en claro las formas de hacer uso del miedo como dispositivo de control político y social.
Los botones de pánico que se han instalado en diferentes ciudades del país cumplen una doble función, por un lado, son una forma de proteger a la ciudadanía ante la posibilidad de un riesgo relacionado con la seguridad pública, por otro lado, se encargan de mantener un estado de miedo latente.
Como dispositivo de control político y social, el miedo funciona en un doble plano, como protección ante un peligro posible y como mecanismo que induce un temor que no deja de hacerse presente. La inducción del miedo queda convertida entonces en un bien necesario para proteger a las personas de los riesgos inminentes. La presencia de los botones de pánico en los lugares públicos o en las casas, son la memoria del miedo que se extiende hacia el futuro en forma de amenaza.
Con el descubrimiento del inconsciente que se generó a partir de los aportes de Sigmund Freud, y con las técnicas de control social y político que fueron creadas a lo largo del siglo XX, se generaron un cúmulo de dispositivos para inducir el miedo. En los primeros años del siglo XXI se han puesto en marcha una serie de medidas para inducir el miedo. Podemos incluso hablar de la universalización del miedo como forma de vida. El desarrollo de los medios de comunicación masiva y de las redes sociales han contribuido a la globalización y a la expansión del miedo.
En México, las tres primeras décadas del siglo XXI serán recordadas como una etapa histórica de inducción del miedo colectivo. Desde el 2007 hasta el 2011 se construyó una oleada de miedo ante la violencia del crimen organizado, que durante el sexenio calderonista levantó la bandera negra de 121 mil asesinados. En el año 2009, se construyó un estado de temor ante la amenaza del AH1N1, que dejó 19 mil muertos en todo el mundo. En el 2021, la amenaza del coronavirus nos hace mirarnos de nueva cuenta ante el espejo amenazante de la muerte.
Desde lo político y lo social, el temor como mecanismo de control se construye en dos planos diferentes: A) el plano de los hechos concretos (lo que sucede como una serie de acontecimientos que se conjuntan en un mismo miedo) y, B) el plano de los discursos (lo que se va interpretando como datos y como razonamientos en torno a un miedo que pasa de lo individual hacia lo colectivo).
Cuando se utilizan los mecanismos de inducción del miedo con fines de control político y social, es común que los hechos concretos que se conjuntan en un mismo miedo (A), sean interpretados de forma engañosa en los discursos que se construyen en torno a ellos (B). Cuando el miedo es utilizado como una forma de control político y social, los hechos son sobreinterpretados o son interpretados de manera sesgada. Los discursos son administrados para inducir el miedo.

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En los últimos días, en los medios de comunicación masiva y en las redes sociales se ha generado una avalancha de datos en la que resulta difícil distinguir la información verdadera de la falsa. En el espacio informativo que se construye indistintamente entre lo verdadero y lo falso, crece el miedo. Los datos falsos o verdaderos sobre el coronavirus inundan nuestras vidas en estos días, son las olas de un mar turbulento que se torna amenazante.
¿A quiénes les resulta conveniente que los meses de la pandemia del coronavirus, queden convertidos en una fábrica del miedo? ¿Quiénes están convirtiendo los meses aciagos del 2020 en un laboratorio de inducción del miedo?
Lo peor de la inducción del miedo nos son los meses de presencia y expansión del coronavirus. Cuando terminen los días difíciles que nos toca vivir, el miedo seguirá funcionando como forma de apaciguamiento, como mecanismo de domesticación de la humanidad ante los poderes fácticos (políticos, económicos, militares, mediáticos, etc.). Quedaremos en un estado de exposición al miedo como forma de control político y social. Los seres humanos del siglo XXI estamos siendo programados para tener miedo, para silenciarnos y para obedecer a través del miedo.

