Chihuahua, Chih.
Los comicios locales del pasado domingo fueron realmente atípicos, pues, a contrapelo de otros procesos electorales (donde, a mi juicio, sólo se discutía el cambio de membretes partidarios, mas no el de modelos económicos o políticos imperantes), en este se discutió si se continuaba con una hoja de ruta similar a la que se había venido trazando; o si se le daba un giro de ciento ochenta grados, para ubicarse en la narrativa predilecta de la autodenominada “Cuarta Transformación”.
Tal como lo dispuse en colaboraciones anteriores, en efecto, las elecciones del pasado domingo fueron “un tango que se bailó entre dos”.
Una batalla campal entre el PAN-PRD aglutinado en torno a la figura de Maru Campos (el grupo del gobernador Javier Corral pareció autoexcluirse) y la candidatura de Juan Carlos Loera, abanderado de MORENA cobijado, además, por las siglas del PT y del Partido Nueva Alianza Chihuahua.
Pareció también una batalla del localismo y de la defensa del terruño (Maru Campos); contra los designios de la federación y de la imposición de proyectos ajenos al estado (Loera). Mientras en otras entidades, la reproducción del discurso del Presidente Andrés Manuel López Obrador fue garantía de triunfos holgados (Sinaloa y Colima, como botón de muestra); en Chihuahua no sucedió así, sino todo lo contrario.
Loera trató de mostrarse como el máximo representante del obradorismo en el estado, reproduciendo, cual cartabón, las ideas de austeridad y apoyo al pueblo que han hecho célebre al Presidente de México. Sin embargo, al parecer en Chihuahua no le rindieron los frutos esperados; ya que, aunque en Juárez -y municipios circunvecinos- se llevó una arrolladora victoria; en el resto de la entidad, los triunfos fluyeron a cuentagotas.
En el mismo tenor, considero que el tema del agua y el apoyo al agro, constituyó un punto de inflexión en cuanto al apoyo del electorado en amplias zonas del estado.
La región del noroeste (Cuauhtémoc, Guerrero) que le dio, en 2018, grandes victorias a Andrés Manuel López Obrador y a MORENA; hoy se tiñe casi por completo de azul.
A excepción de Guerrero, donde parece haberse ratificado el liderazgo de Carlos Comadurán en la alcaldía; Ciudad Cuauhtémoc vuelve al blanquiazul de la mano del prestigiado Beto Pérez Mendoza. De igual manera, en cuanto a diputaciones (estatales y federales), la diputada Patricia Terrazas venció a Heraclio “El Yako” Rodríguez, conocido líder agrario y barzonista de la región, quien no pudo reafirmar su liderazgo en la Cámara Baja nacional. Lo mismo localmente, pues, si en 2018, Obed Lara (de la mano del PES, entonces aliado de MORENA) conquistó ese distrito del poniente; hoy parece que lo relevará Saúl Mireles, conocido personaje del blanquiazul en la región.
¡Ni qué decir en la región del Conchos! donde el corredor azul pareció ampliarse y refrendarse.
Aquella comarca, que en 2018 recibió a López Obrador con los brazos abiertos, expresó su descontento por el modo de abordar los casos de las Presas La Boquilla y Las Vírgenes. Siendo una temática que requiere diálogo y análisis profundo, gran parte de las personas de la región parecieron repudiar la manera en la cual fue tratado.
Más aún, cuando Juan Carlos Loera, a la sazón súperdelegado (o delegado de los programas del Bienestar) en el estado de Chihuahua, reprodujo, de manera intacta, la versión federal de los hechos, en lugar de tratar de mediar entre las partes ¡Mejor el (entonces) Senador Cruz Pérez Cuéllar asumió una versión más moderada, e invitó a Ricardo Monreal a que fuera una especie de referee entre los grupos en pugna¡ ¡Inaudito!
Este actuar de Loera no fue olvidado por los grupos de la región, pues, mientras Maru Campos y “El Caballo “ Lozoya refirieron a Boquilla en sus discursos; Loera no se atrevió a hacerlo, y cuando lo hizo, hacia la recta final de la campaña, lo hizo de manera sucinta y cauta.
Boquilla se convirtió en una especie de Waterloo para él y MORENA en esa zona, pues, salvo el caso de Jiménez (donde refrendaron la alcaldía de la ciudad, coligados con el neoaliancista, Marcos Chávez), ningún municipio de la región consiguió pintarse de guinda en los presentes comicios. Incluso en Rosales, donde habían vencido en 2018 ¡se fueron a cuarto lugar! mientras en Ojinaga, parecían cosechar un tercero, por detrás del claudicante PAN.
