Chihuahua, Chih
El cielo de Chihuahua fue testigo
Del beso que me diste y que te dí
La luna de Parral, brilló esa noche
Como ninguna luna ha brillado para mí: JOSÉ ALFREDO JIMÉNEZ, “EL Cielo de Chihuahua” (fragmento).
Los trágicos acontecimientos del conflicto bélico ruso-ucraniano, acaecidos la víspera del Día de la Bandera a nivel internacional, hicieron que un hecho notable pasara casi de noche: la conformación del capítulo Chihuahua de la organización “Sí por México”, grupo político dirigido por Claudio X. González (ex directivo de Mexicanos Primero y Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad), así como por Gustavo de Hoyos, ex directivo nacional de la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX).
En el evento, al cual concurrieron Beatriz Pagés (editora de la Revista Siempre y ex Secretaria de Cultura del CEN del PRI) y el propio X. González, se nombró como directivo del capítulo Chihuahua (sic) a Carlos Reyes, ex diputado federal panista y director de Vialidad durante parte de la administración de Javier Corral (2016-2021).
Esta concurrencia habría pasado desapercibida, como un mitin político más de los muchos que hay, de no haber sido por un hecho angular: los dirigentes de Sí por México están vislumbrando la estratégica ubicación de Chihuahua, así como su historial de resistencia; y, quizás por ello, se decantan en encabezar un evento de esta magnitud en la capital del estado, de cara a 2024, cuando la elección presidencial tendrá verificativo, y habrá de elegirse al eventual sucesor de Andrés Manuel López Obrador.
Como, con certeza, Pagés y González lo notaron, Chihuahua ha sido, a lo largo de casi tres siglos, tierra de diferencia, de persistencia y de resistencia.
Fórmulas que se han dado por descontadas en otras latitudes de la nación, aquí, en ocasiones no funcionaron; y, en muchos casos, las decisiones tomadas en el solar están a la vanguardia con respecto al imaginario y al ideario nacional.
Explicado de manera más simple, podemos ver que, desde el siglo XIX se vieron estas diferencias: mientras gran parte de México se batía con pleitos fratricidas entre liberales y conservadores, Chihuahua vivía una guerra intensa, pero de diferente calado: la denominada “guerra Apache” que se vivió hasta finales del siglo XIX, lo cual hacía que los pleitos entre liberales y conservadores fueran la excepción en estas tierras norteñas, pues la preocupación de los lugareños era otra (Enrique Krauze “Chihuahua, Ida y Vuelta”).
Posteriormente, las rebeliones contra el Porfiriato comenzaron, de manera temprana, en la geografía chihuahuense (la rebelión de Tomochi). Ni qué decir de la Revolución Mexicana, pues, aunque don Francisco I. Madero planificó que el levantamiento contra las huestes porfirianas iniciara el 20 de noviembre de 1910 ¡las fuerzas de Toribio Ortega ya se habían levantado desde el día 14! ¡Chihuahua fue, sin duda, cuna de la Revolución!
Luego, como ya he descrito en más de una oportunidad, los tiempos del PRI tuvieron importantes retos en Chihuahua, desde la fallida nominación de Fernando Foglio Miramontes como el ungido del cardenismo para gobernar la entidad, en 1940; hasta los tiempos en los cuales, la democratizadora actitud del ex gobernador, Óscar Ornelas (1980-1985) terminó con su deposición, en 1985, por la incomprensión de los viejos mandos del priismo de la capital del país.
Justamente, en estos tiempos, Chihuahua enfrentó al sistema en el denominado “Verano Caliente de 1986”.
Y, aunque parte importante de la intelectualidad nacional apoyó el intento rebelde de esta provincia norteña, las palabras de Manuel Bartlett (a la sazón, Secretario de Gobernación, hoy director de la CFE en tiempos de la 4T) fueron contundentes: reconocer la victoria del PAN implicaba ceder ante la derecha, el empresariado y Estados Unidos, motivo por el cual ¡Chihuahua seguiría gobernada por el PRI!
El estado consiguió una amarga victoria pues, aunque la voluntad de las urnas no se vio reflejada; sí implicó una victoria cultural que vendría a acelerar la transición a la democracia en México.
El resto, es historia más reciente: en 2016, Chihuahua se le rebeló a los encuestadores (se daba por descontado que Enrique Serrano sería el vencedor de los comicios) y se dio la alternancia por segunda ocasión en el estado.
2018 fue una fecha especial y disonante, pues, en ella, nuestra entidad se unió al coro nacional que enarbolaba la llegada de la “Cuarta Transformación”, dejando solo a Guanajuato -bastión del PAN- como estado predilecto para una victoria anayista.
Empero, atisbos de disidencia persistieron, pues, aunque López Obrador resultó vencedor en el estado, no lo fue así en todas las regiones del mismo, ya que en la propia capital ¡Ricardo Anaya había obtenido más votos! ¡la rebeldía seguía teniendo un asomo así fuese leve!
Y, finalmente, en 2021, Chihuahua viró contra la tendencia nacional, tal y como lo estipulé en una colaboración pasada.
Mientras todos los estados del Pacífico vivieron alternancias hacia gobiernos de MORENA, Chihuahua resistió. Cuando Sonora, Sinaloa y las Baja Californias se pintaron de guindas, Chihuahua siguió azul.
Aunque Juárez sí siguió la tendencia; el resto de la geografía estatal pareció llevar la contraria, pues, incluso, los panistas, recuperaron curules y alcaldías que habían perdido en 2018 (Ciudad Cuauhtémoc).
Ello pareció llevar implícito un poderoso mensaje. Mientras la nación parecía ratificar la hegemonía cuatroteísta; Chihuahua se decantaba por la ratificación de la alternancia, así fuese por medio de una panista de una facción contraria a la del entonces grupo gobernante (de Javier Corral).
Quizá, por esto, Pagés, González y sus adláteres hayan visto en Chihuahua una tierra de oportunidad. Han podido notificar que su discurso disidente podría tener más resonancia en estos lares, con respecto a otros del norte o del sur profundo. Un lugar donde los discursos pragmáticos a veces prenden más que los hipotéticos; y la permanencia de los políticos no suele estar garantizada.
Creo que estos personajes han leído bien la historia. Chihuahua es una tierra de oportunidad; de perspectivas distintas. No sabemos qué nos depare el destino hacia 2024. Pero, por lo pronto, su lectura resulta atinada.
Andrés Manuel López Obrador supo interpretar bien el flujo de la historia hacia 2018 ¿Lo podrán hacer Pagés, de Hoyos, X. González y compañía? Lo veremos.