III.- LOS MUROS INFORMATIVOS
Datos, datos, datos… Un cúmulo de datos que se abalanza sobre nosotros. Yuval Noah Harari se refiere a “la religión de los datos” (“Homo Deus. Breve historia del mañana”, 2017):
«El dataísmo sostiene que el universo consiste en flujos de datos, y que el valor de cualquier fenómeno o entidad está determinado por su contribución al procesamiento de datos. Esto puede sorprender e incluso parecer una idea excéntrica y marginal, pero en realidad ya ha conquistado a la mayor parte de las altas esferas de la ciencia… Según el dataísmo, la “Quinta sinfonía” de Beethoven, la burbuja de la bolsa y el virus de la gripe no son sino tres pautas de flujos de datos que pueden analizarse utilizando los mismos conceptos y herramientas básicos.»
En estos días de crisis, los seres humanos hemos quedado expuestos a una avalancha de datos que circulan por los medios masivos de comunicación y por las redes sociales.
En oleadas que se repiten día tras día, los datos sobre la epidemia global nos cercan informativamente. Estamos hablando de un encierro informativo en torno a una pandemia, que se exalta a través de una circulación voluminosa y densa de datos. Cuando las oleadas de datos se acumulan en torno a la idea amenazante de la muerte, se levanta un tsunami que rebasa las posibilidades de la racionalidad humana. Una pregunta clave en este momento es: ¿Cómo sobrellevar una oleada de datos que se acumulan bajo la forma amenazante de la muerte, en un contexto donde lo racional y lo irracional resultan confusos?
Entre las recomendaciones que comienzan a dar los psicólogos, se refiere la necesidad de tomar una distancia de los datos sobre la pandemia, para evitar que se conviertan en una marejada que nos asfixie. Pero en un contexto de hiperproducción e hiperdifusión de datos sobre el coronavirus, escapar de la asfixia informativa no es una tarea sencilla.
Los datos procesados científicamente pueden ser concebidos como una armadura para construir un cerco de asepsia ante la posibilidad del contagio. Pero esos mismos datos pueden convertirse en un mecanismo de control con alcances imprevistos. Byung-Chul Han analiza los mecanismos de control social y político que surgieron de las tecnologías y los datos de vigilancia en China durante la cuarentena (“La emergencia viral y el mundo de mañana”, periódico El País, 22 de marzo de 2020):
«En China hay 200 millones de cámaras de vigilancia, muchas de ellas provistas de una técnica muy eficiente de reconocimiento facial. Captan incluso los lunares en el rostro. No es posible escapar de la cámara de vigilancia… Toda la infraestructura para la vigilancia digital ha resultado ser ahora sumamente eficaz para contener la pandemia. Cuando alguien sale de la estación de Pekín es captado automáticamente por una cámara que mide su temperatura corporal. Si la temperatura es preocupante todas las personas que iban sentadas en el mismo vagón reciben una notificación en sus teléfonos móviles… Al parecer, el big data resulta más eficaz para combatir el virus que los absurdos cierres de fronteras que en estos momentos se están efectuando en Europa…»
En la era de “la religión de los datos”, el procesamiento de información científica en torno a la pandemia se va convirtiendo una llave maestra para sobrellevar el problema. Pero el “dataísmo” que ha surgido en torno al coronavirus permitirá que los mecanismos de vigilancia y de control social en la era cibernética, sean mejorados y sofisticados en sus alcances y en su efectividad.

IV.- LA JAULA DE LA ECONOMÍA NEOLIBERAL
Entre la advertencia y la amenaza se comienza a hablar de una recesión económica cuyo epicentro es el problema del coronavirus. La crisis de la epidemia será utilizada como coartada para corregir y fortalecer la hegemonía neoliberal. Es demasiado ingenuo creer que la pandemia del coronavirus se convertirá en un fenómeno que generará las condiciones para echar abajo la dominación capitalista e instaurar formas de vida alternas.
El filósofo Slavoj Žižek cometió este error de ingenuidad en un artículo publicado recientemente: "El Coronavirus es un golpe a lo Kill Bill al sistema capitalista" (27 de febrero de 2020, portal de noticias RT). Žižek está a la espera de un “Acontecimiento” cuyo impulso “Revolucionario” pueda irrumpir ante el neoliberalismo y derrotarlo de “un solo golpe”, tal como sucede en la segunda parte de la película “Bill Kill” con el golpe de la técnica de “cinco puntos y palmas que revienta el corazón”. Es prácticamente imposible que el neoliberalismo pueda ser derrotado de un solo golpe.
Con la crisis económica del 2008, diversos intelectuales llegaron a hablar del fin de la era neoliberal. Esta postura optimista es criticada por Christian Laval y Pierre Dardot en el libro “La nueva razón del mundo. Ensayo sobre la sociedad neoliberal” (2013):
«Fueron muchos los que, tanto en Europa como en Estados Unidos, anunciaron el fin del neoliberalismo y dijeron que había llegado la época del “retorno del estado” y de la regulación de los mercados. Joseph Stiglitz recorría el planeta anunciando “el fin del neoliberalismo”… Estas ilusiones peligrosas, que podían generar una desmovilización… se basaban en un error de diagnóstico…»
En los debates filosóficos que se han generado en torno a la epidemia mundial del coronavirus, una de las posturas más incisivas es la tomada por el mismo Byung-Chul Han (Ibidem.):
“El virus no vencerá al capitalismo. La revolución viral no llegará a producirse. Ningún virus es capaz de hacer la revolución. El virus nos aísla e individualiza. No genera ningún sentimiento colectivo fuerte. De algún modo, cada uno se preocupa solo de su propia supervivencia… No podemos dejar la revolución en manos del virus… Somos NOSOTROS, PERSONAS dotadas de RAZÓN, quienes tenemos que repensar y restringir radicalmente el capitalismo destructivo…”
Para escapar de la jaula del neoliberalismo, no es recomendable esperar un gran “Acontecimiento” que traerá consigo una ruptura “Revolucionaria”, tal como plantea Slavoj Žižek en uno sus libros clave (“Acontecimiento”, 2014). Desde hace semanas, las olas de desestabilización que se han generado a partir de la pandemia del coronavirus, comienzan a ser surfeadas por los operadores del neoliberalismo, para montarse en la crisis global y navegar desde ahí, con la intención de mantener y reactivar la dominación capitalista.

