Chihuahua, Chih.
Podría ser catalogado como un asunto de menor importancia, que, visto a la distancia no debería tener mayor repercusión, no pensamos que sea así, es prueba palmaria del cómo se gobierna en Chihuahua.
Desde hace años, los habitantes de las colindancias de la caseta Sacramento, en la salida norte de la ciudad de Chihuahua, con rumbo a Juárez, han exigido a las autoridades ser exentados del pago del peaje.
Con altibajos, los distintos gobiernos han accedido a otorgar las credenciales necesarias a fin de que los vecinos no paguen y así se eviten transitar por la carretera libre -un tramo de alrededor de 30 kilómetros, conocido como “las curvas del perico”, ampliamente catalogado como extremadamente riesgoso-, pero la actual administración ha actuado con otro criterio y ha destruido en varias ocasiones el camino alterno construido por los vecinos.
En la madrugada del domingo anterior, el joven Roy Gómez tripulaba un vehículo de su familia. Se dirigía a su casa, ubicado en los alrededores de la caseta. Sufrió un accidente mortal.
Debió viajar por la carretera libre, chocó con un trailer, el tipo de vehículos que son, casi, los únicos que transitan por esa vía.
Roy Gómez no contaba con una credencial que lo exentara del pago de la caseta, debido a que su vehículo adeudaba el pago de los derechos vehiculares.
Lejanos de la gente, incapaces de entender los problemas económicos de quienes, en la práctica, son residentes de la ciudad de Chihuahua y que deben transitar al menos dos veces al día entre su casa, el trabajo o la escuela y que, por residir en esa zona, deberían pagar peaje. Pero Roy -y la familia- fueron castigados doblemente, al no pagar los derechos vehiculares, los condenaron a viajar por “Las Curvas del Perico”.
Las consecuencias son trágicas. Años atrás, el hermano mayor de Roy falleció, también, en un accidente automovilístico en el mismo tramo, por las mismas razones que Roy.
Todo, porque las autoridades no aceptan que la mancha urbana de la capital chihuahuense ya rebasó la caseta y que, por tanto, la vida cotidiana de los habitantes de los alrededores es la de residentes de esa ciudad.
Roy se graduaría del Conalep dos días después de su fatal accidente, luego de haberse graduado en la secundaria Federal del Ejido Nuevo Delicias en 2016, 36 kilómetros al norte de la caseta de Sacramento. Ahora viajaba todos los días a Chihuahua, ya no lo hará.
Por demás está decir que las causas directas del accidente en que murió son las del percance mismo, pero las indirectas sí son responsabilidad de la autoridad estatal, la que está obligada a otorgar el máximo de seguridad en sus personas y bienes a los gobernados.
Semanas atrás, un incidente similar, con otro residente de Sacramento, también con resultados mortales, concitó las protestas de los vecinos de la caseta, los que no fueron atendidos en su exigencia: Trasladar la caseta unos kilómetros más al norte, fuera de la mancha de Chihuahua.
Para ello tendrían que modificar el trazo de la carretera libre Chihuahua-Juárez unos cuantos kilómetros más, para preservar el libre tránsito. A cambio, los vecinos de la caseta ya no pagarían peaje, todos los que fueran residentes de esa zona, y solamente los viajeros a Juárez, y en sentido contrario, tendrían que hacerlo.
Pero para que eso ocurriera, las molestias que sufre la gente, las desgracias abatidas sobre ellos, las tragedias que enlutan sus domicilios tendrían que ser entendidas por quienes gobiernan.
No es así, ni lo entienden, ni lo sienten; no les importa.
-No ha pagado el impuesto vehicular, no le den credencial, que se vaya por las del “perico”, a ver como le va…
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