Chihuahua, Chih.
La víspera del día de hoy, diversos periodistas dejaron entrever una inminente renuncia del aún director de la Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlett Díaz. A este respecto, Federico Arreola, de SDP Noticias, comentó que “si deseaba Bartlett irse a su casa, lo hiciera” pues, adujo, el daño que le habían propinado a la 4T, era considerable.
No sin sus asegunes, concuerdo con lo esgrimido por Arreola. Esto, porque, no obstante su polémica figura, el Licenciado Bartlett (como lo nombra recurrentemente el Presidente) tiene una compleja trayectoria, en la cual resaltan notables errores (que a continuación se harán notar); pero también interesantes rupturas, mismas que, en un momento determinado, lo llevaron a estar del lado de Andrés Manuel López Obrador, y así abrazar, desde un comienzo, el credo y el ideario de la denominada “Cuarta Transformación”.
Contrario a otros actores, que provienen de la denominada cultura del esfuerzo, Bartlett es producto de la prosapia priista; esto, porque su padre, Manuel Bartlett Bautista, fue un “cachorro de la Revolución” quien, tras hacer sus estudios superiores en la capital del país, llegó a ocupar un asiento en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, para, posteriormente, ejercer la gubernatura del estado de Tabasco, misma que, a la postre perdió en una controversial desaparición de poderes, junto con otros gobernadores cercanos al ex Presidente Miguel Alemán Valdés (tales como el guerrerense Alejandro Gómez Maganda; así como el chihuahuense Óscar Soto Máynez, quien fue su condiscípulo en la Facultad de Derecho de la UNAM).
Tras realizar estudios de Derecho en la UNAM, Manuel Bartlett Díaz cursó un posgrado en la Sorbona, para posteriormente alcanzar grandes cargos a partir del gobierno de Luis Echeverría Álvarez (1970-1976), donde se desempeñó en la Dirección General de Gobierno, en un Palacio de Cobián ocupado por Mario Moya Palencia, a la sazón titular de Gobernación.
Posteriormente, la cercanía con Miguel de la Madrid lo llevó a involucrarse en su campaña por la Presidencia de la República, a la par que fungía como Secretario General del CEN del PRI.
Luego de este efímero encargo, el Licenciado Bartlett ocupó, durante el sexenio de Miguel de la Madrid (1982-1988) uno de los cargos por el cual es más recordado -para bien y para mal-: el de Secretario de Gobernación; siendo uno de los pocos titulares de esa cartera que duró todo el sexenio en el cargo (recordemos que en el sexenio de Felipe Calderón, hubo un cúmulo de titulares en dicha Secretaría; mientras, Miguel Ángel Osorio Chong, en el posterior gobierno de Enrique Peña Nieto, dimitió, a principios de 2018, para ocupar una senaduría plurinominal en la legislación venidera).
Es menester aclarar que al frente de la SEGOB, Bartlett se comportó como un hombre del sistema.
Su actuar ahí no estuvo exento de polémicas, pues llegó a vinculársele con el escabroso caso Camarena; así como con el “Verano Caliente” de 1986 en Chihuahua; así como con la tristemente célebre “Caída del Sistema” que le dio el triunfo a Carlos Salinas de Gortari en los comicios del año aquel.
Contrario a otros priistas y tecnócratas, que veían en la democracia una asignatura pendiente y un asunto por venir; Bartlett se comportó a la vieja usanza, pues no permitió las alternancias, y, está documentado, utilizó el aparato del estado para impedirlas o dilatarlas.
Prueba de ello es lo ocurrido en 1986, en el estado pues, habiendo el antecedente de una copiosa votación hacia la oposición (en los comicios de 1983 y 1985); Bartlett se convirtió en el alfil de un sistema que no quería dar su brazo a torcer.
En 1986, y aún con pruebas contundentes de la eventual victoria de Francisco Barrio, Bartlett enunció, en aquel entonces, que reconocer el triunfo del PAN, implicaba “ceder ante las presiones de la derecha, del empresariado y de Estados Unidos” (Enrique Krauze y José Agustín, dixit). Por lo tanto, con esta retórica, señaló que, aún y con las irregularidades, había que reconocer el triunfo del PRI, era hacerle un bien a la patria, para no caer en amenazas de agentes externos (ibídem).
Una constante que puede visualizarse en la trayectoria de Bartlett, es su pugna con los tecnócratas del PRI. No obstante, y a pesar de haber contribuido a la llegada de Salinas de Gortari al poder; de haber sido su primer Secretario de Educación (1988-1992); y de haber puesto los cimientos de la modernización y la descentralización educativa que tuvieron lugar durante dicha administración, Bartlett paulatinamente se fue alejando del credo neoliberal, y no sólo eso, sino que se tornó un ferviente crítico del mismo.