V.- LOS LABERINTOS DE LA POLÍTICA
Los titulares de las primeras notas de la revista Proceso del 22 de marzo de 2020, son el reflejo de los laberintos políticos que se levantan en torno a la pandemia: “López Obrador: Exceso de calma frente a la emergencia”, “Déficit de 17 mil camas”, “Plan DN-III: Contención a la población civil”, “La pandemia se ensaña con el comercio informal” …
En los territorios de la política, el fenómeno del coronavirus se convierte en un laberinto que transitamos con una fuerte carga de incertidumbre. Las mismas posturas oficiales del gobierno federal dejan ver las contradicciones en el manejo informativo. Por un lado, se echa a andar el mecanismo del distanciamiento social. Por otro lado, el presidente sigue asistiendo a actos multitudinarios, tal como sucedió en su gira por Oaxaca el pasado fin de semana.
Mientras el Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, deja en claro la racionalidad médica y política para atender la pandemia, López Obrador muestra con orgullo los escapularios que lo protegen del contagio. En México, una parte de los laberintos políticos que se han levantado en torno a la epidemia, han sido elaborados desde los mismos discursos contradictorios de la 4T.
La otra parte de los laberintos políticos en torno al coronavirus, está siendo construida por los opositores al lópezobradorismo. La oposición usa la crisis con el objetivo de generar beneficios que puedan ser trasladados hacia la coyuntura electoral del 2021.
Para el panismo y el priismo que fueron derrotados en el 2018, no importa que se genere incertidumbre y caos informativo, no importa que se le abone a la irracionalidad, no importa que la información se maneje a partir de la sobreinterpretación y de los sesgos. Se trata de aprovechar el momento político para fortalecer a la debilitada oposición. El oportunismo político es evidente. En los días de la pandemia, se ha puesto en marcha un maquiavelismo informativo que le resulta conveniente al panismo y al priismo para reposicionarse.

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VI.- LOS SÓTANOS DEL YO
Desde hace décadas nos hemos hundido en un yo que por momentos se vuelve descomunal. Hundirse en el yo, significa alejarse de los otros, significa adelgazar al máximo los lazos de la solidaridad humana como forma de vida. El neoliberalismo es una fábrica de la felicidad que se precipita hacia los sótanos del yo.
El documental “El siglo del yo” realizado por Alan Curtis (2002), devela los mecanismos del psicoanálisis que han sido usados por las estrategias del marketing para convertir al deseo en una forma de dominación capitalista. Deseo, luego existo. Compro y tengo, para seguir deseando más. El deseo por poseer bienes materiales y dinero es una fuente inagotable para explotar al yo. A lo largo del siglo XX, el deseo fundado en yo se convirtió en una compleja maquinaria de dominación capitalista.
El distanciamiento y el aislamiento social que se han puesto en marcha como medidas para contener el coronavirus, serán parte de los experimentos neoliberales para ampliar y profundizar los mecanismos de dominación del yo. En medio de las medidas drásticas de distanciamiento y aislamiento social, tendremos que pensar y poner en marcha formas de vida que nos lleven a reconstruir los lazos de solidaridad con los otros.
Echar luz sobre los sótanos del yo, significa darnos cuenta de que el distanciamiento y el aislamiento social pueden ser recomendables desde el punto de vista epidemiológico, pero estas mismas medidas son profundamente dañinas para mantener la empatía y los lazos de solidaridad.
Más allá las afectaciones en la salud, más allá de las variables estrictamente epidemiológicas de una enfermedad como el coronavirus, los más expuestos a los efectos sociales y económicos de la pandemia serán los que menos tienen: los trabajadores informales que bajarán sus ventas al mínimo, los contratados a través del outsourcing que serán descansados o despedidos sin apoyos de por medio, los que no tienen acceso a la seguridad social en su conjunto.
Son ellos quienes más sufrirán los efectos de lo que venga, son ellos los que estarán tocando a nuestra puerta, esperando que podamos solidarizarnos.