Ese tema pesó en el electorado de la zona, que pareció sufragar por Maru Campos; mientras refrendaba el liderazgo de Mario Mata y de Salvador Alcántar, con rumbo al Congreso de la Unión, buscando mantenerlos al frente del mismo durante la legislatura venidera.
Finalmente, la ciudad de Chihuahua siguió siendo el valladar contra la ola guinda, que había sido en los comicios del 2018. Si, hace un trienio, Maru Campos y su grupo pudieron salir indemnes a dicho fenómeno; hoy no sólo lo ratifican, sino lo refrendan, pues el Municipio de Chihuahua ¡fue carro completo para el blanquiazul! llevándose la alcaldía, gubernatura, sindicatura, además de diputaciones locales y federales.
Lo único que habría que apuntalar, es que el liderazgo del ex alcalde Marco Quezada (cobijado por MORENA-PT-PANAL) aumentó la votación de estos partidos con respecto a 2018, cuando fueron más exiguas. Al día de hoy, en cambio, MORENA será la segunda fuerza en la ciudad, con un Movimiento Ciudadano un tanto reducido; y un tricolor cada vez más declinante en la capital del estado.
Y sin embargo, aunque el tricolor en Chihuahua capital pinta para ser una estrella declinante, no parece ser así en el resto de la entidad. Esto porque, aunque no se llevó ninguna ciudad relevante (parafraseando a Luis Froylán Castañeda, ahora ese rol lo llevará Guadalupe y Calvo), sí resultó vencedor en bastantes municipios del área rural de la entidad, cosechando ¡más votos que el PAN en estas zonas!
De hecho, la zona serrana del estado de Chihuahua siguió siendo un granero tricolor, pues en esa región, el tricolor venció en 28 ayuntamientos y 30 sindicaturas, además de llevarse dos distritos locales regionales: “cuando nos despertamos, el dinosaurio seguía ahí” citando a Monterroso.
En fin, Maru Campos tendrá un reto colosal para el sexenio venidero, que comienza el próximo septiembre.
Nuevamente resistió la ola guinda que bañó la costa del Pacífico (con los triunfos de la península de Baja California, Sonora, Sinaloa, Colima, Guerrero y Nayarit, aún en espera de la definición de Michoacán).
Esperamos que pueda tender puentes con la federación, por el bien del estado de Chihuahua. Parece que el grueso de la población de la entidad desea más acuerdos y menos polarización. Al menos, ése pudiese ser el mensaje.
NACIONALES.
A nivel federal, enfrenta grandes contrastes, pues, aunque se convertirá en cuasi la primera fuerza territorial, perdió diversos escaños en la Cámara de Diputados, y, para eventualmente tener acceso a la mayoría absoluta (de la calificada quedó lejos esta vez) deberá echar mano de sus aliados del PT y el Partido Verde, sin los cuales se quedaría “únicamente” con 190 diputados.
De igual manera, MORENA perdió en su bastión, la Ciudad de México, donde la izquierda tenía un asidero, prácticamente desde 1997. Si en 2015, MORENA despuntó en la naciente Ciudad de México (hasta 2014 era el DF); siete años después, todo el poniente de la capital del país se pintará de azul, de confirmarse los pronósticos.
Además, el partido guinda vería su presencia mermada en el Congreso de la Ciudad de México. La cresta de la ola parece haberse disipado en la capital. El accidente de la Línea 12 del Metro pudo haber sido determinante.
Algo más que habría que puntualizar al respecto, será la salida de liderazgos relevantes del Congreso de la Unión.
De acuerdo a pronósticos recientes, veteranos de la izquierda nacional como Pablo Gómez (ex líder del 68) y Alfonso Ramírez Cuéllar (ex líder del Barzón y de MORENA), entregarán sus espacios a Gabriel Quadri y ¡Rocío Banquells!
Esto recuerda a la gran derrota del Partido Socialista Francés en la década de 1980 cuando, incluso, el líder de dicho instituto, Lionel Jospin, terminó perdiendo su escaño frente al avance de las fuerzas de Jacques Chirac.
Empero, AMLO tomó los resultados con buen humor y festinó la democracia en el país, lo cual se agradece.
Ojalá haya más diálogo entre los diversos sectores a partir de hoy ¡Es cuando!