¡Colapso!
Sin Retorno

¡Colapso! 25 de octubre de 2020

Luis Javier Valero Flores

Chihuahua, Chih.

En medio de un movimiento de “brazos caídos” del personal del Hospital General de Chihuahua, de un centro de salud en Creel y las oficinas de la Secretaría de Salud en Parral, así como de protestas de los trabajadores del Hospital de la Mujer; de las movilizaciones de trabajadores de varias plantas maquiladoras; del reclamo de infinidad de trabajadores médicos acerca de las condiciones en que deben laborar, de la suspensión de los estímulos económicos a los “Héroes de la salud”, del increíble relajamiento de todas las prevenciones sanitarias, las autoridades sanitarias y estatales se vieron obligadas a decretar el semáforo rojo.

Además, Javier Corral declaró insolvente al estado al afirmar que “se había quedado sin dinero. Le metimos al tema de la pandemia y de la reactivación económica casi 3 mil 500 millones de pesos ‘y no esperábamos un repunte como el que se tiene’, expresó. (Nota de Miguel Silva/El Diario de Chihuahua, 23 octubre 2020).

En el colmo, Corral declaró “que su gobierno se ha preocupado por motivar y cuidar al personal de salud, pero el repunte de contagios de Covid-19, así como las hospitalizaciones y defunciones, llegan en un momento en el que el tema presupuestal se ha convertido en un serio problema”. (Ibídem).

El gobierno del estado debió acatar las instrucciones de las autoridades de salud. Chihuahua fue el primer estado en pasar del amarillo al rojo.

Por encima de los diferendos, funcionarios de salud de ambos gobiernos se han puesto de acuerdo para enfrentar la emergencia. Se anunció la llegada de un hospital COVID móvil, así como de respiradores mecánicos después de que el presidente anunciara la decisión de apoyar a Chihuahua en el repunte de la epidemia y de que sería necesario evaluar las restricciones a la industria maquiladora.

Sin duda que el incremento de contagios alertó a las autoridades, pero indudablemente que el factor más importante que lo motivó fue el colapso del sistema hospitalario, y no solo el del sector público, también el privado.

Chihuahua ocupó durante varios días de la semana primeros lugares nacionales: En menor porcentaje de camas hospitalarias disponibles, menor disponibilidad de camas COVID19 y número uno en el porcentaje de personal médico y paramédico fallecidos.

Además, ocupó el primer lugar en porcentaje de incremento en el número de nuevos contagios.

¿Tales cifras reflejan solamente la gravedad de la enfermedad o, también, la fragilidad del sistema de salud del estado, de la capacidad instalada, del número de trabajadores de la salud existentes, del equipamiento y, sobre todo, en el número de camas disponibles?

Podrá argüirse que así dejó el gobernador Duarte al sistema de salud. Transcurridos casi cuatro años, la ineficiencia del gobierno de Javier Corral ha quedado palmariamente demostrada.

Por si fuera poco, a lo largo del quinquenio golpeó inmisericordemente a los trabajadores del sector salud, por ello, las manifestaciones de su descontento son innumerables:

“… luego de que se definieron los “Hospitales COVID”, del Central Universitario surgieron quejas en el sentido de que más de 470 colaboradores, entre médicos, enfermeros y administrativos, debían trabajar en condiciones precarias, sin equipo de protección…”. (Nota de Orlando Chávez/David Piñón, El Diario de Chihuahua, 23 de octubre 2020).

A finales de abril, personal de salud denunció que había “una manipulación de cifras y registros de contagios, así como en los decesos, debido a que se reportaban menos casos o no se profundizaba en el manejo de los mismos”; Elvira Quiñones, dirigente de la agrupación Médicos, Enfermeros y Empleados del Estado de Chihuahua (MEECH), “denunció que había una “cifra negra” de trabajadores de Salud que habían sido enviados a sus casas con síntomas de COVID-19; además, que el personal debía laborar hasta 10 horas diarias y tenía que reutilizar equipo de protección que era desechable”. Luego sería despedida del Hospital del IMSS en Delicias. (Ibídem).

Las denuncias efectuadas por los trabajadores de la salud fueron castigadas con despidos. “… el médico José Ángel Salayandía Valenzuela, quien tenía 15 años de servicio, fue despedido por la Secretaría de Salud tras haber exigido equipo de protección a todo el personal de un centro de salud donde laboraba…, dos enfermeras, María Banda y Nubia Miramontes, fueron despedidas de sus cargos en la Secretaría de Salud, debido a que se mostraron en desacuerdo con sus superiores por órdenes injustificadas”.

En mayo, “el personal de Enfermería de Pensiones Civiles del Estado (PCE) protestó debido a que los enfermeros y auxiliares del área de Urgencias no fueron considerados para el pago del bono extraordinario ofrecido por el gobernador Javier Corral a los empleados del Sector Salud”. (Ibídem).