Luego de un sexenio ocupado en la gubernatura de Puebla (1993-1999), Bartlett quiso contender por la candidatura a la Presidencia de la República, que se realizaría, en unas primarias abiertas, a finales del último año del siglo XX.
Empero, frente a un Labastida que contaba con el apoyo del oficialismo; y un Roberto Madrazo, que parecía ser el predilecto por las bases; Bartlett quedó como un outsider que hacía campaña en tierra de nadie. Al final, como sabemos, el triunfo de los controversiales comicios internos, se lo llevó Francisco Labastida, político de larga data, aunque con una trayectoria un tanto distinta a la de Bartlett (pues no tenía tantos claroscuros en su hoja de servicios).
Quizás como premio de consolación, Manuel Bartlett llegó al Senado en el año 2000, tornándose en el coordinador del grupo parlamentario del tricolor, mas nunca llegó a erigirse como Presidente de dicha cámara (comenzando la estrella ascendente de Emilio Gamboa).
Su desempeño ahí estuvo pleno de contradicciones, reflejándose, de momento, un cierto alejamiento a los postulados del nuevo PRI. Esto porque, aunque suscribió la polémica Ley Indígena del Foxismo (que dinamitó el diálogo con el EZLN en un momento clave), se opuso a las reformas a la ley eléctrica (de corte neoliberal) que pretendía llevar a cabo la administración de Vicente Fox, votando, incluso, en sentido contrario a como lo hizo su bancada.
Posteriormente, y a finales del sexenio, cuando, ante el declive de la candidatura de Roberto Madrazo, diversos liderazgos del PRI endosaron (formal o informalmente) la campaña de Felipe Calderón; Bartlett hizo lo propio con López Obrador, esgrimiendo su postura en los medios nacionales.
Ello le granjeó la enemistad de un CEN del tricolor con el cual ya tenía un distanciamiento; y, aunque nunca se supo si fue expulsado de dicho instituto político o no, lo cierto es que, desde entonces, vivieron un distanciamiento irrevocable.
A partir de ahí (2006), se visualiza en Bartlett un giro a la izquierda en su trayectoria (si se pudiese denominar así).
Esto porque fue un crítico perenne del gobierno de Felipe Calderón (2006-2012) y fustigó, con dureza, diversas acciones llevadas a cabo durante la administración del michoacano. Por ejemplo, cuando se produjo la toma de Luz y Fuerza del Centro, por parte de la extinta Policía Federal, Bartlett, en su calidad de jurista, citó al finado politólogo italiano Norberto Bobbio, para inquirir que dicha acción, tenía todos los visos de un golpe de estado.
Asimismo, cuando se produjo la propuesta de las “asociaciones público-privadas” (una sinergia entre el gobierno y la iniciativa privada para cristalizar proyectos), Bartlett adujo que era “una acción para darle gusto al Banco Mundial” dejando entrever su desazón y su contrariedad, por la aceptación de la misma en las cámaras legislativas de la nación.
Finalmente, en su último periodo como senador, ya siendo postulado por el PT, podemos decir que Manuel Bartlett se comportó como un fiel escudero de los intereses de la izquierda y AMLO, siendo de los primeros personajes en dar la bienvenida al surgimiento de MORENA.
Ello, y su visión en torno a la administración gubernamental de los recursos, quizás hicieron que el Presidente López Obrador volteara a verlo, y lo nombrara al frente de la Comisión Federal de Electricidad en 2018.
Es menester aclarar, su nominación no ha estado exenta de polémica, pues, aunque ha sido un valladar en contra de los intereses neoliberales; no ha estado exento de polémica a lo largo del ejercicio de su profesión.
Para algunos liderazgos de la izquierda, fue difícil digerir que un personaje con un currículo tan controversial como Bartlett, llegara, por la puerta grande, a un gobierno que se dice transformador, cuando, justamente él podrá ser tildado de emisario del pasado.
En el mismo tenor, Bartlett ha enfrentado críticas en torno a su patrimonio; además del actuar de su retoño, tampoco ha estado libre de polémicas, por su intento de hacer negocios con el estado.
A este respecto, considero que su actuar, hasta ahora, no ha sido malo. Sin embargo, creo que el Presidente López Obrador debería evaluar bien si lo ratifica en el cargo; o si, al iniciar el 2021, deja de lado a alguien que le brinda a su gabinete una sospecha innecesaria.
Es mi humilde opinión. ¡Feliz Año Nuevo!