Chihuahua ocupa el primer lugar en fallecimientos del personal médico en el país. 
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Eso evidencia una cosa irrefutable, la falta de equipamiento adecuado a médicos, enfermeras y trabajadores en general de los servicios médicos. De ello da cuenta la protesta en el exterior del Hospital de la Mujer para exigir al gobernador, Javier Corral, mejores condiciones en medio del colapso del Sistema de Salud, “… no tenemos consultas médicas para nuestro personal de salud, ni pruebas diagnósticas para ellos, ni medicamentos para el tratamiento del Covid y muchos compañeros se están contagiando dentro de los hospitales por no tener el equipo necesario”, dijo César Olivas, dirigente sindical del hospital. (Nota de Eduardo Lara, El Diario de Juárez, 24/X/20).

Y relató cosas de escándalo. Afirmó que hay alrededor de “24 enfermos incapacitados y 36 empleados con síntomas de Covid y les dieron incapacidades por tres días, ellos tendrán que regresar a trabajar sin un diagnóstico, aquí no hay héroes aunque así nos llamen, aquí no hay ciencia ficción”. (Ibídem).

La queja del personal es única, están trabajando con jornadas más largas de lo habitual debido al número de trabajadores que se incapacitan debido a que se están enfermando y no hay el suficiente personal para sustituirlo.

Para atenuar la gravedad de la situación, de la manera más inhumana posible, el gobierno estatal obligó al personal vulnerable a regresar a las actividades y, para justificar tan irracional medida, arguyeron los funcionarios de salud que muchos trabajadores habían simulado padecer alguna enfermedad de las señaladas como las que agravan el pronóstico de salud, en caso de padecer la COVID 19.

Derivado del hecho -imposible de digerir, pero así ocurre- de que el personal médico ha debido realizarse las pruebas diagnósticas por su cuenta, están exigiendo que les sea repuesto el gasto realizado, además del realizado en la compra de los medicamentos de sus tratamientos. ¡Para Ripley!

No solo eso, piden también que se tenga una abasto permanente de los medicamentos para el tratamiento de la COVID 19.

¿Es verdad lo que tanta gente dice, sobre todo de las capas medias, acerca de que el repunte de la epidemia en el país, y particularmente en Chihuahua, obedezca al elevado grado de falta de apego a la normatividad y a las regulaciones sanitarias? ¿A nuestra falta de disciplina como sociedad?

Sin duda cuenta ese factor, pero quizá no sea el más importante (por supuesto, no es el único) en la agudización del flagelo que nos ha azotado a lo largo de casi todo el año.

Hay un número importante de habitantes que, o desdeñan la gravedad de la enfermedad, o que creen a pie juntillas que no la van a contraer (n’ombre, a mí no me toca), o que, si la contraen, no los afectará; o que no les importa en absoluto la salud de los otros y se dedican a sus actividades, de todo tipo, sin tomar en cuenta si afectan a los demás, o no.

También de que hay un número importante que no creen en la existencia de la enfermedad.

Pero los hay, y seguramente son la mayoría, que independientemente de que sean, o no, parte de algunos de los grupos mencionados arriba, están obligados a salir de casa a trabajar en lo que sea para obtener los recursos necesarios para sobrevivir: microcomerciantes (vendedores de tacos, de hotdogs, de burritos, de barbacoa, propietarios de pequeños locales comerciales de todos los tipos de artículos a la venta), albañiles, mecánicos, boleros, peluqueros, estilistas, entrenadores de distintas disciplinas deportivas, trabajadores de supermercados, de las maquiladoras, etc.

Y todos están obligados a abordar algún tipo de transporte público, en el que, lo sabemos todos, no se respetan a cabalidad las restricciones sanitarias.

¿Cómo podemos llevar casi al cero la movilidad y así evitar el contagio?

Solo hay una manera, disminuir al mínimo las actividades económicas para disminuir la movilidad.

O controlarla a través de distintos mecanismos, los usados en países que ahora comprendemos la razón del porqué son llamados del primer mundo, y no nos referimos a los europeos, sino a China, Japón y Corea del Sur, que lo lograron a través del control de las actividades económicas formales y la restricción al mínimo las actividades económicas informales.

Sin duda alguna que uno de esos instrumentos sería la instrumentación de un programa de apoyos directos a los trabajadores informales y a los micro empresarios, en este caso no sólo a los que cuentan con un número menor de empleados, sino a aquellos cuyo negocio es familiar o que es atendido por uno o dos de los padres de familia.

Dicho apoyo debería otorgarse durante el período de la máxima inactividad y claro que para ello se requerirá de cantidades mayores, las que solo recurriendo al endeudamiento se pueden tener.

Estamos frente a un círculo vicioso, si no cerramos la actividad, crece la epidemia, y si cerramos se detiene la economía. 

Más valdría adquirir recursos económicos frescos, subsidiar las actividades económicas de un número grande de trabajadores y micro empresarios, así como a los pequeños y medianos empresarios, a fin de que no desaparezcan sus empresas y en cuanto se reanudara la actividad económica otorgar créditos para la reactivación económica pues una buena cantidad de estos empresarios no tendrán los recursos necesarios para la reanudación de las actividades.

De que estas empresas lo hagan depende, casi, la mitad de la economía.

Así que el problema no es tan solo de salud, sino de un adecuado tratamiento de la pandemia en materia económica, y eso es lo que también ha fallado.

Y no solo en Chihuahua, también en el ámbito federal.

[email protected]; Blog: luisjaviervalero.blogspot.com; Twitter: /LJValeroF

Luis Javier Valero Flores

Director General de Aserto. Columnista de El Diario